El ruido es un fenómeno físico indeseable que causa el trastorno auditivo que no sólo reduce o elimina la capacidad de escuchar, sino que genera problemas en la salud física y mental, sobre todo cuando la exposición es constante o de elevado volumen.

Por tratarse de un problema de salud pública creciente que las más de las veces no se registra de manera consciente, el Centro para la Audición y Comunicación (CHC, por sus siglas en inglés) instituyó en 1996 el Día Internacional de la Concienciación sobre el Ruido, que se conmemora desde entonces el último miércoles del mes de abril, por lo que este año es hoy, 27 de abril.

Su objetivo es alertar y crear conciencia en la población sobre los riesgos que tiene el ruido para el trastorno auditivo y su impacto en la salud; llamar la atención e incentivar a las instituciones públicas y privadas a informar a los ciudadanos de los peligros que genera su exposición a largo plazo, así como a invitar a las personas a realizarse pruebas auditivas.

El ruido es un sonido inarticulado, sin armonía ni ritmo, desagradable y molesto al oído, que no sólo causa molestia, sino afecta nuestra salud y al medio ambiente, porque al superar los 70 decibeles durante un periodo de tiempo prolongado puede producir daños graves en el oído de consecuencias irreversibles, afirma la Organización Mundial de la Salud (OMS).

En un artículo publicado por Gaceta UNAM, Césareo Estrada Rodríguez, académico de la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional Autónoma de México y experto en el tema, menciona entre los efectos la pérdida auditiva permanente y el daño acumulado que se presenta, por ejemplo, en escenarios laborales donde hay maquinaria.

Sin embargo los no auditivos resultan tan o más graves que los anteriores, ya que de acuerdo con el mismo especialista estos “se han dividido en fisiológicos, e incluyen alteraciones de las funciones del sistema nervioso autónomo, esto es, alteraciones circulatorias, cardiacas, respiratorias, endócrinas, de la presión sanguínea, del sistema digestivo y del sueño, entre otras; psicológicos, como la disminución del bienestar general, el aumento de la irritabilidad y la pérdida de la concentración, y en la salud, como estrés e hipertensión, los cuales pueden desencadenar, a la larga, alguna enfermedad cardiovascular”.

Las grandes urbes son generadoras de distintos niveles de ruido con origen en diversas fuentes: el tráfico vehicular, la industria, la actividad turística y los centros de diversión, entre otros, sin que cada localidad o país cuente con una normatividad adecuada para regular la estridencia.

Para evitar que el ruido comience a perjudicar a las personas, en muchos países, incluido México, se ha fijado el límite en 65 decibeles, indica el investigador universitario, pero si consideramos que el nivel normal de una conversación fluctúa entre 50 y 60 decibeles, cuando alguien habla a gritos casi alcanza 65 decibeles. Si a este  se agrega el ruido de un automóvil a 70 decibeles, se supera con mucho el límite establecido, como sucede en urbes como la Ciudad de México donde es incesante el paso de los automóviles y vehículos de carga, de aeronaves y otros transportes.

Noyse Planet, organización que aporta herramientas científicas para la evaluación del ruido ambiental, recomienda tomar medidas en casa como: mantener el televisor, los juegos de video y la música al volumen mínimo que permita escucharlos claramente. Si alguien en la habitación no escucha bien, activar los subtítulos en lugar de subir el volumen. Cerrar la puerta del área donde esté usando un electrodoméstico, como en la lavandería o en el taller, para que su familia no lo escuche en el otro cuarto. Comprar juguetes que no emitan ruido y escoger aquellos que tienen control de volumen y usarlos a los niveles más bajos; esto ayuda a proteger a los niños contra la pérdida de audición. También al comprar electrodomésticos, como un ventilador, observar el nivel de ruido de la unidad.

Si la casa se ubica en una zona ruidosa, poner masilla en las aberturas de las ventanas y puertas. Colocar espuma expandible alrededor de las tuberías y los cables en el punto de entrada a la casa. Cerrar puertas y ventanas para que no entren ruidos dañinos, como las herramientas eléctricas o las sirenas. Usar muebles y accesorios que disminuyan el ruido dentro de la casa.

Cojines, cortinas y accesorios en las paredes ayudan a absorber más ruido. Las alfombras gruesas son más efectivas para disminuir el ruido que rebota de las superficies duras. Al tomar unas cuantas medidas preventivas sencillas se puede llegar a tener un hogar lleno de sonidos tranquilos que no representen daño alguno.

Todas las personas podemos hacer algo para evitar el ruido y sus efectos en la salud y el ambiente, no sólo en la fecha conmemorativa, sino cada día de nuestra existencia.

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