Los árboles, esos vegetales leñosos que crecen y se ramifican a cierta altura según la especie y la región a la que pertenezcan, desarrollan fronda y, desde la raíz hasta la copa, cada una de sus partes nos aporta bienestar a través de una larga serie de servicios ambientales que calladamente nos brindan.

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Cuando el tronco rebasa los 10 centímetros de diámetro y la planta llega a la madurez al alcanzar generalmente los dos metros de altura, se le denomina árbol. Existen ejemplares de más de cien metros de estatura, como la secuoya gigante “General Sherman”, del Parque Estatal Reed Humboldt, en California, con un nivel cercano a los 80 metros, mil 300 toneladas de peso y más de 2 mil años de edad; y también de grueso tronco, como nuestro Árbol del Tule, el célebre ahuehuete de Santa María del Tule, Oaxaca, de más de 14 metros de diámetro, 600 toneladas de peso, 42 metros de altura y más de dos milenios de existencia.

Los árboles permanecen firmemente arraigados a la tierra mientras alguien no corte su vida y, a cada instante, nos proporcionan generosamente servicios ambientales inapreciables sin los cuales la biodiversidad y la existencia del propio ser humano, serían imposibles.

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Recordemos parte de la infinita gama de beneficios que recibimos de estas plantas, ya sea un árbol solitario, un bosque o una selva:

  • En su proceso natural de absorción del exceso de dióxido de carbono (CO2) remueven y almacenan el carbono, a la vez que liberan oxígeno. Coadyuvan así a mitigar el cambio climático.
  • Limpian el aire al absorber gases contaminantes como óxidos de nitrógeno, amoniaco, bióxido de azufre y ozono.
  • Mitigan las altas temperaturas al interrumpir las islas de calor y refrescan calles y edificios al proporcionar sombra, además de liberar vapor de agua a través de sus hojas.
  • En regiones o temporadas de altas temperaturas reducen significativamente el consumo de electricidad de los aires acondicionados y, por ende, la emisión de dióxido de carbono y otros gases contaminantes de las plantas de generación de energía.
  • La sombra mitiga la sed de los céspedes urbanos, al impedir la evaporación.
  • Producen  humedad atmosférica con su transpiración.
  • Son moderadores de la temperatura del suelo.
  • Disminuyen los escurrimientos de agua pluvial al atrapar el agua de lluvia que va a su tronco y al subsuelo, con lo cual los contaminantes no llegan a los océanos.
  • Si se les coloca una cubierta protectora especial filtran el agua a los mantos acuíferos.
  • Evitan la erosión de los suelos, ya que con sus raíces mantienen los sustratos en laderas montañosas y declives de ríos y arroyos.
  • En parques, infantiles, jardines y centros escolares su fronda protege de los rayos ultravioleta y reduce el riesgo de cáncer en la piel.
  • Son compañeros de juego infantil al prestar sus troncos para trepar, esconderse o construir casas sobre sus ramas.
  • Especialistas médicos reportan mejor y más pronta recuperación de los pacientes que pueden ver árboles desde sus ventanas
  • Richard Louv revela que el trastorno por déficit de atención e hiperactividad se relaciona con el síndrome del “déficit de naturaleza” por desconexión con los árboles y la biodiversidad que generan y protegen.
  • Especialistas revelan que en conjuntos humanos donde no existen árboles se genera mayor violencia que en aquellos donde hay árboles en los alrededores.
  • Ofrecen nichos de oportunidades económicas conformados como huertos familiares o comunitarios, viveros o semilleros.
  • Su follaje es hábitat de aves, insectos, reptiles y artrópodos a los cuales protege de las inclemencias del tiempo.
  • En muchas comunidades forman muros para mitigar el ruido que produce el transporte en las calles, detener tolvaneras o marcar predios, e incluso, según la especie, como el neem, para evitar la proliferación de plagas.
  • En México, al igual que en otros países en desarrollo, son materia elemental para la medicina tradicional, la construcción de casas y embarcaciones, la elaboración de tintes y perfumería, la manufactura de artesanías y laudería,  la fabricación de papel, cartón y contenedores.
  • Constituyen elementos imprescindibles para el paisajismo y la agricultura.
  • En países en desarrollo son fuente de energía primaria.
  • Son fuente de inspiración para el arte, principalmente la poesía, y la mitología. La cultura mixteca, por ejemplo, refiere de que del amor de dos árboles surgió entre hogueras la raza humana.