Los océanos absorben el calor de la atmósfera. Las mediciones revelan que, en las últimas décadas, el calentamiento de los océanos ha afectado a zonas muy por debajo de la superficie del mar. Este calentamiento afecta seriamente a la vida marina y el riesgo para la biodiversidad es aún mayor.

Además de absorber calor, los océanos son un sumidero de bióxido de carbono (CO2). Cuanto más CO2 entra en la atmósfera, mayor cantidad absorben los océanos, donde reacciona con el agua para producir ácido carbónico, que provoca la acidificación.

Un estudio elaborado en 2015 por el Grantham Institute concluye que, si la misma cantidad de calor que se ha añadido entre 1995 y 2010 en los primeros 2 km de profundidad de los océanos se hubiera añadido a los 10 km inferiores de la atmósfera, la temperatura de la Tierra se habría incrementado en 36ºC. Por tanto, los océanos nos han protegido de los peores efectos del cambio climático.

Pero hay una gran incertidumbre sobre su capacidad para absorber bióxido de carbono en el futuro. Si los océanos han sido hasta ahora nuestros mejores aliados, en el futuro inmediato existe el riesgo de que empiecen a cobrarnos la factura: una gran parte de las emisiones que hemos generado desde comienzos del siglo XX, ahora almacenadas en los océanos, puede regresar a la atmósfera.

Las modificaciones provocadas por los efectos del cambio climático se están superponiendo sobre un medio marino que ya está sometido a factores de perturbación antropogénicos directos e indirectos, asociados con la pesca excesiva y las prácticas pesqueras inapropiadas, el desarrollo costero, la sedimentación, la contaminación procedente de fuentes terrestres y la contaminación marina.

Fuente: ONU

 

Imagen decorativa

Consulta nuestra revista digital