A 35 años de la Convención de Viena y del inicio de la protección de la capa de ozono, la humanidad vive momentos cruciales para su sobrevivencia, azotada por una pandemia que se constituye en toque de llamada a tomar conciencia de que juntos debemos emprender acciones cada vez más decididas para evitar mayores desequilibrios en el planeta.

Hoy, Día Internacional de la Preservación de la Capa de Ozono, bajo el lema Ozono para la Vida, se recuerda que a finales del siglo XX, por el uso de los productos químicos denominados clorofluorocarbonos (CFC) e hidroclorofluorocarbonos (HCFC), la frágil franja gaseosa llamada estratosfera --distante entre 10 mil y 40 mil metros de la superficie terrestre-- se había horadado, y el tristemente célebre agujero de la capa de ozono (O3) propiciaba nocivos efectos de los rayos solares sobre la salud humana y ambiental.

Se entendió que ese agujero del ozono representaba una auténtica amenaza global que en 1987 puso en guardia a las Naciones Unidas ante las advertencias científicas que hicieran los ganadores del Premio Nobel 1995, el mexicano Mario Molina y el estadounidense F. Sherwood Rowland, por lo que el organismo internacional empujó un esfuerzo conjunto para eliminar y reducir la producción, uso y consumo de más de un centenar de sustancias agotadoras de la capa de ozono.

Precisamente el 16 de septiembre 1987 se redactó el Protocolo de Montreal, relativo a esas sustancias. En conmemoración de la firma de ese acuerdo, ese día, pero de 1994, la Asamblea General de Naciones Unidas proclamó el Día Internacional de la Preservación de la Capa de Ozono.

Se considera que el Protocolo de Montreal ha sido el acuerdo global más exitoso hasta la fecha, al cumplirse todos los calendarios para la eliminación de estas sustancias, en muchos casos, antes de lo previsto.

Otra fecha histórica fue la ratificación universal, el 16 de septiembre de 2009, tanto de la Convención de Viena como del Protocolo de Montreal, que han sido los primeros tratados de la historia de las Naciones Unidas en confirmarse de manera unánime.

Mientras el ozono que abunda en la superficie de la Tierra es perjudicial para los seres vivos, el ozono de la estratosfera absorbe gran parte de la radiación ultravioleta del Sol, que es dañina para la vida.

De 1985 a la fecha, mediante las acciones de mitigación emprendidas por numerosos países se ha logrado reducir notablemente la radiación ultravioleta del Sol que llega a la Tierra.

Este 2020 se celebran 35 años de la Convención de Viena sobre la Protección de la Capa de Ozono, firmada el 22 de marzo de 1985 por 28 países. Hoy, ante la pandemia de COVID-19, resulta apremiante fortalecer las acciones para proteger el planeta con el fin de evitar más desequilibrios en la salud y los ecosistemas.

Se calcula que a partir del año 2000, mediante la cooperación internacional, se ha logrado recobrar entre 1 y 3 por ciento de ozono por década, y la expectativa es recuperarlo por completo en el hemisferio norte para el 2030, y en el 2050 en el hemisferio sur, mientras en las regiones polares se habrá conseguido hacia el año 2060.

Lo alcanzado para resarcir la capa de ozono demuestra que unidos gobiernos y sociedades se logran mayores avances en el bien común. Hoy, en medio del amago sanitario mundial y climático, es pertinente recordarlo para acrecentar las acciones que protejan la vida en el planeta.

Observa el estado actual de la capa de ozono. Visita el Mapa mundial de la capa de ozono: NASA Ozone Watch

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