La velocidad con la que perdemos especies es alarmante. En los últimos 100 años han desaparecido 279, más de dos al año y cerca de 20 mil se encuentran en peligro de extinción. Los expertos consideran que estamos ante una extinción masiva provocada por el hombre, por ello, conservar la biodiversidad y salvar a las especies de la extinción es uno de los retos más grandes de la actualidad.

A pesar de que establezcamos estrategias generales e indispensables, como la conservación del hábitat, estas no siempre son suficientes para detener la perdida de alguna especie. El reto es complejo y multifacético, pero sobre todo, la sociedad entera está directa o indirectamente involucrada.

Por ejemplo, la conservación de los bosques y las selvas no es lo único que se necesita para garantizar la supervivencia del jaguar, pues la especie también está amenazada por la cacería en represalia por depredar al ganado y por el tráfico ilegal de sus huesos y otras partes en Asia. Entonces, para asegurarnos que no se extinga tenemos que, también modificar las prácticas ganaderas, garantizar la conectividad ecológica e incluso implementar estrategias para frenar la demanda del mercado asiático.

Las acciones que se necesitan para salvar a una especie, se tornan aún más complejas cuando las especies tienen una distribución geográfica acotada; es decir, cuando son endémicas (que, sólo están en nuestro país). Según la Conabio, en México tenemos mil 102 en esta situación   y de ellas 143 son microendémicas (su distribución está muy acotada dentro del país). Entre ellas,: la vaquita marina y el ajolote. La primera, del Golfo de California y la segunda, del Valle de México y que ahora solo existe en los canales de lo que conocemos como Xochimilco.

A pesar de su carisma, ambas han representado un desafío mayúsculo para la conservación. Desde hace más de 30 años, el Gobierno, los académicos y la sociedad civil se han unido y comprometido, buscando formas distintas de evitar la desaparición de ambos animales acuáticos. Sin embargo, las condiciones humanas han rebasado la buena voluntad.

¿Esto quiere decir que ya perdimos a estas y otras  especies? No, el mundo cambia a velocidades mayores que la tasa de extinción y a lo largo de esta historia, hemos encontrado varias formas novedosas de conservar y recuperar a especies que se encontraban en un estado crítico, como el Cóndor de California y el Lobo Mexicano, que ya se habían decretado extintos en vida libre hace 30 años o más, y que ahora vamos recuperando. Hoy los lobos aúllan libres en los bosques de Chihuahua y los cóndores vuelan sobre las montañas de Baja California.

Si no involucramos a muchos sectores de la sociedad, las posibilidades de extinción aumentan y las de sumar en el futuro sustentable se merman. Estamos frente a un nuevo gran paradigma que no hemos logrado solventar, la sustentabilidad y la conservación de la biodiversidad ante un escenario de cambio climático, suenan a conceptos rebuscados, pero son los grandes retos del mundo actual.

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