México D.F., a 07 de febrero de 2014

Estimada familia Tovar y de Teresa, señoras y señores.

La vida de un cronista es la vida de la memoria, su oficio es convertir en una eterna presencia, aquello que aconteció y revelarnos una lección valiosa sobre el tiempo.

Saber que el presente no es huérfano y que tampoco morirá en cada instante. Esa arquitectura de experiencias que construye el edificio de lo que llamamos nuestra civilización.

Guillermo Tovar y de Teresa fue, en ese sentido, un civilizador. A través de la crónica, del artículo, del estudio de su maravilloso don de la conversación, nos legó un sentido de pertenencia y una búsqueda verdadera por una identidad abierta al tiempo.

La vida de Guillermo estuvo por entero dedicada a la memoria que nos habita como país, en el entendido que, en el reconocimiento de lo que hemos sido se revela lo que podemos ser.

Sin embargo, su tarea no fue ni la de indagar datos, ni mucho menos la de generar supuestos, sino la de crear panoramas vitales. Conocimiento sin virtud es erudición inútil y en ese tenor; Guillermo fue un virtuoso de la memoria y del saber.

Ante tal enseñanza, nuestra responsabilidad moral es la de recordar, la mejor de sus cruzadas, admirar en ellas, el espíritu que lo anima.

Considerado un niño genio en el campo de las humanidades, aprendió a leer mucho antes de que ingresar al sistema escolar y la lectura lo llevó casi por gravedad, a la historia, que fue su gran pasión.

Como apuntó Germaine Gómez Haro, desde temprana juventud  alternaba con Luis González y González, Felipe Teixidor y Francisco de la Maza.

Desde entonces, amplió su círculo de amigos y maestros espirituales entre los que se encontraban figuras connotadas como Octavio Paz, Edmundo O ‘Gorman, Silvio Zavala, Juan José Arreola o Pedro Ramírez Vázquez, entre otros muchos sabios de cuyas fuentes abrevó, y a quienes sorprendió y sedujo con una gran precocidad intelectual, con una mente recia y  prodigiosa, con una personalidad sagaz, ingeniosa,  amena e irónica.

A los 14 años, ya había dado sus primeras conferencias en el Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM, y dos años después, concluyó su investigación formal sobre la historia de Tacubaya, publicada un tiempo después bajo el título Noticias históricas de la delegación Miguel Hidalgo. A esta le seguirían 38 obras en 44 volúmenes más.

En 1986, fue elegido para ocupar el puesto de cronista oficial de la ciudad de México, una tradición que se remontaba al año 1554 con Francisco Cervantes de Salazar.

No obstante, un año después de su nombramiento, manifestaba que a una sola persona no le alcanza la vida para conocer la ciudad y todos sus aspectos.

Por ese motivo, propuso la creación del Consejo de la Crónica de la ciudad de México para compartir su cargo con una serie de intelectuales que promovieran el trabajo colectivo.

Este gesto de manifiesta generosidad intelectual, es destello y muestra de toda la vida de Guillermo, vida abierta al conocimiento, a la permanencia de su transmisión y a la importancia de fincar en la memoria, el reflejo de nuestro pasado que gracias a esfuerzos como el suyo, es ahora siempre presente.

El 10 de noviembre de 2013 con profundo desconcierto y auténtico dolor, nos enteramos que la gran figura de la cultura que nos enseñó a conocer a México, se había ido.

Hoy el Gobierno de la República honra con justicia a quien defendió con denuedo la coherencia de nuestra historia.

Es necesario retomar el camino de Guillermo desde el centro mismo de su enseñanza de vida, esto es, desde la educación.

Nos demostró que demostró dignidad en respetar los siglos que nos precedieron; que existe futuro cuando aprendemos a leer la bibliografía de nuestro patrimonio y que el sentido de un país se cifra en el reconocimiento de sus transformaciones.

Nos subimos en los hombros de los gigantes, cuando apreciamos la obra de nuestros mayores y es preciso reconocer que Guillermo Tovar y de Teresa con plena autoridad pertenece a esa estirpe.

Su gran lección, la gran lección de Guillermo fue la de valorar nuestro pasado sin rencores y así, él, en especial él, encontró la vía para encontrar la libertad a plenitud.

Muchas gracias.