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Conformada básicamente por dos edificios, la Secretaría de Educación Pública se ubica en el predio formado por las calles de República de Venezuela al norte, de Luis González Obregón al sur, de República de Argentina al este y República de Brasil al oeste, en un entorno integrado por edificios coloniales de gran belleza arquitectónica.

El edificio principal, con acceso por la calle de República de Argentina, ocupa el predio anteriormente destinado al Convento de la Encarnación del cual únicamente subsiste la iglesia que fue construida en el siglo XVII misma que, en 1924, fue inaugurada como Biblioteca y Sala de Banderas Hispanoamericanas, mejor conocida como Biblioteca Iberoamericana.

Actualmente este espacio es ocupado por el salón de usos múltiples de la Secretaría. El interior está decorado por un mural de Roberto Montenegro que tiene como tema "La unión de los pueblos latinoamericanos".

Para la construcción del actual edificio se siguieron las líneas generales determinadas por la arquitectura del convento. La obra estuvo a cargo del ingeniero Federico Méndez Rivas, quien inicio los trabajos el 15 de junio de 1921 y los concluyó al año siguiente.

La fachada fue diseñada en estilo Neoclásico de orden jónico rematada sutilmente con la simulación de un frontón triangular integrado en los extremos por armaduras que envuelven el bello juego escultórico central en el que se representa a la suprema Armonía en la figura de la diosa Minerva, a la derecha de ella se encuentra Dionisio como la Pasión, y a la izquierda Apolo, digno símbolo de la Inteligencia. Este bello concepto fue ejecutado por Ignacio Asúnsolo.

En el interior, las esquinas formadas por el primer patio fueron decoradas con cuatro tableros; en el primero aparece una joven danzando y el nombre de Platón, ambos simbolizan a Grecia madre de la civilización; el segundo, decorado con una carabela y el nombre de Las Casas, representa a España; en el siguiente aparece una figura azteca y el mito de Quetzalcóatl; en el cuarto y último tablero observamos a Buda en flor de loto simbolizando la unión de oriente y occidente. Los tableros fueron realizados por Miguel Centurión.   El edificio alberga bellas obras de arte como las ya mencionadas, pero sin lugar a dudas el máximo tesoro que resguarda son los murales que decoran su interior, obra realizada por Diego Rivera, quien por invitación de José Vasconcelos, primer Secretario de Educación Pública, plasmó en ellos distintas escenas de la vida nacional utilizando la técnica del fresco. Inició los trabajos en 1923 y los concluyó en 1928. 

El segundo edificio, revestido de tezontle, con portadas y balcones decorados con cantera, perteneció a la Real Aduana. Anterior a ella el predio estuvo ocupado por las casa del conquistador Cristóbal de Oñate y las de la familia Villamayor. Su construcción inició el 9 de diciembre de 1730 y fue concluido el 28 de junio de 1731. Durante su existencia ha sufrido varias remodelaciones, siendo la más importante la realizada de 1789 a 1794.

El edificio consta de dos patios, mismos que comunican a los pisos altos por una escalera que presenta un desarrollo muy interesante y cuyo cubo fue decorado con un soberbio mural de José David Alfaro Siqueiros llamado Patricios y Patricidas que no fue concluido debido al fallecimiento del artista que, junto con Diego Rivera y José Clemente Orozco, forman el parte aguas de la plástica mexicana.