El medio ambiente, el planeta, el todo. El refugio del ser humano que comparte la misma casa con animales, plantas y otros organismos en una amplia diversidad de ecosistemas, pero que a diferencia de las otras especies ha extraído de la naturaleza cuanto le es útil, ornamental o redituable, al asumirse como la cúspide de la creación y arrogarse el derecho de propiedad sobre ese todo.

Este 5 de junio, tal concepto aparece hecho añicos por un virus, apenas un principio de vida que aún no es vida, sino una simple partícula de código genético embozada en dos capas, una de grasa y otra de proteína, y que toma del propio cuerpo humano tal fuerza multiplicadora que pone de rodillas a más de 7 mil millones de personas al convertirse en el ejército amenazante jamás pensado. 

En esas circunstancias arribamos al 5 de junio de 2020, cuando cerca de 200 naciones conmemoran el Día Mundial del Medio Ambiente, la principal fecha oficial en el calendario de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), con el tema: Biodiversidad.

También en 2020, Año Internacional de la Biodiversidad, la naturaleza envía un mensaje a la humanidad a través de la pandemia de COVID-19, como si nos recordara el objetivo de proteger al menos el 30% de la biodiversidad en la tierra y los océanos para el año 2030 para detener y revertir el declive de las especies con el propósito de restaurar los servicios de los ecosistemas, cuyo estado crítico pone en riesgo la supervivencia de la humanidad.

Según la ONU “las actividades humanas llevan décadas alterando el planeta, causando una pérdida de biodiversidad sin precedentes. El hielo glaciar se derrite, los arrecifes de coral se han reducido a la mitad y se han perdido grandes extensiones de bosque”.

El organismo internacional advierte que “estamos al borde de una extinción masiva y si seguimos por ese camino, y la pérdida de biodiversidad tendrá graves consecuencias para la humanidad ya que podrían colapsarse los sistemas alimentarios y de salud”.

En medio de la crisis sanitaria mundial, Angela Merkel, primera ministra de Alemania, llamó hace unas semanas a emprender una reconstrucción verde tras la crisis del coronavirus, refrendó el compromiso de Alemania con el Acuerdo de París y aplaudió el plan verde de la Comisión Eu­ropea para neutralizar las emisiones contaminantes de la atmósfera hacia la mitad del siglo.

A su vez, Kristalina Georgieva, directora del Fondo Monetario Internacional, dijo: “Si queremos que esta recuperación sea sostenible, si nuestro mundo debe transformarse para ser más resiliente, tenemos que hacer todo lo que podamos para promover una recuperación verde”.

Las palabras de ambas lideresas las cita el responsable de la política ambiental del México, Víctor M. Toledo, quien en su artículo periodístico “La reactivación pos Covid-19 será ecológica o no será”, publicado recientemente, observa que “los poderes saben que esta pandemia (y las que siguen) provienen de los desequilibrios ecológicos y biológicos de la civilización industrial”.

Pero el científico mexicano alerta: “Sin embargo, no es el verde que te quiero verde que surge desde los gobiernos neoliberales y los poderosos organismos internacionales, como el Fondo Monetario Internacional, los que marcarán una normalidad alternativa”, porque “tras el COVID-19 urgen cambios radicales que rebasen la visión neoliberal del mundo, y cada vez más ciudadanos toman conciencia de ello”.

El etnobiólogo advierte que “es en este contexto que un gobierno antineoliberal, como el de México, tiene la magnífica oportunidad de diseñar y poner en acción una recuperación económica y social diferente, fundada en la transición ecológica, pues la salud humana depende de la salud del planeta”.

Tal como lo planteó al principio de su gestión, hace apenas un año, Toledo Manzur señala que la reactivación pos neoliberal del país debe contemplar al menos seis transiciones ligadas con los alimentos, el agua, la energía, la conservación, las industrias y ciudades y la educación.

Explica que las pandemias son llamadas de alarma sobre los desequilibrios causados por la expansión de los sistemas industriales de producción de alimentos basados en monocultivos y agroquímicos y en las granjas (de cerdos, reses y pollos) que utilizan antibióticos, hormonas y otros estimulantes químicos. Y subraya que “todo agrotóxico es un químico de guerra que tarde o temprano regresa en forma de enfermedades”.

Con más de 40 años de experiencia de campo en las comunidades rurales e indígenas del país, el científico Toledo expone en otro artículo --“Los defensores de la naturaleza: la nueva fuerza de México”--, que una nueva fuerza recorre el país, “del México profundo a los enclaves más avanzados de las metrópolis: los defensores de la naturaleza y demandantes de algo fundamental: el derecho a un ambiente sano y digno con aire puro, aguas transparentes, energías limpias, hábitats y espacios decorosos”.

Se trata de una fuerza que no es política, ni ideológica ni religiosa, sino la fuerza de la vida expresándose en cada ser humano quien logra reconocer la existencia de una entidad natural omnipresente y eterna sin la cual la existencia humana es simplemente imposible. Es “el reflejo de una conciencia colectiva, pero también se alimenta del pensamiento crítico y del conjunto de las evidencias de una ciencia con conciencia social y ecológica”, sostiene Toledo.

Aporta cifras que revelan que la mayoría de esos movimientos defensores del medio ambiente surgen del campo y de las comunidades originarias: más de 500 conflictos socioambientales registrados en el país entre 2013 y 2018, cientos de demandas y protestas que llegan a las autoridades municipales, estatales y federal; numerosas iniciativas ciudadanas para remontar problemáticas puntuales en relación con el agua, los alimentos, la energía, la vivienda, el aire, los bosques y selvas, la conservación de la biodiversidad y de los suelos.

Con esta conciencia ciudadana que crece y se expresa a lo largo y ancho del territorio nacional, en medio de una pandemia relacionada con el quebranto de las leyes de la naturaleza, se conmemora en México el Día Mundial del Medio Ambiente 2020, en el Año Internacional de la Biodiversidad.