Entre las muchas revelaciones que ha dejado la pandemia que aún flagela a la humanidad, se mostró el papel decisivo de las mujeres investigadoras en distintos frentes de lucha contra el SARS-Cov2: los avances en el conocimiento del virus, el desarrollo de técnicas para las pruebas de COVID-19 y las vacunas contra el virus, reconoce Naciones Unidas.

Desafortunadamente, admite el organismo internacional, la situación sanitaria también ha impactado negativamente en el sector científico femenino, especialmente en aquellas que se encontraban en el inicio de sus carreras, lo cual ensancha aún más la brecha de género tradicionalmente marcada y exhibe las disparidades existentes en el sistema científico.

Se renuevan por eso los planteamientos hechos en 2016 por la Asamblea General de las Naciones Unidas, cuando decidió proclamar (resolución A/RES/70/212 ) el 11 de febrero como Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia que hoy se conmemora bajo el lema "Las mujeres científicas, líderes en la lucha contra COVID-19" y reúne, vía remota, a expertas de distintos campos relacionados con la pandemia en diferentes países.

Los temas del encuentro virtual convergen en reconocer el gran esfuerzo de la comunidad internacional para inspirar y promover la participación de las mujeres y las niñas en la ciencia durante los últimos 15 años, que es aún insuficiente porque ellas siguen encontrando obstáculos para desenvolverse en el campo de la ciencia, pues aun cuando aumentó significativamente su inscripción en las carreras universitarias, siguen insuficientemente representadas en la ciencia, la tecnología, la ingeniería y las matemáticas (STEM, por su significado en inglés).

Datos de la UNESCO mostraban entre 2014 y 2016 que menos del 30% de los investigadores en todo el mundo eran mujeres y apenas cerca del 30% de todas las estudiantes eligen en la universidad el campo de las STEM, y la matrícula de mujeres es particularmente baja en el campo de la tecnología de la información y las comunicaciones (TIC), 3%; ciencias naturales, matemáticas y estadísticas, 5%; e ingeniería, manufactura y construcción, 8%.

Por prejuicios y estereotipos se mantiene a las niñas y mujeres alejadas de los sectores de la ciencia, como lo evidencia el estudio “Prejuicios de género sin fronteras”, del Instituto Geena Davis, que señala que las mujeres que trabajan en el campo de las ciencias se limita sólo a un 12%.

Promover la igualdad de género es una prioridad mundial para la UNESCO y para cada una de las naciones porque el apoyo a las niñas, su educación y su plena capacidad para hacer oír sus ideas constituye palancas para el desarrollo y la paz. 

La infrarrepresentación de las mujeres en las STEM, y en particular en las TIC, se traduce en la pérdida de una masa crítica de talento, pensamientos e ideas, e impide que los países alcancen su máximo potencial de desarrollo frente a los desafíos de la pobreza, la salud, el cambio climático, los recursos hídricos y energéticos.

En nuestro país, la Universidad Nacional Autónoma de México registra una matrícula cercana a mitad de mujeres y mitad de hombres, y aunque en algunas carreras ellas representan mayoría, como Medicina, donde son más del 60%, o Biología, donde también hay más mujeres, Matemáticas tiene muy pocas estudiantes, y en Ingeniería conforman sólo el 19%”, según el estudio realizado por Norma Blazquez Graf.

El tema se agrava en la parte laboral donde no se alcanza la misma proporción, y en los puestos de decisión mucho menos, pues globalmente la presencia de las mujeres es de 15 a 20%”, indica la investigadora.

Blazquez Graf hace notar que la diferencia de participación por áreas continúa en los puestos más relevantes, ya que ellas no siempre están representadas proporcionalmente, pues las dirigen hombres aunque se trate de carreras ‘femeninas’.

Cita datos de la ONU, según la cual en el mundo la matrícula de estudiantes mujeres es particularmente baja en tecnología de la información y las comunicaciones, con 3%; ciencias naturales, matemáticas y estadísticas, 5%; y en ingeniería, manufactura y construcción, con 8%.

Menciona también una investigación realizada en 14 países, según la cual la probabilidad de que las alumnas terminen una licenciatura, una maestría y un doctorado en alguna materia relacionada con la ciencia es de 18, 8 y 2%, respectivamente, mientras que la posibilidad para los estudiantes varones es de 37, 18 y 6%, lo cual responde a estereotipos y prejuicios de género, porque desde pequeñas “nos enseñan que no somos capaces para ciertas disciplinas, y socialmente se intenta que no nos gusten”.

Otras investigaciones indican que hasta los nueve años las niñas tienen el mismo interés que los niños en áreas como física y matemáticas, pero conforme crecen se pierde, afirma Blazquez, porque la consigna de género las empuja a dedicarse al cuidado, a campos de la salud, y no a matemáticas, física o ingeniería. Desde los juegos y los juguetes se dirige a ambos géneros a determinados saberes, lo que se refuerza en la escuela”.

Sin embargo, resalta, el conocimiento no tiene género. Se debe trabajar en igualdad de oportunidades con los infantes desde preescolar, y con los docentes para derribar prejuicios, recomienda, y subraya que la participación femenina en la ciencia no es sólo cuestión de justicia social, también significa aumentar los recursos en investigación. “Cuando hay mujeres se hacen nuevas preguntas y se exploran temas con miradas distintas; el saber se enriquece con la inclusión”.

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