En 1977, en la Conferencia Intergubernamental de Educación Ambiental se adoptó la Declaración de Tbilisi, en donde se establecieron los tres grandes objetivos de la educación ambiental, mismos que aún están vigentes:

  • “Fomentar una clara conciencia y una preocupación por la interdependencia económica, social, política y ecológica en áreas urbanas y rurales.
  • Proporcionar a cada persona las oportunidades para adquirir el conocimiento, valores, actitudes, compromiso y habilidades necesarias para proteger y mejorar el medio ambiente.
  • Crear nuevos patrones de comportamiento hacia el medio ambiente en individuos, grupos y en la sociedad en general.”

Para el logro de esos propósitos se han desarrollado diferentes enfoques educativos:

  • Educación para la conservación. Recupera el componente verde del entorno y focaliza su atención en problemas ambientales relacionados con lo ecológico, como la protección de áreas naturales protegidas, la extinción de especies silvestres y los recursos naturales.
  • Educación ambiental para la sustentabilidad. Se basa en una visión sistémica que reconoce que lo ecológico no puede aislarse de lo económico, lo político y lo social. Esto implica, además, asumir una visión de complejidad que busca conocer las causas de fondo, de carácter estructural, para comprender las diversas situaciones y problemáticas ambientales.

Asimismo, se deben mencionar las siguientes modalidades educativas:

  • Educación ambiental formal. Se desarrolla en ámbitos escolares y se refiere al conjunto de acciones y proyectos que se llevan a cabo en el marco del Sistema Educativo Nacional, como el establecimiento y fortalecimiento de programas educativos para estudiantes, la actualización de docentes en materia ambiental, la incorporación de la dimensión ambiental en planes y programas y la elaboración de materiales educativos, entre otros.
  • Educación ambiental no formal. Se centra en el aprendizaje no secuencial de temas y provee a los participantes oportunidades para construir su propio entendimiento a través del análisis de situaciones prácticas de su vida cotidiana y entorno vital. Los participantes, al involucrarse en la resolución de problemas que les afectan y en experiencias directas, son desafiados a aplicar habilidades de pensamiento e intervención. La educación ambiental no formal provee contextos y temas del mundo real, mediante los cuales se pueden aprender conceptos, adquirir habilidades y desarrollar hábitos de comportamiento, actitudes y valores para toda la vida.
  • Educación ambiental informal. Se desarrolla mediante procesos de comunicación con contenidos en educación ambiental con pertinencia cultural y espacial, a través de los medios masivos de comunicación, pasando por la televisión y la radio hasta el internet y las redes sociales. Se formulan así campañas y mensajes destinados a sujetos específicos de aprendizaje para fortalecer prácticas educativas que contribuyan a crear habilidades y competencias, así como a detonar e impulsar procesos de participación social y ciudadana.

Fuentes:

·         González, E. y Bravo, T. Estado de conocimiento. Educación, cultura y sociedad. México. Consejo Mexicano de Investigación Educativa, A.C.

·         CECADESU (2006). Estrategia de educación ambiental para la sustentabilidad en México. México. SEMARNAT.

·         NAEE y CECADESU (2013). Guías de educación ambiental 1, 2 y 3. México. SEMARNAT.