La contaminación atmosférica o contaminación del aire se ha convertido desde hace varias décadas en una de las mayores preocupaciones de la humanidad, principalmente por dos de sus graves consecuencias: el calentamiento global, con todas sus consecuencias, y el daño a la salud humana.

Las nuevas directrices de la Organización Mundial de la Salud (OMS) sobre la Calidad del Aire divulgadas recientemente, tienen como objetivo evitar millones de muertes a consecuencia de la contaminación del aire, porque ese problema creció desde mediados del siglo XIX, hasta llegar a situaciones asfixiantes en la actualidad.

El motivo de esos lineamientos no es menor. El organismo reconoce que “cada año la exposición a la contaminación del aire causa 7 millones de muertes prematuras y provoca la pérdida de otros tantos más millones de años de vida saludable”. La mortalidad equivale a 800 muertes cada hora o 14 por minuto.

Explica que “en los niños esto podría suponer una reducción del crecimiento y la función pulmonar, infecciones respiratorias y agravamiento del asma. En los adultos, la cardiopatía isquémica y los accidentes cerebrovasculares son las causas más comunes de muerte prematura atribuible a la contaminación del aire exterior, y también están apareciendo pruebas de otros efectos como diabetes y enfermedades neurodegenerativas”.

Las nuevas directrices de la OMS se expidieron el 22 de septiembre de 2021, previas al Día Internacional del Aire Puro, que se conmemora el tercer jueves de noviembre para crear conciencia en las sociedades ante los niveles altos de contaminación del aire.

Quien lanzó la iniciativa en 1974 fue el editor de un periódico de Minnesota, Estados Unidos, al exhortar a las personas adictas al tabaco a dejar de fumar durante un día. Su llamado prendió en un público amplio y lo abanderó después la Sociedad Americana de Cáncer, más tarde instituciones de muchos otros países hasta ser adoptada por la OMS.

El organismo multilateral considera que “la contaminación del aire es una de las mayores amenazas medioambientales para la salud humana, junto con el cambio climático”. Ligado un fenómeno al otro, sostiene que la mejora de la calidad del aire puede potenciar los esfuerzos de mitigación del cambio climático, mientras que la reducción de las emisiones mejorará a su vez la calidad del aire.

Equipara la carga de morbilidad atribuible a la polución del aire a otros importantes riesgos para la salud a nivel global, como la dieta malsana y el tabaquismo, por lo que las nuevas directrices recomiendan nuevos niveles de calidad del aire para proteger la salud de la población  mediante la reducción de los niveles de los principales contaminantes del aire, algunos de los cuales también contribuyen al cambio climático.

Advierten en especial sobre las PM₁₀ y PM₂.₅, generadas principalmente por la combustión de combustibles en sectores como el transporte, la energía, los hogares, la industria y la agricultura, que son capaces de penetrar profundamente en los pulmones. Las PM₂.₅, señala la OMS, pueden incluso entrar en el torrente sanguíneo, afectar principalmente al sistema cardiovascular y respiratorio, y otros órganos.

En 2013, la polución del aire exterior y las partículas suspendidas fueron clasificadas como carcinógenas por el Centro Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer de la OMS.

El impacto de la contaminación del aire representa una carga de morbilidad desigual porque va aumentando en todo el mundo, sobre todo en los países de ingresos bajos y medios donde crece la polución por la urbanización a gran escala y el desarrollo económico que en gran medida se realiza mediante la quema de combustibles fósiles.

En todo el mundo, el 60% de los decesos relacionados con la contaminación del aire en interiores son de mujeres y niños, y más de la mitad de todas las muertes por neumonía en menores de cinco años se atribuyen a la contaminación que proviene principalmente de combustibles y sistemas de calefacción y cocción de altas emisiones, porque las tecnologías limpias para cocinar o calentar los hogares son inalcanzables para ellos.

Cifras del Banco Mundial indican que cada año la contaminación del aire representa más de 5 billones de dólares en costos de asistencia social y 225 billones en ingresos perdidos. Por su parte, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos estima que si la situación no cambia para el 2060, las cargas sociales de las muertes prematuras por contaminación del aire en exteriores serían de entre 18 y 25 billones de dólares.

El aire es fuente esencial de vida para el planeta y necesita un cuidado serio. Sin este elemento no puede haber vida, pero respirarlo contaminado nos condena a una vida de enfermedad y muerte temprana. No obstante, cada persona, sociedad y gobierno puede y debe tomar medidas para reducirlo pues al fin y al cabo, todos respiramos.

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