La historia registra la prevención y combate de los incendios forestales en México, desde la época de la Colonia, a partir de 1803, cuando Carlos V emitió el decreto de ordenanza que obligaba a combatir el fuego que arrasaba los bosques. A principios del siglo XX, Miguel Ángel de Quevedo, el “Apóstol del Árbol”, sentó las bases de la prevención y el combate de incendios forestales.

Pero fue en 1998, año en que ocurrieron grandes incendios, cuando la comunidad científica, los técnicos mexicanos y las organizaciones no gubernamentales, entre otros, empezaron a generar y aportar evidencias técnicas y científicas respecto del fuego como factor ecológico y social, para impulsar la idea de transitar de la supresión de los incendios forestales al manejo del fuego.

La Comisión Nacional Forestal (Conafor), en conjunto con los tres órdenes de gobierno, los dueños y poseedores de los terrenos forestales, así como la sociedad civil organizada, han venido realizando acciones encaminadas a reducir la afectación a la superficie forestal ocasionado por incendios forestales dañinos.

Lo anterior lo menciona la Conafor en el Programa de Manejo del Fuego 2020-2024, y señala que este proceso implica el entendimiento del fuego desde un punto de vista ecológico, cultural y técnico, lo que reúne tres conceptos: una aplicación técnica que involucra una presupresión del fuego, prevención, supresión y uso del fuego; una cultura del fuego que considera necesidades e impactos socioeconómicos, y la ecología del fuego que es el entendimiento del fuego como un factor que es parte integral de la dinámica en los ecosistemas.

Pero, ¿a qué viene todo esto en el Día Internacional del Combatiente de Incendios Forestales, hoy 4 de mayo?

Las y los combatientes forestales han sido en todo el mundo el baluarte para detener las llamas del fuego, y las aniquilan aun a costa de su integridad personal, e incluso de su propia vida, con el fin de proteger a la naturaleza y la vida de las personas que habitan en los entornos boscosos.

Así sucedió en Linton, Australia, en 1998, cuando cinco combatientes forestales perecieron en las llamas durante un gran incendio forestal que arrasó con bosques en una zona poblada. Otros sucesos trágicos ocurrieron ese año durante la lucha contra el fuego en bosques y campos de distintas regiones del planeta, lo que llevó a proclamar el Día Internacional del Combatiente Forestal, Día de San Florián, Patrono de los Combatientes, y así honrar a estos valientes ciudadanos del mundo.

La Country Fire Authority y la Comunidad de Victoria fijaron el 4 de mayo para esa conmemoración y adoptaron el uso de una cinta roja, a la que después se agregó el color azul para simbolizar los elementos fuego y agua, en reconocimiento a los combatientes forestales muertos y sus familias, homenaje que la comunidad internacional acogió.

México se unió a ese homenaje, y el 3 de marzo de 2014 el gobierno publicó en el Diario Oficial de la Federación el decreto mediante el cual se dedica en el país el 11 de julio para honrar a mujeres y hombres que combaten el fuego forestal.

En un país tan vasto como México, con importantes masas forestales, mujeres y hombres participan en la loable tarea de combatir las llamas en bosques, matorrales y pastizales. Previo a la temporada de incendios forestales, en los seis centros regionales de Manejo del Fuego (CRMF) de la Conafor en los estados de Sonora, Chihuahua, Coahuila, Jalisco, Puebla y Campeche, se preparan física, técnica y anímicamente para acudir a donde sean requeridos sus servicios, no sólo en territorio nacional sino en conflagraciones sucedidas en otros países donde han sobresalido por su arrojo, conocimiento y desempeño.

Honremos a estos heroicos compatriotas que combaten cuerpo a cuerpo al elemento abrasador que es el fuego forestal.

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