Cuando la pandemia generada por un virus amaga a la humanidad, es conveniente valorar el papel que desempeñan los bosques tropicales que participan de manera determinante en la regulación de los polinizadores –insectos como las mariposas y abejas, aves como los colibríes y mamíferos como los murciélagos--, lo mismo que en el control de plagas y en la contención de enfermedades.

En estos ecosistemas, llamados también selvas húmedas o selvas altas perennifolias, la vida es una fiesta de exuberante vegetación y diversidad de fauna. Su altísima importancia radica en los variados servicios ambientales que nos ofrecen: producen y purifican el agua y regulan su ciclo; nos protegen de desastres naturales pues su vegetación reduce los deslaves y evita la erosión de los suelos, y disminuyen la intensidad y duración de las inundaciones.

Además de conformar una barrera contra las tormentas tropicales, estos bosques nos proveen de aire puro, regulan el clima y la temperatura, absorben la lluvia y son grandes captadores de bióxido de carbono. Han sido fuente de maderas preciosas, plantas medicinales y alimento para las personas, y son refugio de una gran riqueza de especies animales.

La magnanimidad de las selvas altas perennifolias contrasta con la codicia de los depredadores que ponen en riesgo la existencia mediante la explotación forestal, la tala ilegal e indiscriminada, el saqueo de sus especies de flora y fauna y el cambio de uso de suelo para la agricultura y la ganadería, entre otras actividades.

Ante esas amenazas para las selvas húmedas, el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, la Organización Mundial para la Conservación y la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura declararon en 1999 la conmemoración del Día Internacional de la Preservación de Bosques Tropicales cada 26 de junio, con el fin de fomentar acciones sostenibles y armónicas con el ambiente mediante el manejo adecuado de los bosques.

La efeméride es relevante para México ante la pérdida creciente de esos territorios de abundante riqueza biológica, ya que según documenta el Instituto Nacional de Estadística y Geografía, a la llegada de los españoles nuestras selvas húmedas ocupaban cerca de 220 mil Km2, es decir, el 11% de la superficie del país, de la cual a la fecha queda sólo el 10%.

A su vez, un estudio de la Universidad Nacional Autónoma de México refiere que hacia 1940, la selva Lacandona cubría cerca de 15 mil Km2, extensión que se redujo a consecuencia de los procesos de explotación maderera, la deforestación y el cambio de uso del suelo.

La Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio) distingue entre los bosques tropicales a las selvas altas húmedas donde existen las comunidades vegetales más exuberantes del país ya que se desarrolla la mayor riqueza de especies de árboles de 30 o más metros de altura, de distribución amplia, de las cuales el 99% se originó en el sur del Continente Americano.

Estos bosques tropicales se distribuyen casi exclusivamente en la vertiente del Atlántico, desde el sur de San Luis Potosí a lo largo de Veracruz hasta Tabasco, y en el sur de la Península de Yucatán. También ocupan una angosta franja de la vertiente pacífica de la Sierra Madre de Chiapas, así como en áreas de menor tamaño en las faldas bajas de la Sierra Madre del Sur de Oaxaca y Guerrero, por lo general en terrenos por debajo de los 1,200 metros sobre el nivel del mar.

Otro tipo de bosque tropical lo constituyen las selvas secas que se desarrollan en climas del trópico húmedo y subhúmedo, y reciben ese nombre porque durante el estiaje más del 50% de sus especies vegetales pierden las hojas.

Se encuentran a lo largo de la costa del Pacífico (hasta el sur de Sonora en su límite norte), a lo largo de las faldas bajas y los cañones de la vertiente del Pacífico de la Sierra Madre Occidental, en las planicies, llanuras y otras zonas bajas e inundables de la Península de Yucatán y el sur de Veracruz y Tabasco, de acuerdo con la Conabio.

Preservar los bosques tropicales de México y el mundo es un asunto de responsabilidad social y gubernamental para que las generaciones futuras puedan disfrutar de sus enormes beneficios.