Coníferas, latifoliadas tropicales y de clima templado, árboles, arbustos y plantas trepadoras que forman parte de 28 familias botánicas mexicanas, son productoras en mayor o menor volumen de resinas o exudados vegetales --gomas, resinas, mucílagos, aceites esenciales, aceites de semillas, alcaloides, extractos medicinales y tintes-- que se han usado desde la antigüedad en la alimentación, los rituales mágico-religiosos, las terapias curativas, el teñido de fibras vegetales o animales y la preservación de la madera, entre otros (Murugesan et al., 2011).

Aunque se les llama productos forestales menores o productos forestales no maderables, por las diversas aplicaciones actuales y potenciales en variadas actividades humanas, los exudados vegetales conquistan mercados internacionales y podrían alcanzar o incluso superar el valor económico de la producción maderera, indica un estudio de Joaquín Antonio Quiroz Carranza y Miguel Alberto Magaña Alejandro, investigadores de las universidades Autónoma de Querétaro y Juárez Autónoma de Tabasco, respectivamente.

Son 79 los géneros de especies resinosas aprovechables para la industria alimentaria, el curtido de pieles, la elaboración de barnices, de preservadores o de aditivos de maderas, entre otros, con los cuales se pueden construir alternativas viables para el manejo sostenible de bosques y selvas, y para mejorar las condiciones de las y los productores y las trabajadoras y los trabajadores que participan en su transformación.

Entre las gomas más conocidas se encuentran el chicle, el caucho y el látex; entre las resinas destaca la trementina que “lloran” las coníferas, así como como el copal, la mirra y el incienso que transpiran las burseras, mientras algunos aceites esenciales se obtienen del lináloe. Veamos algunas de estas especies:

Gomas:

Chicle. El árbol del chicle o chicozapote, ácana (Manilkara zapota) es un árbol de la familia de las zapotáceas originario de México, América Central y América del Sur tropical. Los pueblos mayas lo llamaron sicte, y para ellos es un árbol sagrado. Ellos comenzaron la recolección de la savia del chicozapote, mediante incisiones en zig-zag sobre su corteza para que ésta fluyera hacia los recipientes colocados en la base del árbol. Tras un proceso de secado obtenían una goma masticable que usaban para limpiarse los dientes y la boca o para inhibir el hambre en los rituales de ayuno. El látex, polímero gomoso dulce y aromático que se obtiene de la savia de los árboles silvestres de chicozapote, era masticado por numerosos pueblos amerindios. Se cree que la costumbre de mascarlo nació en el Petén. Los nahuas lo denominaron tzictli, que significa pegar. Con esa goma se elaboran también artesanías e instrumentos musicales. Por la durabilidad y dureza de su madera, se empleaba en la construcción de los templos prehispánicos. Antonio López de Santa Anna fue quien lo llevó a Estados Unidos, donde se desarrolló la industria del chicle como golosina.

Caucho. El caucho (Hevea brasiliensis, Hevea (H. guianensis y H. pauciflora), también conocido como Ficus elástica, es una planta tropical de la que se extrae el látex, materia prima para elaborar infinidad de productos en la industria comercial, médica, de transporte y de defensa. De madera blanda, ramas altas ramificadas y gran corteza, el líquido lechoso que destila de cualquier incisión en “V” a su corteza contiene un 30% de caucho, que es coagulado y después procesado en productos sólidos, como las llantas. Cuando su fruto está maduro se abre de golpe para esparcir sus semillas y así se reproduce. De su látex blanco o amarillento y abundante hasta los 25 años de edad del árbol se fabrica el caucho, luego de "sangrar" el tronco mediante incisiones angulares en V. Este látex contiene 30 a 36% de hidrocarburo del caucho, 0,5% de cenizas, 1,5% de proteínas, 2% de resina y 0,5% de quebrachitol.

Látex.  El hule hevea o árbol del caucho (Hevea brasiliensis Muell Arg), pertenece a la familia Euphorbiaceae, vive en clima cálido húmedo y requiere suelos profundos, fértiles y permeables. Su periodo productivo es de seis a siete años y su vida fértil de 30 a 40 años. Originario de Latinoamérica, específicamente de Brasil, se caracteriza por la savia viscosa de su tronco. En zonas tropicales de México es propicio el cultivo del árbol del hule, donde los recolectores realizan cortes e incisiones en la corteza y recolectan el látex en un pequeño recipiente por debajo de la incisión detenida con un alambre al tronco del árbol. De cada corte se obtienen aproximadamente 30 ml del látex que se deposita en recipientes de plástico donde se le agrega ácido muriático para obtener una masa elástica. Finalmente se forman los “quesos” que se dejan secar al aire libre para luego transportarlos a las fábricas de procesamiento para  producir entre 40 y 50 mil artículos elásticos, entre los que sobresalen llantas, cámaras, mangueras, globos y guantes, que se  caracterizan por retener el aire, ser repelentes al agua, de larga duración y no conducir electricidad. El Servicio de Información Agroalimentaria y Pesquera señala que la producción de hule hevea en 2016 fue de 62.4 mil toneladas en México, y que Veracruz ocupa el primer lugar con 57.6% de esa producción que generó un valor de 685.7 millones de pesos.

Resinas:

Trementina. La resina de pino es un producto forestal no maderable que se obtiene de la exudación de algunas especies de pino de la cual se obtiene la trementina, aguarrás y la brea o colofonia, productos utilizados en la industria de pinturas y perfumería, principalmente. Sus derivados primarios son brea y aguarrás; y mediante la industrialización se obtienen ceras, pinturas, gomas, jabones, adhesivos y productos farmacéuticos; barnices, tintas, insumos para la elaboración de refrescos, breas modificadas para la fabricación de llantas y perfumes. Es una substancia viscosa que fluye del tronco de algunas especies de Pinus y Abies; naturalmente o por medio de una incisión. La actividad se encuentra en un proceso de deterioro tanto por las cantidades de resina producida como por las condiciones de extracción, manejo, comercialización e industrialización de los productos que se extraen de la resina. Sin embargo, la demanda de resina de pino en México, como materia prima para diferentes productos, ha crecido en los últimos años, y rebasa las posibilidades de abasto que ofrecen los principales estados productores, Michoacán, Jalisco, México y Oaxaca, afirma la Comisión Nacional Forestal.

Copal. En México existen poco más de 100 especies de burseras --familia a la que pertenece el copal--, principalmente en los estados de Guerrero, Michoacán y Oaxaca. Según la especie y la región, se le conoce como copal virgen, copal santo, tecomaca y almárciga, entre otros nombres. Las resinas olorosas mexicanas que desde la época prehispánica han aromatizado rituales y temazcales, son conocidas desde entonces como copalli, voz náhuatl que se refiere a la especie vegetal bursera de la que se explotan en México más de 20 especies, como el copal chino o santo (Bursera bipinnata) y el copal ancho (Bursera copallifera).

En la actualidad, estos árboles son propiedad comunitaria que debe ser preservada. Los copaleros cuidan de no sobreexplotarlos ni lastimarlos con demasiadas incisiones, y luego de extraerles la resina les dan dos y hasta tres años de descanso para evitar que se debiliten o incluso mueran. La siembra y recolección de la resina de burseras aromáticas reúne importancia social, económica, religiosa y cultural para muchas comunidades marginadas, pues mejora la economía familiar. Sin embargo, los bosques donde se desarrolla este árbol han ido desapareciendo por el crecimiento de las poblaciones, la sobreexplotación a manos de quienes desconocen la importancia de la sostenibilidad y “desangran” a los árboles, además del ataque de las plagas.

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