Por: Rafael Pacchiano Alamán

Si bien la zona metropolitana de la capital de nuestro país fue una de las ciudades más contaminadas del mundo —actualmente, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), no aparece entre las primeras 20—, la contaminación del aire hoy tiene peores niveles por ejemplo en Monterrey o León.

La mala calidad del aire cada vez se presenta en más ciudades mexicanas y en todos los casos debemos de actuar con la misma urgencia, ya que respirar aire limpio es un derecho que tenemos todos los seres humanos.

Un estudio del Centro Mario Molina de 2015 señala que uno de los 15 primeros factores de riesgos a la salud en México es la exposición a concentraciones excesivas de contaminantes en el aire.

Otras investigaciones concluyen que la exposición prolongada a altas concentraciones de partículas finas, como PM2.5 y PM10, incrementan significativamente la mortalidad prematura por cáncer pulmonar y puede desencadenar procesos neurodegenerativos en la infancia.

Por eso, se creó la Estrategia Nacional de Calidad del Aire (ENCA), una herramienta de planeación que orienta y coordina acciones entre diferentes instancias gubernamentales para controlar, mitigar y prevenir la emisión y concentración de contaminantes en la atmósfera en ambientes rurales y urbanos, con proyección al 2030.

En ella, se han identificado 67 cuencas atmosféricas prioritarias, definidas por su topografía, división política y condiciones de dispersión meteorológica, en las que el Gobierno de la República atiende a través de los Proaire.

¿Qué es un Proaire? Así le llamamos al Programa de Gestión de Calidad del Aire, un mecanismo de coordinación transversal al interior de los ejecutivos estatales o municipales, y entre éstos e instituciones federales con el que establecemos metas, estrategias y acciones a corto, mediano y largo plazo para reducir emisiones de contaminantes.

Actualmente contamos ya con 21 Proaire vigentes, que hemos firmado con distintos estados de la República, y nuestro objetivo es que este año cada entidad tenga el suyo propio.

Además, la mitad de los estados cuenta con programas de control de emisiones de más de 10 millones de autos, cada seis meses, con restricciones para los autos que más contaminan.

Parte de la solución la tenemos los Gobiernos, pero respirar un aire limpio también dependerá de la conciencia de los ciudadanos. No podemos minimizar acciones como dejar de usar el auto, compartirlo y evitar la emisión de contaminantes. Es un reto que todos los mexicanos tenemos y que juntos podremos resolverlo.