Amalia Hernández Navarro nació en la ciudad de México el 19 de septiembre de 1917. Falleció en noviembre del 2000. Por tradición familiar, estaba destinada a seguir la carrera de maestra, siguiendo los pasos de su bisabuela, su abuela y su madre; sin embargo, su interés por la danza fue mayor, lo que hizo que dejara inconclusos sus estudios en la Escuela Normal Superior. 

Estudió ritmos indígenas con Gloria Campo Bello, tap con Tessy Marcue, danza contemporánea con Waldeen, danzas regionales con los maestros Luis Felipe Obregón y Amado López, danza española con Encarnación López, danza oriental con Xenia Zarina y teatro con Seki Sano. Se especializó también en arte mexicano con Miguel Covarrubias e ingresó a la Escuela Nacional de Danza, donde coincidió con Socorro Bastida, Evelia Beristaín, Martha Bracho, Guillermina Bravo y Josefina Lavalle, entre otras figuras de la danza. 

Participó como bailarina, maestra y coreógrafa en la Academia Mexicana de la Danza, al tiempo que creó piezas como "Sonatas" y "Sinfonía India". También formó parte del Ballet Moderno de Waldeen, en el que destacó por su participación en la pieza titulada "La coronela". 

Su completa formación dancística en clásico y moderno, así como en bailes autóctonos de diversas regiones del país, la llevó en 1952 a crear su primera compañía de danza bajo el nombre de Ballet Moderno de México, con el que se presentó esporádicamente en la Sala Chopin. Con la agrupación, Amalia estrenó con gran éxito su coreografía "Sones de Michoacán"; su entusiasmo por el baile folclórico la llevó a trabajar en el programa televisivo Función de Gala, dando la sorpresa, ya que se llegaron a transmitir 67 programas. 

El Ballet Moderno de México atrajo la atención del entonces Departamento de Turismo, que le propuso llevar su espectáculo a otros países, de tal forma que el grupo realizó sus primeras presentaciones en Cuba, Canadá y Estados Unidos. Su visita a Los Ángeles, California, propició la invitación de las autoridades de aquel país para que la agrupación representara a México en los Juegos Panamericanos de Chicago. Se organizó la gira con la participación del 50 bailarines, integrantes del hoy llamado Ballet Folklórico de México. Tras su exitosa presentación en aquel país, Amalia Hernández solicitó al Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) que se programaran presentaciones semanales del Ballet en el Palacio de Bellas Artes.

La compañía conquistó desde sus primeros años de vida escenarios internacionales y obtuvo el apoyo oficial gracias al talento y profesionalismo de Amalia, quien convirtió a su Ballet en uno de los más importantes del mundo. El Ballet Folklórico de México ha difundido el “sentir mexicano” alrededor del mundo. Desde 1961, año en que obtuvo el primer galardón en el Festival de las Naciones, en Paris, la agrupación ha mantenido el alto nivel de sus presentaciones y es reconocida en cualquier escenario que se presente.