En México, nación multicultural, es tan extenso el uso del cacto llamado nopal en la alimentación, la ganadería, el arte, la construcción, la ciencia, la estética y mucho más, que la planta con forma de raqueta espinada impacta transversalmente a todos los mexicanos.

Nuestro país es centro de diversidad de este género de cactáceas. Junto con el águila real, fuente principal de la economía mexica.

El nopal, percha sobre la que, según el mito fundacional de México, apareció un águila devorando a una serpiente, es junto con esta ave el elemento permanente en las sucesivas versiones del escudo nacional a lo largo de la historia.

Este vegetal habría sido domesticado hace 9 mil años y, junto con el maguey, el maíz y el frijol, fue el alimento principal de los grupos chichimecas. Ellos lo llamaron nohpalli, voz náhuatl que se transformó en nopal a la llegada de los españoles.

Al colonizar estas tierras los españoles se sorprendieron al encontrar el nopalli, que en náhuatl quiere decir árbol que lleva tunas. Fray Bernardino de Sahagún describió como  “monstruoso” al vegetal cuyo tronco se compone de las hojas y las ramas se hacen de las mismas hojas que son anchas,  gruesas y comestibles.

Su presencia es tal que Octavio Paz, José Emilio Pacheco y Pablo Neruda, poetas universales, lo han citado para describir a un México vibrante y lleno de historia.

“México, con su nopal y su serpiente; México florido y espinudo, seco y huracanado, violento de dibujo y de color, violento de erupción y creación, me cubrió con su sortilegio y su luz sorpresiva”.

“Confieso que he vivido. Memorias”, Pablo Neruda

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