Bien inapreciable, la salud es un derecho, proclama la Organización Mundial de la Salud (OMS) al conmemorar hoy el Día Mundial de la Salud con el tema de campaña “Nuestro planeta, nuestra salud”, que busca atraer la atención global con el propósito de poner en relieve la interconexión entre el planeta y nuestra salud.

La efeméride tuvo su origen en 1857, durante la Primera Asamblea Mundial de la Salud que propuso establecer esta conmemoración, y desde la fundación de la Organización Mundial de la Salud, en 1948, se celebra cada 7 de abril.

En los tiempos que corren, diversos fenómenos determinan la salud humana y la salud del planeta: cambio climático, factores físicos, químicos y biológicos, entre otras variables que, sin embargo, no impactan de la misma manera a todos los individuos y revelan la inequidad que existe entre países, sociedades e individuos.

Algunas personas pueden llevar una vida más sana y tener mejor acceso a los servicios de salud que otras, debido enteramente a las condiciones en las que nacen, crecen, viven, trabajan y envejecen, como se puso en evidencia durante la pandemia de covid-19, tal como lo ha reconocido la propia OMS.

La Organización Panamericana de la Salud, adherida a la OMS, difunde este año varios videos para propiciar conciencia entre la población de las Américas, en los cuales postula que el aire que respiramos es un derecho y que cada individuo es parte de la solución.

Sostiene que en América 9 de cada 10 hogares utilizan combustibles que contaminan el aire de sus viviendas, infición que afecta la salud de millones de personas. Ante ello propone realizar sencillas acciones que pueden salvar vidas, como mejorar la calidad del aire al elegir energías limpias para el hogar y reducir al máximo la combustión doméstica.

El organismo panamericano señala que 9 de cada 10 personas viven en ciudades con niveles de contaminación que exceden las recomendaciones de la OMS, y precisa: “La contaminación del aire no tiene fronteras, es un problema global que produce inflamación de las vías respiratorias, enfermedades cardiovasculares, neurodegenerativas, nacimientos prematuros y envejecimiento de la piel, además de acabar con la vida de aproximadamente 7 millones de personas al año”.

Insta, por tanto, a exigir leyes que limiten la emisión de gases y partículas para reducir los niveles de contaminación mediante la utilización de transportes limpios, la buena disposición de los residuos y la elección de la eficiencia energética.

Somos testigos del cambio climático, agrega. Las consecuencias de la quema de combustibles fósiles y la deforestación han alterado el clima global y los efectos ya se sienten, por lo que presenciamos más huracanes, olas de calor, incendios, inundaciones, sequías y aumento en el nivel del mar.

Refiere que las altas temperaturas han provocado un incremento de las enfermedades cardiovasculares y respiratorias, mientras los incendios forestales y las sequías han generado pérdida de las cosechas, que no sólo han afectado el medio de vida de los agricultores, sino que han potenciado la inseguridad alimentaria.

Por si fuera poco, el clima extremo ha cambiado nuestro entorno y ha desplazado a las personas de sus hogares, acrecentando las enfermedades transmitidas por vectores. El dengue, por ejemplo, que suele seguir un patrón estacional, se está detectando fuera de su ciclo normal.

Tal situación, expone la OPS, plantea preparar a los sectores de salud e infraestructura para llegar a cero emisiones netas de gases de efecto invernadero, crear sistemas integrados de información y observatorios de clima y salud que midan la contaminación, el cambio climático y su impacto tanto en la salud como en la economía de los países, y que permitan anticipar y recuperarnos frente a efectos climáticos y otros fenómenos.

Con el objetivo de recuperar el planeta que conocimos, insiste, es necesario preparar al personal de salud y trabajar de la mano con otros sectores, apostar por sistemas de transporte menos contaminantes y más eficientes y saludables, así como cambiar nuestros hábitos de consumo.

Adriana Blanco Marquizo, jefa de la Secretaría del Convenio Marco para el Control del Tabaco, se explaya sobre un tema poco abordado pero no menos importante, el tabaquismo, del que bien sabemos el daño que causa al organismo humano pero poco del impacto en el medio ambiente.

Explica que el cultivo del tabaco requiere un uso intensivo de la tierra y el agua, y libera al entorno las 7 mil sustancias químicas tóxicas que tanto en la fabricación, como el consumo y la eliminación del tabaco provocan una gran degradación del medio ambiente.

Las colillas, precisa Blanco Marquizo, son la forma más abundante de residuos plásticos del mundo, ya que están hechas básicamente de plástico. Se calcula que cada año se fuman 5.6 trillones de cigarros, dos tercios de los cuales se eliminan de forma inadecuada, y las colillas constituyen el 40% de los residuos en la recolección en playas y ciudades y se encuentran comúnmente en los cuerpos muertos de aves marinas, delfines y tortugas marinas.

Resalta que los filtros están compuestos por miles de fibras de acetato de celulosa, y que estos microplásticos contaminan los ecosistemas del mundo y tardan años en degradarse, además de que son muy tóxicas para los organismos acuáticos y letales para los peces de agua dulce.

No obstante, este 7 de abril se renueva la esperanza. La OPS afirma que si nos comprometemos ahora podemos recuperar el planeta que conocimos. El futuro no está escrito, y las acciones que emprendamos ahora pueden marcar la diferencia.

Consulta Aquí los Datos Abiertos sobre residuos rpbi