Hace poco más de dos semanas que Claudia Sheinbaum asumió el cargo de primera presidenta de México. Ya está claro que el nuevo Gobierno se prepara para adoptar un enfoque nuevo y más ambicioso en materia de cambio climático.
En una entrevista realizada el 16 de octubre desde su oficina en Ciudad de México, Alicia Bárcena, la nueva secretaria de Medio Ambiente del país, expuso una agresiva agenda climática para el país: expansión drástica de la generación de electricidad renovable, descarbonización de las empresas energéticas estatales e inversiones en una serie de soluciones basadas en la naturaleza. Todo ello se plasmará en un nuevo compromiso del Gobierno para que México llegue a cero emisiones netas en 2050 y en un “ambicioso” nuevo compromiso determinado a nivel nacional que se presentará en las Naciones Unidas antes de la conferencia sobre el clima del año que viene.
“Estamos poniendo todos nuestros esfuerzos en proteger el medio ambiente, en restaurarlo”, afirma, y añade que el Gobierno quiere “abordar temas como la energía, como las infraestructuras, con otra mentalidad”.
La imagen emergente de un México que busca liderar en cuestiones climáticas llega tras meses de impaciencia y expectación tras la elección de Sheinbaum. Andrés Manuel López Obrador, su predecesor y estrecho aliado, no dio prioridad al tema y dedicó más tiempo a promocionar Pemex, la petrolera estatal del país. Los defensores del clima esperan que Sheinbaum, doctora en ingeniería energética que ha colaborado en informes de la ONU sobre el clima, profundice en los compromisos climáticos de México.
La forma en que el nuevo Gobierno populista aborde el cambio climático puede repercutir en toda América Latina y el mundo. También es una cuestión clave para Estados Unidos y otros socios de todo el mundo. México podría convertirse en un socio clave en todos los ámbitos, desde el control de las emisiones hasta la descarbonización de las cadenas de suministro de tecnologías limpias.
El nombramiento de Bárcena fue una primera señal positiva del deseo de Sheinbaum de dar prioridad al medio ambiente. Bárcena estudió biología y, en los primeros años de su carrera gubernamental, trabajó en temas medioambientales, lo que le da una base sólida para el trabajo que tiene por delante. Además, hasta hace unas semanas era secretaria de Relaciones Exteriores de México, lo que le da prestigio internacional y nacional. Su experiencia previa en el gabinete también la ayudará a trabajar en el nuevo Gobierno para coordinar las prioridades climáticas y medioambientales. “Estoy contenta de haber podido ayudar a México en el otro cargo, porque me ha permitido tener una visión más amplia”, afirma.
Una de las principales interrogantes para muchos defensores del clima -sobre todo en Estados Unidos- es cómo abordará Sheinbaum la inversión de empresas extranjeras en el sector de las energías renovables del país. México tiene un gran potencial para las energías renovables, pero el sector requiere inversión y ha estado poco desarrollado. Con López Obrador, el Gobierno tomó una serie de medidas que obstaculizaron la inversión privada en energías renovables e hicieron que los promotores extranjeros de proyectos de energías renovables se mostraran escépticos a la hora de hacer negocios en el país.
Durante mi estancia en Ciudad de México, Sheinbaum convocó un diálogo entre directores generales de Estados Unidos y México al que asistieron ejecutivos de importantes empresas estadounidenses, lo que indica que México está abierto a los negocios. Destacó las energías renovables como de particular interés. “La presidenta Sheinbaum ha sido muy clara: queremos que la inversión extranjera directa venga a México”, dice Bárcena. “Pero no cualquier inversión. Queremos inversiones que generen empleos, que protejan el medio ambiente”.
El nuevo Gobierno también está dispuesto a colaborar con Estados Unidos en la lucha contra el cambio climático, según Bárcena. Tras recientes reuniones en Washington con funcionarios responsables del clima y el medio ambiente, Bárcena espera que Estados Unidos y México puedan asociarse para llevar compromisos conjuntos a las negociaciones de la ONU sobre el clima que se celebrarán en Brasil el año que viene.
Un área de interés para muchos en Estados Unidos es cómo México aborda la minería y los minerales. México es rico en minerales críticos necesarios para la transición energética -incluidos el litio y el cobre- y el país es visto como un socio potencial para Estados Unidos, que está tratando de diversificar su cadena de suministro lejos de China. Bárcena dice que el Gobierno está en conversaciones sobre cómo abordar la minería. Esas conversaciones incluyen la limpieza del legado de la minería sucia, así como la evaluación de nuevas tecnologías en uso en otros lugares que podrían permitir una minería más limpia en México en el futuro, dice.
Y luego está el sector del petróleo y el gas del país. Pemex, la empresa estatal de petróleo y gas, es una institución célebre en todo el país, aunque recientemente se ha endeudado profundamente al disminuir la producción nacional. Tras asumir el cargo, Sheinbaum dijo que limitaría la producción de petróleo de la empresa a 1.8 millones de barriles diarios, frente a un máximo de más de 3 millones. En nuestra entrevista, Bárcena me dice que la empresa, una de las mayores emisoras del mundo, también se centraría en descarbonizar sus operaciones. “Las empresas públicas deben reducir las emisiones de carbono”, afirma.
En sus primeras semanas en el cargo, ha pedido una nueva forma de pensar sobre los problemas ambientales y una mejor incorporación del medio ambiente en la formulación de políticas en todo el Gobierno. “Necesitamos cambiar el paradigma del desarrollo”, me dice. “Y eso significa que debemos alejarnos de las políticas extractivistas y avanzar hacia una sociedad igualitaria y sostenible desde el punto de vista ambiental”.
El nuevo enfoque de México hacia el clima es un avance significativo en la lucha contra el cambio climático. Esto se debe en parte a que cada libra de emisiones de carbono importa, y el país es, según algunas mediciones, el duodécimo mayor emisor del mundo.
Pero, tal vez lo más importante es que el enfoque de Sheinbaum, que combina la política social de centroizquierda, los esfuerzos para abordar el cambio climático y la inversión del sector privado, tiene el potencial de ofrecer un nuevo modelo de desarrollo en lugares donde las empresas energéticas estatales tienen una importancia descomunal. Ese es especialmente el caso de América Latina, donde los líderes de izquierda a menudo han tratado de utilizar la riqueza petrolera para financiar su agenda social. Bárcena no pasa por alto lo que está en juego. “Necesitamos cambiar el paradigma del desarrollo”, me dice. “Y eso significa que tenemos que alejarnos de las políticas extractivistas y avanzar hacia una sociedad igualitaria y sostenible”.