Madre Tierra llaman diversas civilizaciones al planeta, por su capacidad de prodigar a todos los seres vivos los bienes y servicios necesarios para desarrollarse armoniosamente.

Común en varios países y regiones  del mundo, la expresión Madre Tierra la plasmó la ONU al designar en 2009  el 22 de abril como Día Internacional de la Madre Tierra (Resolución 63/278) para pedir a sus 190 estados miembros, organismos adheridos; organismos internacionales, regionales, subregionales, organizaciones no gubernamentales y sociedad civil, crear conciencia entre la población.

El desarrollo sostenible resuena este día al recordar que se busca alcanzar un justo equilibrio entre las necesidades económicas, sociales y ambientales de las generaciones presentes y futuras, y promover la armonía con la naturaleza.

Para 2018 el lema conmemorativo es: “Terminar con la contaminación de los plásticos”, tema punzante que prende alertas en todo el orbe.

Según Jan Zalasiewicz, coautor del estudio 'El ciclo geológico de los plásticos y su uso como indicador estratigráfico del Antropoceno', publicado en Anthropocene, desde mediados del siglo XX los seres humanos hemos producido tanto plástico que todo el planeta podría cubrirse con una capa de esos materiales.

Se encuentran lo mismo en las cimas de las montañas que en lo más profundo de los mares, y pueden fosilizarse en el futuro lejano, ya que cada tres años lanzamos al medio ambiente casi mil millones de toneladas, lo que tiene un “impacto duradero en la geología del planeta al ser inertes y de difícil degradación”.

La aparición de este resistente material sugiere un parteaguas en la historia de la humanidad, ya que su distribución en ámbitos terrestres y marinos lo coloca como indicador geológico clave del Antropoceno: un componente estratiforme distintivo.

Estos materiales ensucian el paisaje y se convierten en parte del suelo, a menudo terminan en el mar y son consumidos por el plancton, los peces  y las aves marinas. También pueden viajar miles de kilómetros y convertirse en grandes manchas de basura oceánica, ser lanzados a playas lejanas o hundirse en el fondo marino para convertirse en los estratos del futuro.

Zalasiewicz advierte que océanos y tierras quedan sepultados por capas cada vez mayores de desechos plásticos a consecuencia de la actividad humana, por lo cual la superficie terrestre se ve notablemente alterada por la producción de materiales hechos por el hombre de larga duración, lo que nos introduce en la 'Era de Plástico'.

Una auténtica reflexión sobre el inquietante tema de los plásticos podría llevarnos a prácticas amigables con la Madre Tierra que es celebrada en su día.

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