Entre las 182 áreas naturales protegidas federales de México, administradas por la CONANP, 44 tienen la categoría de Reservas de la Biosfera, concepto surgido en la UNESCO dentro del Programa El Hombre y la Biosfera (MAB, por sus siglas en inglés).

De nacionalidad mexicana, aunque nacido en Madrid, Gonzalo Halffter ha sido el principal impulsor del concepto global de reservas de la biósfera, y en dos ocasiones ha presidido el Consejo Internacional de Coordinación del Programa MAB-UNESCO, labor por la cual recibió la Medalla al Mérito en Ecología.

En Las voces de la biodiversidad en México, escrito por Esmeralda Loyden, Halffter acepta con modestia haber sido “uno de los que impulsaron este concepto”. Y aunque hoy lo anima crear otra categoría de ANP, las reservas archipiélago, su incesante trabajo ya ha cosechado nutridos frutos en el campo de la conservación.

El ecólogo considera que el concepto reservas de la biósfera tiene una enorme repercusión mundial. La Red Mundial de Reservas de la Biósfera cuenta con 669 sitios, incluidos 16 transfronterizos, además de que promueve la colaboración Sur-Sur.

Dedicada la investigación interdisciplinaria, esta instancia impulsa el refuerzo de capacidades, la gestión y la experimentación, en la que se conjugan, de manera innovadora, alternativas económicas, medioambientales y energéticas para el desarrollo sostenible, indica el organismo internacional.

El Programa MAB de la UNESCO, de carácter intergubernamental, busca establecer una base científica para mejorar la relación entre los seres humanos y el medio ambiente. Conjuga las ciencias exactas, naturales y sociales, así como  la educación para mejorar los medios de subsistencia de las personas, contribuir a la distribución equitativa de los beneficios y preservar los ecosistemas naturales o gestionados.

Además, impulsa la generación de planteamientos de desarrollo innovadores, adecuados desde el punto de vista socio-cultural, y sostenibles desde la perspectiva ambiental.     

Las primeras reservas de la biósfera creadas en México, a iniciativa de Halffter, son La Michilía y Mapimí, en Durango,  donde se introdujo el elemento de la participación comunitaria, lo que permite un uso en distintas áreas, pero resguarda áreas con protección total y áreas de uso sostenible que garantizan conservar para el futuro lo que hoy existe.

Esto implica, por mucho, aplicar un concepto filosófico que admite que tiene que haber un mejor reparto de la riqueza en el mundo, sostiene Halffter.