En el escenario mundial más de 670 millones de adultos y 120 millones de niñas y niños (de 5 a 19 años) son obesos y más de 40 millones de niños menores de 5 años tienen sobrepeso. En el mismo espacio más de 800 millones de personas padecen hambre y una de cada 3 mujeres en edad reproductiva sufre anemia. Por ello, Naciones Unidas llama a conjuntar esfuerzos para alcanzar un mundo sin hambre, propósito que también busca la Agenda 2030 con su meta: hambre cero.

En la fecha conmemorativa de la fundación de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), creada el 16 de octubre de 1945, se proclamó en 1979 el Día Mundial de la Alimentación con el objetivo de aumentar la participación de la sociedad en el problema alimentario mundial y fortalecer la solidaridad en la lucha contra el hambre, la desnutrición y la pobreza.

Con este antecedente, y bajo el lema "Alimentos inocuos, mejor salud", un mundo sin hambre es un anhelo que podría lograrse si dejamos atrás el modelo erróneo adoptado hace algunas décadas de consumo de productos industrializados que a la postre han dañado enormemente la salud de muchas poblaciones, reducido la biodiversidad e impactado al medio ambiente.

Un estudio de la FAO demuestra que en los últimos años la comida rápida ha desplazado en gran medida a la comida del hogar y no solo eso, también ha sustituido ingredientes importantes como frutas y verduras, por harina, azúcar, grasas y sal.

El organismo internacional agrega que lo anterior se suma al sedentarismo propio de las profesiones disponibles en las grandes ciudades y ha traído como consecuencia que la mala alimentación sea la principal causa de muerte y discapacidad.

Como si esto no fuera suficiente, el cambio de dieta no solo afecta la salud del ser humano, también impacta gravemente al medio ambiente ya que históricamente los seres humanos se han alimentado de 6,000 plantas aproximadamente, pero el cambio en los hábitos alimenticios, sumado a la prioridad que tienen los cereales en el mercado actual, ha reducido la biodiversidad vegetal, ya que en la actualidad solo nueve plantas representan el 66% de la producción total de cultivos en todo el planeta.

Asimismo, mientras por un lado se defiende a los animales en peligro de extinción, la dieta de los países ha erradicado de la faz de la tierra una amplia cantidad de plantas que al no ser cultivadas o haber sido arrancadas por considerarlas malas hierbas, dejaron de existir.

En México la situación del hambre fue agravada por el cambio de alimentación, principalmente en los estratos de menores ingresos. Datos del Instituto Nacional de Geografía y Estadística indican que en 2018 el 47% (16.2 millones) de los hogares en el país experimentaron alguna dificultad para satisfacer sus necesidades alimentarias por falta de dinero o recursos.

En el mismo año, la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH) 2018, reportó 10.3 millones de hogares con alguna dificultad para satisfacer necesidades alimentarias de los menores.

Además, del gasto corriente monetario mensual de los hogares, 35% se destina al rubro de alimentos, bebidas y tabaco, siendo el principal rubro de gasto. Los resultados de la ENIGH 2018 estiman que del total de los hogares en el país (34.7 millones), 47% (16.2 millones) experimentaron alguna dificultad para satisfacer sus necesidades alimentarias por falta de dinero o recursos en los últimos tres meses.

Del total de los hogares en el país, 41% experimentó preocupación de que la comida se acabara; 32% considera que no tuvo una alimentación sana y variada; 32% reportó una alimentación de adultos basada en muy poca variedad de alimentos; 23% de los adultos comieron menos de lo que se piensa debían comer; en 14% de los adultos dejaron de realizar alguna comida del día y 12% de los hogares se quedaron sin comida.

Otros indicadores muestra que del total de los 34,744,818 hogares mexicanos, el 47% ha experimentado alguna dificultad para satisfacer sus necesidades alimentarias, el 41% mantuvo una preocupación de que la comida se acabara y el 32% de adultos lleva una alimentación basada en muy poca variedad de alimentos, finalmente la alimentación del 32% de ellos y ellas no es sana y variada, en tanto que el 23% de estas personas comieron menos de lo que piensan debían comer, otro 14% dejó de desayunar, comer o cenar, y se quedó sin comida el 12%.

Otros datos importantes refieren que el 50% de las entidades federativas que experimentaron alguna dificultad para satisfacer sus necesidades alimentarias por falta de dinero o recursos se ubican en el sureste del país, y son Guerrero y Tabasco con 73%, seguidas por Oaxaca con 67%, Chiapas 66% y Veracruz 63%.

En nuestro entorno personal y social cada uno, cada una de nosotros y nosotras podemos apostar por las comidas hechas en casa. Así contribuimos también a que los productores locales siembren y cosechen verduras, frutas, cereales y leguminosas ricas en vitaminas, minerales y otros nutrientes.

Incluso, podemos crear huertos urbanos o comunitarios, trabajarlos con técnicas agroecológicas y establecer contacto con la tierra, el agua, el aire y el sol, y convertir estas prácticas en actividades creativas, lúdicas y de convivencia familiar que fortalezcan las relaciones humanas.

Elijamos también alimentos más saludables para las niñas y los niños. Podemos sustituir un pastelillo por galletas de avena o una barra de amaranto con pasas y cacahuates, o elegir entre la vasta gastronomía mexicana alguna otra de las muy variadas golosinas o tentempiés, por ejemplo, una cocada, agua fresca de alguna fruta, la fruta misma, un taco de cualquiera de los múltiples guisados mexicanos, unos esquites, un elote, y tantos otros productos que por fortuna se conservan en nuestras tradiciones.