Una agroindustria que carga sobre sus espaldas la enfermedad y muerte de millones de personas, que sume en la miseria a los menos favorecidos del planeta y que, de manera contumaz perpetra el reemplazo de su cartera de clientes entre niños, niñas y adolescentes, creándoles una adicción difícil de revertir, es la del cultivo, curado de la hoja y promoción del consumo del tabaco.

Sin duda, lo más conocido del pernicioso hábito de fumar son los daños que ocasiona a la salud humana ya que, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), mil millones de hombres y 250 millones de mujeres son adictos al tabaco y sufren un daño generalizado en su organismo.

No obstante, cada día empiezan a fumar entre 82 mil y 99 mil jóvenes, muchos de ellos menores de 10 años de edad, a quienes se incorpora mediante un marketing específico para remplazar a las personas que dejan de fumar o mueren a consecuencia de enfermedades causadas por el tabaquismo. En la mira de esta agroindustria hay 1 600 millones de nuevos fumadores para el año 2045.

La OMS pretende acotarle el camino. Propone a gobiernos y sociedades prevenir a las nuevas generaciones del peligro que las acecha, por lo que conmemora el Día Mundial Sin Tabaco, este 31 de mayo, con el lema “¡Ni tabaco ni nicotina para niños y jóvenes, protejámoslos de la manipulación de la industria!”.

Con esta campaña el organismo internacional desnuda los propósitos de enfermedad y muerte, y alerta a la niñez y las juventudes sobre los recursos publicitarios que despliega la agroindustria tabacalera para enrolarlos en el vértigo del humo blanco.

La pandemia del tabaquismo también acecha a los más pequeños en otro escenario: el agrícola de los países en desarrollo, donde 1.3 millones de niños y niñas de 14 años o menos sufren sobreexplotación en los campos, impelidos a cultivar tabaco para obtener magros ingresos y contribuir así al gasto familiar.

Esto les quita la oportunidad de recibir educación a entre 10 y 14% de los niños, las niñas y la población adolescente dedicada a esa actividad agroindustrial, y expone al 24% a plaguicidas de alta toxicidad, como el aldicarb, el clorpirifós y el 1,3-dicloropropeno, entre otros agroquímicos que producen trastornos en el nacimientotumores, alteraciones genéticas, desórdenes endocrinos, sanguíneos, neurológicos y psiquiátricos.

En el medio ambiente añade la OMS, los efectos del tabaco incluyen la producción y distribución, el consumo del producto y los residuos resultantes de su consumo. Cita el Convenio Marco de la OMS para el Control del Tabaco que aborda las preocupaciones medioambientales en el Artículo 5.3, que exige medidas cautelares ante los daños medioambientales del cultivo y consumo del tabaco, y los Artículos 17 y 18, referidos al cultivo de la planta.

Pero, ¿hasta dónde el tabaco afecta al ambiente?

Distintas publicaciones mencionan entre los daños ambientales del tabaco los cerca de 10 mil millones de cigarrillos desechados al día con más de siete mil sustancias químicas tóxicas --algunas de efecto invernadero-- que contienen.

Una sola colilla puede contaminar hasta 50 litros de agua, con sustancias como nicotina, alquitrán, arsénico, plomo, poliaromáticos y cadmio que ya desintegradas en micropartículas se esparcen en el suelo. Al llegar al agua, peces y mamíferos marinos las confunden con alimentos, alteran su ciclo biológico e incluso mueren.

Ocean Conservancy, organización estadounidense citada por diversos medios, advierte que, compuestas por filtros de acetato de celulosa --un derivado del petróleo que tarda hasta 10 años en biodegradarse-- para diluir y enfriar el humo inhalado por los fumadores y atrapar parte del alquitrán de los cigarrillos, las colillas conforman entre el 30 y 40% de los residuos recogidos cada año en las urbes y playas del mundo, y constituyen 4,5 trillones de colillas que los fumadores tiran al piso y la lluvia arrastra a las alcantarillas hasta los cuerpos de agua.

También ubica a la industria tabacalera como una de principales responsables de la deforestación mundial, ya que miles de hectáreas en tierras fértiles de bosques o selvas tropicales se destinan a cultivo del tabaco y su proceso de elaboración.

En el documento El tabaco es una amenaza para todos, la OMS explica que para elaborar 300 cigarrillos es necesario talar un árbol, sin contar los árboles usados en la fabricación del papel que los envuelven y las cajetillas, la construcción de los almacenes y la leña utilizada para curar las hojas del tabaco.

Además de los efectos atmosféricos del humo de los cigarrillos, como el monóxido de carbono, el texto enumera los efectos dañinos al medio ambiente: cambio climático, deforestación, basura e incendios forestales, que representan costos enormes y cada vez mayores.

Por todo lo anterior, en el Día Internacional Sin Tabaco, la OMS también habla de una crisis moral cuando los gobiernos y otras partes interesadas permanecen de brazos cruzados. Apunta que “reconocer que el tabaco es un problema para la infancia representa un paso fundamental en la lucha por acabar con este desastre de salud pública mundial” que cada año lleva a la muerte a más de 7 millones de personas y convierte a uno de cada dos niños en fumador pasivo.

El mundo no puede permitirse una generación engañada por las mentiras de la industria del tabaco, advierte la OMS, y pide a “influencers de la cultura pop y redes sociales que expongan las mentiras y estrategias agresivas de la industria del tabaco, y ayuden a los jóvenes a decidir realmente su futuro, con información veraz sobre esta droga que causa tantas muertes en todo el mundo”.