Los campesinos de la etnia teenek han demostrado que mediante el manejo rotativo de la agricultura de temporal y el manejo agroforestal de la selva se logran menores tasas de deforestación frente a otros sistemas productivos, aun cuando se trata de una agricultura de auto subsistencia que además utiliza el tradicional método de roza, tumba y quema.

Los teenek, o huastecos, aluden al te’lom como un área de selva donde se aplica algún tipo de manejo, o a un grupo de árboles que presupone algún grado de manejo humano, en oposición al holtom, donde no hay actividad humana, solo selva, o literalmente no hay nada, está vacío. (Alcorn, 1981).

Te’lom es entonces la parte forestal de los sistemas agrícolas de los huastecos potosinos, y representa a la selva humanizada en diferentes sentidos. Los campesinos la describen por el tipo de plantas o de animales que en ella habitan.

Este sistema ecoagroforestal se ha desarrollado en el estado de San Luis Potosí como resultado de los cambios agroforestales propiciados en los últimos 40 años en una región habitada por cerca de 100 mil hablantes de lengua teenek, o huasteco, asentados en 11 municipios: Aquismón, Ciudad Valles, Ébano, Huehuetlán, San Antonio, San Vicente Tancuayalab, Tamuín, Tampamolón, Tancanhuitz, Tanlajás y Tanquián.

Los teenek practican estrategias alimenticias que incluyen las selvas medianas y bajas, y no solo las áreas agrícolas. De algunas semillas de árboles como el ojox obtienen una harina que ha sustituido a la del maíz cuando este grano deja de cultivarse o se pierde por huracanes o sequías.

Todo lo anterior lo refieren Isabel Moreno Calles, Alejandro Casas, Víctor M. Toledo y Mariana Vallejo en el libro Ecoagroforestería en México, cuyo análisis del sistema agroforestal te’lom incluye la diversidad ecológica y los usos de especies forestales de la selva, la estructura del paisaje, los usos del suelo y la vegetación, así como los procesos de deforestación de la selva emprendidos entre 1973 y 2013 para crear el distrito de riego Pujal Coy.

Durante esos 40 años, la selva fue removida de lomeríos, sierra e incluso planicies, para expandir la frontera agrícola. Para la población indígena que se avecindo en los municipios de Ébano, Tamuín y San Vicente, particularmente entre 1975 y 1990, fue necesario adaptar los sistemas agrícolas teenek sin las áreas forestales.

Precisamente el área del te’lom, que abarcaría los municipios de Aquismón, Tanlajás, Huehuetlán, Tancanhuitz, San Antonio, Tampamolón y Tanquián, se caracteriza por la permanencia de selvas, la agricultura de temporal y algunos pastizales dispersos. Es la zona donde la presencia de las comunidades indígenas (teenek en su mayoría, aunque hay algunas nahuas en Tancanhuitz y Tampamolón) data de cincuenta años atrás, y en algunos casos se remite a la época colonial, e incluso a la prehispánica.

En la actual selva baja caducifolia, selva mediana perennifolia y selva alta perennifolia continúa la práctica del sistema roza-tumba-quema para el cultivo de café bajo sombra, por ejemplo, sobre todo en la sierra de Aquismón, mientras la superficie de riego se asocia con la caña de azúcar.

La agricultura de temporal en la región huasteca también se basa en el sistema roza-tumba-quema. Ahí, las familias desmontan en promedio 1.5 hectáreas por año, y al año siguiente y durante tres a 10 años más, aplican milcahual o tsulel, o sea, descanso de la tierra con vegetación arbustiva. Es muy importante la rotación entre áreas de agricultura de temporal y de selva. 

En el cultivo de la caña de azúcar y la producción de piloncillo, en zonas de temporal, el desmonte no es relevante porque los cañales se mantienen entre 10 y 20 años. Los pastizales de Valles, Tamuín y Ëbano se han dedicado a la ganadería extensiva; ahí se establecieron los grandes latifundios ganaderos con tal persistencia que prevalece la idea de que son tierras de innegable vocación ganadera.

Es claro que existe una afectación generalizada en La Huasteca, y el posible origen de esa alteración es la creación del distrito de riego Pujal Coy, hoy considerado un fracaso, mediante el cual se pretendió expandir la frontera agrícola a 273 mil ha, aunque solo pudieron deforestar 60 mil ha.

Pese a las adversidades, producidas por el cambio climático y a las condiciones de marginación y desventajas económicas que enfrentan los teenek, el te’lom es para ellos un enorme almacén de recursos medicinales, maderables y comestibles, de donde toman lo que necesitan.