Reconocimiento a un sector determinante para la alimentación, la salud y el confort, que requiere adoptar tecnologías más amigables con el medio ambiente.

Nadie puede negarlo: las tecnologías del frío han contribuido enormemente al desarrollo de la sociedad desde hace más de un siglo. Pero, ¿qué pasa con los gases refrigerantes, los procesos industriales y los desechos que genera este sector?

Las áreas de la salud y la alimentación, las principales beneficiarias de estas tecnologías, han incentivado su desarrollo. Han sido clave en el transporte de medicinas y suministro de provisiones a zonas remotas, aun en climas extremos. Sin ellas, hospitales, laboratorios y bancos de sangre perderían eficiencia; los servicios de telefonía e internet no podrían funcionar, y millones de viviendas serían inhóspitas.

Sus grandes virtudes se reconocen en la segunda edición del Día Mundial de la Refrigeración que celebran, este 26 de junio, 153 naciones, incluido México, a iniciativa de asociaciones, empresas y profesionales del sector refrigeración y aire acondicionado (RAC) de los cinco continentes, con el respaldo del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) que propone adoptar innovadores procesos sostenibles en toda la cadena de frío.

A principios del siglo XX, Willis Haviland Carrier inició lo que ha sido una boyante industria, al crear la primera máquina de enfriamiento y control de la humedad del aire para evitar problemas en el entintado en una imprenta de Mineapolis, Estados Unidos, invento que perfeccionó, patentó y llegó a miles de hogares ya acuñado el concepto de calefacción, ventilación y aire acondicionado (HVAC, por sus siglas en inglés).

No se sospechó entonces que, aparejada al próspero avance de esta industria, la temperatura global crecía hasta convertirse hacia los años ochenta en causante indiscutible del agujero de la capa de ozono que protege a los seres humanos de los rayos ultravioleta, al liberar a la atmósfera gases de efecto invernadero (GEI).

Vistas las dos caras de la cadena de frío, resulta crucial que toda la industria de la refrigeración conozca y adopte tecnologías y prácticas más eficientes y menos contaminantes, como eliminar o reducir las sustancias que dañan la capa de ozono y contribuyen al calentamiento global: los hidroclorofluorocarbonos (HCFC) y los hidrofluorocarbonos (HFC), gases utilizados en la refrigeración y la climatización.

El descubrimiento de la relación entre el agujero de ozono y los compuestos de cloro y bromuro en la estratosfera, con que el científico mexicano Mario Molina enalteció al país con el Nobel de Química 1995, fue dado a conocer en 1974 y llevaría a 197 países a suscribir el Protocolo de Montreal para eliminar la producción y consumo de Sustancias Agotadoras de la Capa de Ozono (SAO), como los HCFC, y más tarde a impulsar la Enmienda de Kigali que incluye medidas de control para los HFC, potentes gases de efecto invernadero, con el objetivo de evitar el aumento de 0.5°C de la temperatura global al año 2100.

Por eso, en plena crisis sanitaria mundial, compromisos ambientales como la Enmienda de Kigali avanzan, ya que a finales de 2018 los sistemas RAC instalados en territorio nacional consumían 30 mil toneladas de HFC, es decir, aproximadamente 49.6 megatoneladas de CO2 equivalente.

La Hoja de Ruta publicada en mayo del 2019 por la Semarnat expone que para 2024 el consumo de HFC debe congelarse “tomando como línea base el promedio de consumo de HFC en el periodo de 2020 a 2022”. En tanto, el Diagnóstico Nacional para la Mitigación de Emisiones de HFC, publicado este año, plantea medidas de sustitución, recuperación, reciclaje, captura y destrucción, capacitación, profesionalización y normatividad, entre otras.

Es necesario que proveedores de servicios y distribuidores participen en el diseño para toda la cadena de refrigerantes, incluidos los instaladores y técnicos, con el fin de impulsar acciones efectivas de reducción y consumo responsable del uso de energía, y en la adopción de nuevas tecnologías libres de gases fluorados o con menor impacto climático, lo que abonará favorablemente a la Enmienda de Kigali, eslabón clave para lograr las metas del Acuerdo de París.

Señala el PNUMA que este sector debe “seleccionar refrigerantes con menor potencial de calentamiento para nuevos sistemas; promover la recuperación, reutilización y regeneración de refrigerantes, y elegir empresas e individuos certificados para garantizar buenas prácticas y servicios”, entre otras recomendaciones ambientales.

Durante 30 años, México ha trabajado en alternativas de refrigeración sostenibles que no afecten la atmósfera y mitiguen el cambio climático y, en el marco del Día Mundial de la Refrigeración, la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales organiza la Semana de la Refrigeración, con la finalidad de sensibilizar a la ciudadanía sobre los beneficios que ofrece este ramo de la economía a la cotidianeidad de las personas.

Semarnat reconoce la activa participación del sector RAC al cumplimiento de los compromisos nacionales con el Protocolo de Montreal desde 1990, al incorporar cada vez más esquemas de refrigeración amigables con el medio ambiente que protegen la capa de ozono y contribuyen a mitigar el cambio climático.

Y, sobre todo, resalta su decisivo papel durante la emergencia sanitaria del COVID-19 en que, gracias a los sistemas de refrigeración y aire acondicionado, se ha podido abastecer a las comunidades humanas de alimentos y medicinas.

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