México posee el 75% de las casi 200 especies de agaves que existen en el mundo, y 55% son endémicas. También es su centro de origen y gran diversidad gracias a la selección y manejo humano y a sus interacciones con murciélagos, mariposas y colibríes, sus polinizadores.

El proyecto Integración de la Biodiversidad en Sectores Productivos y de Servicios de la CONABIO reúne 16 casos de éxito, uno es sobre los agaves, plantas enraizadas con las culturas indígenas y las poblaciones rurales a través de su uso en la alimentación, forraje, materiales para construcción, vestido, espirituales y recreativos.

Los magueyes tienen relevancia económica, social y agro-ecológica para muchas comunidades del centro y norte del país. Solo en Oaxaca, más de 25 mil familias obtienen ingresos de su uso y comercialización, como la venta de mezcales.

Pero las poblaciones naturales y la diversidad de agaves están en peligro sobre todo porque la producción del mezcal requiere la extracción de la planta entera antes de la floración.

En el Valle de Ocotlán, Oaxaca, existen 40 especies de agave, como el espadín y el arroqueño, productos del cultivo, y el tobalá, de exquisito sabor. Ahí, la CONABIO impulsa

con éxito un proyecto de integración de la biodiversidad y cuidado ambiental, pues el 30% de las plantas son utilizadas para la producción artesanal e industrial de mezcal.

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