Desde siempre, el agua ha sido uno de los recursos indispensables para garantizar el desarrollo de la humanidad, de ahí que las principales civilizaciones se desarrollaron a las orillas de un río, un lago o el mismo mar, ya que de sus diferentes caudales se obtiene alimentación y salud.

Sin embargo, es bien sabido que conforme creció la población, la explotación del agua dejó de ser equilibrada y muchas veces su uso fue tan desigual que hoy, a pesar de contar con tecnología y desarrollo industrial, una de cada tres personas en el mundo vive sin agua potable, según datos de las Naciones Unidas.

Por ello, en el marco del Día Mundial del Agua es importante recapitular y cobrar conciencia sobre la importancia de garantizar el acceso a este recurso, ya que de ello dependerá el futuro de la humanidad.

Te presentamos cinco aspectos en los que el agua es un factor clave:

1.- Agua para la salud

Este recurso es indispensable para garantizar la salud, ya que además de ser un elemento básico para la hidratación, también lo es para asegurar la limpieza para prevenir y combatir la propagación de enfermedades que van desde la simple gripe o infecciones estomacales, hasta la misma pandemia generada por Covid-19.

Lavarse las manos es esencial para contener la propagación de esta y otras enfermedades; sin embargo, de acuerdo con datos de las Naciones Unidas, casi tres mil millones de personas en el mundo no tienen cómo lavarse las manos debido a que solo 60% de la población mundial tiene acceso a instalaciones básicas para asearse y 71% utiliza un servicio de agua potable gestionado de forma segura.

Por lo anterior, uno de los retos que tenemos actualmente es garantizar el agua potable para la población, ya que su consumo, el cual debe ser de por lo menos dos litros al día, ayuda al cuerpo humano a equilibrar sus funciones biológicas, la absorción de nutrientes y la eliminación de toxinas y otros desechos que el cuerpo no necesita.

2.- Agua para la vida

El agua es un elemento esencial para los seres vivos, toda vez que en ella fue que tuvieron origen las primeras formas de vida en el planeta. De ahí que los diferentes organismos y especies están compuestos de este recurso, como el ser humano, cuyo cuerpo está conformado 60% de agua, los peces entre 65 y 80%, los insectos 40%, los troncos de los árboles 50%.

Sin embargo, debido al desordenado crecimiento de las ciudades y a la falta de una política adecuada de aprovechamiento y manejo del agua, muchas de las cuencas hídricas del mundo han sido sometidas a un estrés que ha derivado en su desecamiento, con el consecuente fenómeno de erosión y desertificación en perjuicio de muchos ecosistemas.

Por lo tanto, la seguridad hídrica, la salud de los ecosistemas y la sostenibilidad de todas las formas de vida que hay en nuestro planeta, incluidos los seres humanos, dependerán del cuidado que le demos al agua que tenemos disponible en nuestras fuentes superficiales y subterráneas, así como en nuestros mares y océanos.

3.- Agua para la alimentación

El agua en sí es considerada como un alimento, de acuerdo con el Codex Alimentarius de la FAO, de manera que su privación se traduce inevitablemente en muerte para todo ser vivo. Además, es un elemento imprescindible para la producción de alimentos ya que sin agua no hay agricultura ni tampoco se puede sustentar la ganadería.

De acuerdo con especialistas, el agua en nuestro organismo trabaja para:

  • Transportar nutrientes a las células.
  • Elimina Sustancias Tóxicas.
  • Es un solvente para muchos nutrientes.
  • Es básica en forma gaseosa para expulsar CO2 del cuerpo.
  • Interviene en la digestión, absorción y metabolismo de alimentos.
  • Contribuye al equilibrio de electrolitos.

Además, su uso es necesario para la preparación y elaboración de alimentos, además de garantizar la higiene de los mismos al permitir su limpieza, clave elemental para combatir problemas causados por organismos patógenos dañinos para la salud humana si son consumidos.

4.- Agua, clave en el Cambio Climático

Es más que evidente que el agua juega un papel clave en el cambio climático, ya que por su medio se pueden percibir los efectos del calentamiento global. Y todo a partir de la variación de los ciclos del agua en los diferentes ambientes del planeta, partiendo de los gélidos glaciares hasta los cálidos desiertos.

En ese sentido, la actividad humana ha favorecido a la intensificación de muchos de estos cambios, al extraer más agua de la que la naturaleza puede restablecer. Como consecuencia, los procesos de desertificación, el deshielo de los glaciares, por mencionar los más significativos, se han acelerado al grado de que los fenómenos climáticos hoy son cada vez más marcados, con sequías más intensas y tormentas más agresivas.

Por si  fuera poco, el agua es elemental para la mitigación del cambio climático, toda vez que el océano captura y almacena 50 veces más carbono que la atmósfera y absorbe de 20 a 35% de las emisiones de dióxido de carbono antropogénico. A esto se le denomina Carbono Azul, es decir, el que es captado por ecosistemas marinos.

5.- Agua y desarrollo sustentable

Como resultado de todos estos problemas, muchos investigadores están llegando a la conclusión de que la mayor parte de los conflictos hídricos son consecuencia de la forma en que el ser humano ha dispuesto del agua desde que comenzó a construir sus primeras ciudades hace más de cinco milenios.

Por mucho tiempo la falta de una conciencia y criterio para respetar el ciclo natural del agua ha hecho que en las ciudades se dé un trato igual tanto a aguas pluviales como a las usadas o desechadas por la sociedad, mediante sistemas de drenaje que solo se limitan a devolver el líquido ya contaminado a los cauces originales. Lo que históricamente se ha traducido en problemas de salud como las pestes del siglo XIV y muchos otros que siguen afectando a la sociedad moderna.

Lo anterior, ha hecho evidente la necesidad de transitar hacia una gestión de las aguas basada en la naturaleza, de manera que toda agua que se consuma o sea usada, tratada y manejada responsablemente para que pueda regresar de forma limpia y digna a sus cauces originales para asegurar que el recurso persista con la misma calidad para las generaciones futuras.

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