El saneamiento es una prioridad del desarrollo mundial, resume la Organización Mundial de la Salud (OMS) al reflexionar sobre las 2,400 millones de personas que carecen de agua segura y fácilmente disponible en el mundo, y de las 4,500 millones sin un retrete en sus hogares.

Tales servicios elementales para todo individuo deben solventarse según lo previsto en el  Objetivo 6 de Desarrollo Sostenible (ODS) y la Agenda 2030.

En México, en 2016 se destinó a la cobertura y mejora de los servicios de agua potable, alcantarillado y saneamiento 27,028.9 millones de pesos, y a junio del año actual 2,424.2 millones, para dar servicio de agua potable a 115 millones de habitantes, es decir, al 94.4% de la población. La meta de 93.3% para 2018 ya fue rebasada.

Por otra parte, con 364 obras de alcantarillado se incorporaron al servicio 556,541 habitantes.

Tedros Adhanom Ghebreyesus, director general de la OMS, advierte que agua potable y saneamiento “repercuten en la salud individual y comunitaria y no deben ser privilegio de los ricos ni de los habitantes de áreas urbanas”, ante las cifras del Programa de Monitoreo Conjunto, Avances en agua potable, saneamiento e higiene: actualización de 2017 y líneas de base de los ODS.

Otras fuentes señalan:

·        Una de cada diez personas no tiene más opción que defecar al aire libre (OMS/UNICEF, 2015).

·        La diarrea ocasionada por las malas condiciones de saneamiento y el agua insalubre mata a 315 000 niños cada año (WASHwatch 2016).

·        La transmisión de enfermedades en el lugar de trabajo, principalmente debido a las malas condiciones de saneamiento e higiene, causa el 17% de todas las muertes relacionadas con el trabajo (OIT, 2003).

·        La pérdida de productividad a causa de enfermedades ocasionadas por falta de saneamiento y malas prácticas de higiene cuesta a muchos países hasta el 5% de su PIB (Hutton, 2012).

 

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