La violencia contra las mujeres es un flagelo intolerable en nuestras sociedades, pero desafortunadamente, aún sigue latente. A nivel global, se estima que casi una de cada tres mujeres han sido víctimas de algún tipo de violencia física o sexual al menos una vez en su vida.
En su combate y prevención, el Gobierno de México despliega todos sus esfuerzos y capacidades. Hoy, Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra las mujeres, es una ocasión propicia para reafirmar el compromiso impostergable que desde la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales tenemos, junto con Citlalli, nuestra directora del Instituto Nacional de las Mujeres.
Hace 45 años, en 1979, las Naciones Unidas aprobaron la Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer. A pesar de ello, la violencia precisaba un esquema único para avanzar en su erradicación.
La fecha de esta significativa conmemoración fue decidida por la Asamblea General de las Naciones Unidas hace exactamente 24 años, gracias al activismo, la demanda y el empuje del movimiento de las mujeres del continente americano, de nuestra región, que lo asumimos como un propósito colectivo.
El clamor por la igualdad y la justicia llevó a las hermanas Patria, Minerva y María Teresa, mujeres dominicanas, universales, inolvidables, a ser asesinadas el 25 de noviembre de 1960 por el dictador en República Dominicana. A pesar de estos actos cobardes, el eco de su voz resuena hasta la actualidad. Con esta conmemoración, no permitiremos nunca más que se deje de propagar su mensaje. Somos millones las mujeres que a lo largo y ancho del planeta acompañamos el grito de las hermanas Mirabal.
Para lograr que las mujeres tengamos una vida libre y digna, y autónoma, hemos tenido que contar con compañeras rebeldes, que de diversas maneras lograron concretar esta afrenta efectiva. Caminamos sobre hombros de heroínas, algunas de ellas anónimas. Al igual que la palabra de Berta Cáceres, aquella mujer hondureña y defensora de la naturaleza, somos testigos de su premonición cuando dijo: “Tú tienes la bala, yo la palabra. La bala muere al detonarse, la palabra vive al replicarse”.
Nuestro horizonte es muy claro: la erradicación de cualquier forma de violencia contra las mujeres es la meta. Para ello, debemos desterrar cualquier política que la fomente.
Las acciones que nos guían se han ido sumando en los últimos años como resultado de una reiterada y silenciosa lucha. Se han logrado por cierto instrumentos normativos creados en México. Una de ellas es la Ley Olimpia y la Ley Lila, que buscan combatir y eliminar la violencia digital sexual y el acoso callejero, son grandes ejemplos de este progreso; cuando una falla se convierte en instrumento legal.
Sin embargo, somos conscientes de que aún falta mucho por hacer. En el sector ambiental hacemos nuestra constante lucha por la naturaleza, a través de nuestras defensoras de la tierra.
En nuestro país, la furia de la violencia que promueve la codicia ha cobrado vidas como las de Guadalupe Campanur, en Michoacán; como Nora López, en Chiapas; como Fabiola Osorio, en Guerrero. Sus vidas fueron truncadas, pero sus batallas no. Esas batallas se mantienen vigentes y es responsabilidad de cada una de nosotras, y de toda la sociedad, hacer eco de la injusticia de la que fueron víctimas.
Hoy, en esta jornada tan representativa, quiero reiterar la consigna de la transformación de México: ¡Hasta aquí la preferencia por los privilegios! ¡Hasta aquí la indiferencia que usufructúa de la autoridad! ¡Hasta aquí los abusos y la violencia contra las defensoras y los defensores de los derechos y artífices de un futuro en paz con la naturaleza! Como lo establece, por cierto, el Acuerdo de Escazú.
Asumimos con profunda convicción y responsabilidad la encomienda de la primera presidenta de México en 200 años, Claudia Sheinbaum Pardo, que en sus palabras nos ha convocado a construir un futuro con bienestar compartido, en donde la justicia y la igualdad alcancen todos los rincones del país y protejan a todas las mujeres mexicanas de la violencia. La presidenta dijo y cito:
“Es tiempo de las mujeres y es tiempo de transformación, de seguir cruzando límites, de dejar huella. Y ante la duda, recordar que el presente y el futuro lo construimos juntas como aliadas, como compañeras. En México, ya nos encontramos y nunca volveremos a estar solas. Nunca un México sin nosotras”.
Y cierro la cita y le digo a la presidenta: “No llega sola, llegamos todas”.