En la región de San Bartolo Coyotepec, Oaxaca, se ha producido cerámica durante siglos. Con la introducción de los recipientes de plástico, el uso de la cerámica pesada fue sustituido, por lo que los alfareros de Coyotepec buscaron nuevas aplicaciones de sus habilidades en la producción. Así, sobresalieron artesanos como Pedro Pacheco Caballero y Mauro Gómez, quienes utilizaron un método de cocción más corto y un tratamiento de pulido de las superficies.

Actualmente, existen dos mercados en la comunidad que agrupan talleres artesanales, los cuales se caracterizan por la producción y comercialización alfarera, la imaginación creativa y por la mezcla de diferentes perspectivas, formas de trabajo y opciones económicas.

En el estado de Oaxaca existen diversas tradiciones alfareras, entre las que destacan el barro verde vidriado y de pastillaje de Atzompa, así como la cerámica negra de San Bartolo Coyotepec, cuyo barro se extrae de un paraje cercano al pueblo. Allí, la cerámica es trabajada con formas y técnicas completamente indígenas. El barro tiene propiedades especiales que, una vez horneado, se manifiestan en su color negro y sonido cristalino. La técnica consiste en que al momento de concluir el proceso de cocción, se reduce el oxígeno en la cámara de combustión del horno y, con esta medida, la presencia del óxido de hierro rojo, compuesto inherente del barro, se transforma en óxido de hierro negro, proporcionando el maravilloso color negro de las piezas.

Las obras de cerámica de San Bartolo Coyotepec se caracterizan por la tradición de sus trazos, figuras, símbolos y conceptos gráficos, productos del imaginario colectivo que a lo largo del tiempo han creado y plasmado artísticamente los habitantes de esta localidad. Sus diseños reflejan el entorno que los rodea: los astros, la flora, la fauna y el hombre mismo. Se trata de formas reinterpretadas y recreadas por la historia y la cultura que caracterizan al estado de Oaxaca. Actualmente la cerámica es una práctica que forja identidades diversas y es, también, una importante fuente de ingresos para sus creadores. Han recibido múltiples premios, reconocimientos y participaciones en diferentes foros.

Quien le dio fama al barro bruñido de San Bartolo Coyotepec fue Doña Rosa Real Mateo (1900-1980). Ella se inició en el oficio de la alfarería a la edad de 10 años. En 1953, comenzó a pulir el barro con fragmentos de cuarzo para darle brillo a la loza. Doña Rosa era una artista innata: de sus manos salieron los más variados recipientes. Sus obras rompieron las fronteras estatales y nacionales, haciéndola famosa internacionalmente. A los clásicos y bellísimos cántaros creados por Doña Rosa le cantaron Juan G. Vasconcelos y Samuel Mondragón en su canción “Cántaro de Coyotepec”.