Niño indio, si estás cansado,

tú te acuestas sobre la Tierra,

y lo mismo si estás alegre,

hijo mío, juega con ella…

 

Se oyen cosas maravillosas

al tambor indio de la Tierra:

se oye el fuego que sube y baja

buscando el cielo, y no sosiega.

Rueda y rueda, se oyen los ríos

en cascadas que no se cuentan.

Se oyen mugir los animales;

se oye el hacha comer la selva.

Se oyen sonar telares indios.

Se oyen trillas, se oyen fiestas.

Donde el indio lo está llamando,

el tambor indio le contesta,

y tañe cerca y tañe lejos,

como el que huye y que regresa…

 

Todo lo toma, todo lo carga

el lomo santo de la Tierra:

lo que camina, lo que duerme,

lo que retoza y lo que pena;

y lleva vivos y lleva muertos

el tambor indio de la Tierra.

Cuando muera, no llores, hijo:

pecho a pecho ponte con ella

y si sujetas los alientos

como que todo o nada fueras,

tú escucharás subir su brazo

que me tenía y que me entrega

y la madre que estaba rota

tú la verás volver entera.

*Poeta chilena, Premio Nobel de Literatura 1945,  Premio Serra de las Américas de la Academy of American Franciscan History de Washington (1950) y Premio Nacional de Poesía (Chile,1914), Lucila de María del Perpetuo Socorro Godoy Alcayaga adoptó el nombre de Gabriela Mistral. Maestra rural y colaboradora de revistas literarias, es autora de Sonetos de la Muerte, Tala, Lagar, y Desolación, entre otros. Fue catedrática en distintas universidades de Estados Unidos, Cuba, Panamá y Puerto Rico. Recibió el doctorado Honoris Causa en varias de ellas. Colaboró en la reforma educativa impulsada por José Vasconcelos en México, donde publicó Lecturas para mujeres. Fue embajadora de su país.

 

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