Procedentes de lugares lejanos, en distintas temporadas del año arriban por millares a territorio nacional para disfrutar de los lugares más hermosos de México donde el clima es benigno, el ambiente apacible, encuentran alimento en abundancia y parajes idílicos para el cortejo y la reproducción.

Para llegar a esos paraísos, algunos nadan miles de kilómetros desde los helados mares del Ártico o del Antártico, o desde Sudáfrica; otros, desde mar adentro y muchas más, que hacen trayecto aéreo, llegan de tierras lejanas, desde la Patagonia o de otros continentes.

Según el grupo a que pertenezcan, su destino temporal son bahías de aguas colmadas de fitoplancton o de krill, espaciosas playas de arenas cálidas, manglares costeros saturados de ricas viandas y aromados bosques de oyamel, entre los espectaculares sitios de reposo que prefieren.

Se trata de mamíferos marinos, aves migratorias, tortugas marinas y coloridas mariposas, especies que año con año engalanan nuestros ecosistemas con su visita y dan pauta a diversas actividades ecoturísticas en tierra y mar.

Describamos algunos de estos distinguidos visitantes.

Ballena gris (Eschrichtius robustus)

Aunque el 90% de esta carismática especie nace en aguas mexicanas, los individuos adultos realizan la migración más larga de los mamíferos marinos al recorrer durante tres meses 16 mil kilómetros desde las frías aguas del mar de Bering, en Alaska, hasta la península de Baja California. Su llegada a los santuarios en aguas mexicanas sucede a finales de octubre para aparearse y tener a sus crías en una estancia de cinco meses y regresan al mar de Bering para alimentarse durante el verano y el otoño.

Especie amigable, se acercan a las embarcaciones de turistas y muestran la cola, asoman la cabeza fuera del agua, enseñan sus ojos y realizan saltos, lo que constituye una auténtico espectáculo natural que sensibiliza a las personas sobre la importancia de cuidar esta especie como parte de la biodiversidad de nuestro planeta.

México, pionero en la protección de la ballena gris, aplica la Norma Oficial Mexicana NOM-131-SEMARNAT-2010, que establece lineamientos y especificaciones para la observación de ballena con el fin de garantizar su protección y conservación. Asimismo, trabaja para que todas las especies de ballena tengan buen cobijo en los mares mexicanos.

Tiburón ballena (Rhincodon typus)

Conocido también como pez damero o dominó por el gris de su lomo con puntos y líneas blancas y en el vientre el color crema que asemeja las fichas del juego, es el pez más grande del mundo ya que puede medir hasta 18 m de longitud y pesar 34 toneladas. De cuerpo estrecho, gran cabeza ancha y plana y enorme boca, ojos pequeños ubicados en el extremo lateral de su cabeza, vive en el fondo marino donde las líneas blancas le permiten camuflarse.

Se alimenta principalmente de plancton animal y vegetal que captura en grandes volúmenes al filtrar agua de mar a través de sus branquias.

La NOM-059-SEMARNAT-2010 lo lista como especie amenazada. Su presencia en aguas nacionales ocurre entre mayo y septiembre en Bahía de Los Ángeles, Baja California; Bahía de La Paz, Baja California Sur, y en las proximidades de isla Holbox, Quintana Roo, al norte del Caribe, particularmente en las Áreas de Protección de Flora y Fauna Yum Balam y el Parque Nacional Isla Contoy.

Este magnífico pez propicia el turismo sustentable que se disfruta mediante actividades de observación y nado, para lo cual se puede contratar algún servicio con prestadores autorizados que conocen y deben respetar el código de conducta establecido.

Tortugas marinas

De todos los océanos arriban a costas mexicanas miles de tortugas marinas para desovar, lo que constituye uno los espectáculos naturales más hermosos de la naturaleza. En nuestras playas anidan 6 de las 7 especies que existen en el planeta: tortuga blanca, negra, prieta o verde del Pacífico (Chelonia mydas); lora (Lepydochelys kempii), golfina (Lepidochelys olivacea), caguama (Caretta caretta), carey (Eretmochelys imbricata) y laúd (Dermochelys coriacea).

La NOM-059-SEMARNAT-2010 las cataloga en peligro de extinción y desde 1990 la autoridad federal decretó una veda total y permanente para la protección de todas las especies de tortugas marinas en México. Un año más tarde fue creado el Centro Mexicano de la Tortuga en Mazunte, donde operan tres campamentos tortugueros a cargo de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas.

Santuario La Escobilla, Oaxaca, es el sitio que ofrece el mayor espectáculo por ser la principal zona de anidación de la especie golfina en México y el mundo. Recibe más de un millón de ejemplares por temporada, mientras playa Morro Ayuta, también en Oaxaca, alberga anualmente anidaciones de medio millón de golfinas en promedio.

El fenómeno de arribazón se puede observar también en Barra de la Cruz, municipio de Santiago Astata, Oaxaca, una de las playas con mayor importancia en la anidación de laúd, la especie de mayor tamaño y peso, ya que alcanza hasta 2 m de longitud y más de 600 kg en las hembras y hasta 900 en los machos.

El Centro Mexicano de la Tortuga fomenta actividades ecoturísticas e involucra a la sociedad para que participe en las tareas de conservación. Cada temporada atiende decenas de miles de visitantes y recibe a un gran número de voluntarios, estudiantes y tesistas.

Mariposa Monarca

Una de las especies emblemáticas de México, de apenas medio gramo de peso, es la mariposa Monarca (Danaus plexippus), que realiza durante tres meses un extraordinario y enigmático recorrido de más de 4 mil km desde Canadá y Estados Unidos en busca de un clima más cálido para hibernar.

Emprende su vuelo en agosto, y en septiembre y octubre se interna a territorio mexicano y cruza los estados de Coahuila, Nuevo León, Tamaulipas, Zacatecas, Querétaro, Aguascalientes, Guanajuato, San Luis Potosí e Hidalgo, para llegar a principios de noviembre a los bosques de oyamel y pino del Estado de México y Michoacán, ubicados en la Reserva de la Biósfera Mariposa Monarca.

Durante casi cinco meses de estancia en nuestro país, la mariposa Monarca establece sus colonias de hibernación y forma racimos en las ramas de los árboles para protegerse del frío invernal. Al calentarse el día, despliega su vuelo nupcial y se aparean para producir la siguiente generación.

Visitantes nacionales y extranjeros esperan la apertura de los santuarios para admirar la belleza y fortaleza de este lepidóptero de alas color naranja y negro que al llegar la primavera retorna al norte del Continente para regresar coincidentemente durante la celebración de los Días de Muertos.

Aves playeras

En 17 sitios, 12 de ellos en el norte del país, México recibe parvadas de aves acuáticas y migrantes: las aves playeras. Fauna de variadas formas, tamaños y colorido. No obstante, sus poblaciones han mermado de manera alarmante en las últimas décadas a consecuencia del deterioro y pérdida de sus hábitats, por lo que es preciso proteger las rutas por las que se desplazan en un constante movimiento en busca de alimento, abrigo, descanso y anidación.

Estos vertebrados han estado en problemas desde mediados de los 80, por lo cual la comunidad científica creó la Red Hemisférica de Reservas de Aves Playeras (WHSRN) para protegerlos y proteger la integridad ecológica de los hábitats críticos para las aves playeras en las Américas. Actualmente esta red registra 107 sitios de 17 países que trabajan en la conservación de estas aves. México destaca con 17 sitios, de los cuales 12 se ubican en el noroeste del país.

El territorio mexicano ofrece a estas aves humedales que les son de vital importancia para descansar, alimentarse y reemprender el vuelo hacia Centro y Sudamérica, donde hibernan. Un sitio importante es la Reserva de la Biósfera Marismas Nacionales, corredor biológico ubicado sobre la costa del Océano Pacífico, en el estado de Nayarit, cuyos nutridos bosques de mangle anualmente dan abrigo y alimento a por lo menos 70 mil y hasta más de 100 mil ejemplares de aves acuáticas y playeras, residentes y migratorias.

Pero más importante aún para las aves playeras es la franja de 3 mil kilómetros de litoral costero en la región noroeste, desde Baja California, pasando por Baja California Sur, Sinaloa, Sonora y Nayarit, donde planicies lodosas, playas arenosas, salitrales, costas rocosas, zonas riparias y ambientes artificiales, ofrecen a las aves el hábitat idóneo para su supervivencia.

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