Representan límites sostenibles de oferta de agua, que propiciarán un principio de ahorro del recurso y ges­tión de la demanda, y disminuyen el riesgo de escasez y conflictividad.

Garantizan la conectividad a lo largo de toda la cuenca y el soporte de múltiples servicios ambientales que ofrece la conservación de los ecosiste­mas al manejo del agua y la sociedad, como almacenamiento, conducción y abastecimiento, mejora de la calidad del agua, y protección contra eventos extremos.

Exigen la planeación y manejo conjun­to de las aguas subterráneas y superfi­ciales, de especial relevancia en zonas con baja disponibilidad, como el norte del país.

Establecen la conservación o libera­ción controladas de avenidas que me­jorarán las capacidades de evacuación de las cuencas, impedirán la invasión de cauces y en consecuencia disminui­rán los riesgos ante eventos extremos.

En el caso de México, complementan la estrategia de conser­vación de los ecosistemas más impor­tantes y sus servicios ambien­tales: se protegen 82 Áreas Naturales Protegidas (ANP), las cuales comprenden 175,230 km2, y 64 humedales de importancia internacional o sitios Ramsar (47,000 km2), además de cuatro de los últimos cinco ríos que fluyen libremente en el país - el Usumacinta, San Pedro Mezquital, Papaloapan y Pánuco-.

El sistema de reservas de agua incluirá cuencas de todas las regiones hidrológi­cas, ecorregiones terrestres y de aguas epicontinentales del país, lo que garanti­zará la resiliencia de ecosistemas y de la sociedad ante situaciones de escasez, y por lo tanto resultará en una estrategia decidida de adaptación a los impactos del cambio climático.

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