Así de dúctil y versátil es el plástico convertido en popote cuya presencia en todos los ámbitos ha puesto en jaque a los ecosistemas. La vida silvestre, principalmente la marina, recibe en litorales y fondo submarino raudales de popotes. En las profundidades la degradación es sumamente lenta al no recibir la radiación UV que participa en ese proceso junto con el oxígeno y el oleaje.

En este contexto, el popote se volvió emblemático por el uso efímero que se le da, de 15 minutos a dos horas promedio, según la bebida que se consuma, y el lugar --casa, cine, bar o deportivo--, frente a su tardanza en degradarse: más de cien años.

El PNUMA refiere que en los últimos 50 años se multiplicó 20 veces la producción mundial de plásticos, cerca de 320 millones de toneladas en ese lapso, de las cuales 13 millones llegaron a mares y océanos y se hundieron, flotan o quedaron estacionados en las playas.

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