El dióxido de carbono (CO2) es un gas de efecto invernadero (GEI) responsable en un 63% del cambio climático. Se debe principalmente a las emisiones derivadas de la actividad  humana y que, como cada año es más evidente, se percibe con la elevación de las temperaturas globales, mismas que pueden desencadenar desequilibrios ambientales de enorme magnitud.

Por ello, la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) es una de las respuestas más críticas al cambio climático.

Según el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC), para limitar el aumento de la temperatura media global por debajo de 2°C (la temperatura en la que existe una alta probabilidad de impactos ambientales catastróficos), las emisiones globales deben ser reducidas en un 50-85% por debajo de los niveles de 2000 para el año 2050.

Un co-beneficio importante de mitigar los GEI es la prevención de impactos negativos en los ecosistemas, incluida la pérdida de biodiversidad, la acidificación de los océanos, la degradación del suelo o la contaminación del agua.

Muchas de las acciones para mitigar las emisiones de GEI disminuyen también las de los contaminantes del aire, trayendo beneficios colaterales para la calidad del aire y la salud humana.

En México, con la implementación del Protocolo de Montreal, se ha protegido la capa de ozono mediante la eliminación del 99% de las sustancias que agotan la capa de ozono (SAO) mismas que también son gases de efecto invernadero muy potentes, y contribuyen al calentamiento global.

La magnitud de la implementación de este Protocolo es sustancial. La reducción de las emisiones de SAO esperadas se ha estimado globalmente en 10-12 giga toneladas de CO2 equivalente entre 1985 y 2010 (Velders et al. 2007).

Derivado del Protocolo de Montreal, México ha ratificado la Enmienda de Kigali, que busca la reducción gradual del uso de los hidrofluorocarbonos (HFC) usados principalmente en la refrigeración y aire acondicionado. La Enmienda Kigali contribuirá a evitar un aumento en la temperatura promedio del planeta, de 0.5 ° C para finales de siglo. Además, podría reducir la emisión a la atmósfera de aproximadamente 70 mil millones de toneladas de CO2 equivalente para el año 2050. (UNIDO, 2017).

El cumplimiento de los acuerdos internacionales, aunado a la colaboración entre distintos actores sociales, la propagación de la educación ambiental y concientización, y la realización de actividades cotidianas diarias para la reducción de emisiones CO2 como evitar traslados unipersonales en automóvil, usar el transporte público, evitar la generación de residuos o en su caso, separarlos adecuadamente, ahorrar la energía eléctrica en casa, utilizar alternativas solares de energía, entre otros, permitirá mitigar los escenarios catastróficos que se contemplan con la elevación de la temperatura global.

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Consulta aquí el conjunto de datos abiertos sobre agua residual que recibe tratamiento al 2016