La nature est louange, chante-la /La nature est peinture, contemple-la/

La nature est vivante, respecte-la/  La nature est saveur, goûte-la /

La nature est richesse, préserve-la /La nature est musique, écoute-la/

 La nature est caresse, jouis-en / La nature est expérience, recommence-la /

La nature a ses limites, accepte-les/ La nature te donne la vie, gratifie-la/

 La nature est amour, partage le /La nature est toi, embrasse-la

(Denis Linckens, Belgium)

 

La juventud, esa “edad especialmente dramática y tormentosa en la que se producen innumerables tensiones con inestabilidad, entusiasmo y pasión, y en la que el joven se encuentra dividido entre tendencias opuestas”, como señalaba a principios del siglo XX el psicólogo estadounidense Stanley Hall, constituye un importante segmento de la sociedad mundial: más de 3 mil millones de personas de entre 14 y 29 años de edad.

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Asegurar a esta juventud una transición positiva a la vida adulta plantea prioridades en salud, educación y oportunidades, y ha llevado a colocar estos temas en la agenda mundial para que puedan vivir en condiciones de bienestar dentro de una visión sostenible de nuestro planeta ya que muchos sufren pobreza, desigualdad y se enfrentan a violaciones continuas de sus derechos humanos, según registra la Organización de las Naciones Unidas.

La celebración del Día Internacional de la Juventud cada 12 de agosto, a partir del año 2000, a raíz de la Resolución 54/120 I de la Asamblea General de las Naciones Unidas, corresponde a la fecha del primer Foro Mundial de la Juventud, en 1996, con el fin de promover una mayor toma de conciencia sobre los principios del Programa de Acción Mundial para los Jóvenes, creado en 1995.

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El 12 de noviembre de 1997, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) expidió la Declaración sobre las Responsabilidades de las Generaciones Actuales para con las Generaciones Futuras, con base en la Convención para la Protección del Patrimonio Mundial, Cultural y Natural, la Convención Marco sobre el Cambio Climático y el Convenio sobre la Diversidad Biológica.

Asimismo, se sustenta en la Declaración de Río surgida de la Conferencia de la ONU sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo, la Declaración y el Programa de Acción de Viena aprobados por la Conferencia Mundial de Derechos Humanos, entre otros.

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La declaración establece la responsabilidad de legar a las generaciones futuras un planeta que no esté irreversiblemente dañado por la actividad humana, y recomienda que cada generación procure utilizar los recursos naturales razonablemente, no comprometa la vida con modificaciones nocivas de los ecosistemas y que el progreso científico y técnico en todos los ámbitos no cause perjuicios a la vida en la Tierra. 

Promueve la protección del medio ambiente e indica que para que las generaciones futuras puedan disfrutar de la riqueza de los ecosistemas de la Tierra, las actuales deben luchar en pro del desarrollo sostenible y preservar las condiciones de la vida y, especialmente, la calidad e integridad del medio ambiente. Deben cuidar que las futuras no se expongan a una contaminación que pueda poner en peligro su salud o su propia existencia. Además, han de preservar los recursos naturales necesarios para el sustento y el desarrollo de la vida humana, y tener en cuenta sus posibles consecuencias, indica la declaratoria.

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Sobre la preservación de la diversidad biológica, advierte que el progreso científico y tecnológico no debe perjudicar ni comprometer de ningún modo la preservación de la especie humana ni de otras especies. Además de que  el patrimonio común de la humanidad, tal como lo define el derecho internacional, no debe  comprometerse de modo irreversible. 

El 1 de enero de 2016, los 195 países miembros de la ONU adoptaron la Agenda de Desarrollo Sostenible 2030, integrada por 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible, 169 metas y 230 indicadores que plantean retos para todos los gobiernos en la reducción de la pobreza, la desigualdad, la protección al planeta y asegurar la prosperidad para los próximos quince años.

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Esta agenda mundial podría representar un parteaguas para los jóvenes de México que, según la Encuesta Intercensal 2015 del INEGI, sumaban ese año 30.6 millones, es decir, el 25.7% de la población mexicana con edades de entre 12 y 29 años, de los cuales 35.1% son adolescentes (15 a 19 años), 34.8% jóvenes de 20 a 24 años y 30.1% tienen de 25 a 29 años de edad.

La UNESCO advirtió en su Tercer informe sobre el desarrollo de los recursos hídricos en el mundo que los jóvenes serán, en el mediano y largo plazos, los más afectados por las decisiones que se tomen sobre el cambio climático, los alimentos, la energía, la degradación ambiental, la estabilidad económica y el desafío continuo de la pobreza. Los llamó a mostrar su interés en estos temas, ya sea de forma individual o colectiva, y asegurarse de ser escuchados, porque influirán en su estilo y calidad de vida, e incluso podrían determinar cuánto tiempo van a vivir.

Con el fin de asegurar que las voces de las futuras generaciones sigan siendo el centro de la nueva agenda de desarrollo, cada dos años son convocadas a participar en el Foro de la Juventud de la UNESCO que en 2015 celebró su 9ª. edición con la presencia de más de 500 jóvenes de 159 países, justo después de aprobada la nueva Agenda de Desarrollo Sostenible, en septiembre, y antes de realizarse la COP21 en París, en diciembre, lo que alentó al organismo a coadyuvar en su emancipación, ir a su encuentro y responder a sus expectativas y a sus ideas, para procurar el desarrollo de sus capacidades a largo plazo.

Los asistentes al 9º. Foro de la Juventud, “Jóvenes ciudadanos del mundo en pro de un planeta sostenible”, expresaron sus predicciones y esperanzas hacia el 2040 acerca de los temas del Foro de la Agenda Post-2015 de Desarrollo Sostenible y Cambio Climático y propusieron acciones factibles orientadas a lograr las aspiraciones humanas de resiliencia, bienestar y paz.

Recomendaron crear una organización juvenil que se concentre en una universidad virtual mundial accesible a todos, que promueva eficientes políticas; la reflexión y definición de soluciones para proteger el entorno, y una aldea mundial cuya seguridad ecológica esté garantizada por guardianes, así como programas piloto de educación con una filosofía de respeto al medio ambiente.

Propugnan “reconocer que el clima es un patrimonio cultural coexistente y admitir que la mitigación del cambio climático, la adaptación y la transformación son los medios de preservar el conocimiento y las culturas locales. Además, si se preserva la cultura y se facilita el intercambio de conocimientos entre las comunidades locales, se aumentará su capacidad de adoptar medidas eficaces y eficientes.”

Es deseable, como lo propone la UNESCO, garantizar que las voces de los jóvenes permanezcan al frente de la nueva agenda de desarrollo.

Los jóvenes asistentes al 9º. Foro de la Juventud expresaron su visión sobre la naturaleza en los poemas contenidos en el link:

https://en.unesco.org/sites/default/files/chasing_tomorrow_-_poetry_collection.pdf