Además de su belleza, ya sea por su canto o por el color de su plumaje, las aves también son el símbolo de la interconexión que existe entre los diversos ecosistemas del planeta. De ahí la importancia de su protección y la conservación de las áreas donde viven, ya que su presencia nos revelan la salud ecológica del planeta y los daños que podríamos estar causando con nuestras actividades.

Es por ello que para este año, el Día Mundial de las Aves Migratorias,  que se lleva a cabo el segundo sábado de mayo y octubre, tiene como lema: «Las aves conectan nuestro mundo», ya que éstas forman parte de nuestro patrimonio natural compartido. Y tanto su comportamiento como su presencia o ausencia a lo largo de sus trayectorias migratorias nos revelan la magnitud que tiene el cambio climático y sus efectos en los diversos ecosistemas.

En esta ocasión, la Convención sobre Especies Migratorias ha sumado fuerzas con el Acuerdo de Aves Acuáticas de África y Eurasia, y Medio Ambiente para las Américas a fin de fortalecer el reconocimiento y la apreciación global de las aves migratorias como un referente que ayude a detectar cómo está nuestro planeta.

La misma organización del Día Mundial de las Aves ha destacado que la conectividad es esencial para las especies migratorias, e importante para una amplia variedad de funciones ecológicas, debido a que “describe el movimiento natural y necesario de las especies y el flujo de procesos naturales que sostiene la vida en la tierra”.

En ese sentido, cualquier cambio que se pueda presentar en los diversos ecosistemas por los que atraviesan las aves se traduce en una variación de condiciones que hacen que éstas modifiquen sus conductas de migración, y en ocasiones con un efecto devastador en sus posibilidades de supervivencia.

Estos cambios pueden ser generados por las variaciones del tiempo debido al cambio climático, como por las actividades humanas y que por lo general provocan el envenenamiento de las aves, su colisión con objetos artificiales, su desorientación y su muerte al no contar con un refugio en donde descansar, alimentarse o reproducirse.

En gran parte de estos problemas el ser humano tiene un alto grado de responsabilidad, ya que incurre en prácticas agrícolas insostenibles y el cambio de uso de suelo de muchos de los refugios naturales y la aplicación de pesticidas también afectan a las aves. Además, realiza obras de infraestructura no amigables con su entorno natural, como en el caso de los generadores de energía eólica o los edificios altos, que son levantados sin realizar un estudio previo de impacto a los ecosistemas, y que al final propician la disminución del hábitat de las aves migratorias en perjuicio de por lo menos 350 especies.

De acuerdo con el portal oficial del Día Mundial de las Aves Migratorias, una opción para hacer frente a estos problemas es ayudar a la creación de corredores de hábitat transfronterizos, tomando en cuenta las rutas que tomas muchas aves, además de proteger las redes de sitios críticos clave para la migración de pájaros, tal y como lo recomienda la organización internacional BirdLife.

En este contexto, es importante recordar que por la riqueza de sus ecosistemas, México es un lugar de descanso, abastecimiento y refugio para millones de especies acuáticas, canoras y rapaces que transitan cada año de norte a sur de América, entre ellos el Istmo de Tehuantepec, Oaxaca y la región Laguna Madre y Delta del Río Bravo, donde confluye la migración de más de 450 especies de aves.

Este año, debido al problema generado por la COVID-19, el Día Mundial de las Aves Migratorias invita a la población a recurrir a las redes sociales para intercambiar sus conocimientos y experiencias con las aves migratorias, así como con acciones simples como “observar desde los balcones con binoculares”, establecer contacto con los asociados locales de Bird Life para un mejor aprovechamiento de esta actividad, organizar concursos de fotografía «Aves en tu jardín/ciudad» e incluso compartir fotografías y experiencias.

En México se cuenta con la iniciativa “A ver aves”, impulsado por la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad, y la Iniciativa para la Conservación de las Aves de América del Norte, en donde se pueden consultar las diferentes actividades en las que todo ciudadano puede participar, con el único requisito de querer ver aves y compartir.