“Fuertes, diversos y unidos por una causa justa”, los damnificados por las represas proclamaron en 14 de marzo de 1997, en Curitiba, Brasil, el Día Internacional de Acción Contra las Represas y por los Ríos, el Agua y la Vida.

Fue un encuentro entre representantes de 20 países, quienes fijaron como objetivo “elevar nuestras voces al unísono contra proyectos de gestión de agua destructivos, recuperar el bienestar de nuestras cuencas hidrográficas y exigir una gestión equitativa y sostenible de nuestros ríos”.

La construcción de represas ha sido polémica. Con fuerza surgen voces en favor y en contra. World Wild Life (WWF) atribuye a esta infraestructura hidráulica que “las especies de agua dulce estén desapareciendo a un ritmo alarmante en todo el mundo: desde 1970, sus poblaciones han disminuido un 84% en promedio, una caída impactante que representa la magnitud del daño que se ha hecho a los ecosistemas de agua dulce”.

Afirma que “a nivel mundial, el número de grandes represas se multiplicó por diez entre 1950 y 2017, y hoy existen más de 58,000 represas”. Un estudio de WWF realizado en 2019 reveló que casi dos tercios de los ríos de mayor longitud en el mundo han sido obstruidos.

Las represas y otros proyectos de infraestructura son “claramente incorrectos, claramente dañinos para el medio ambiente, mal diseñados y mal planificados”, comenta Evan Freund, director senior de infraestructura y finanzas sostenibles de agua dulce de WWF-US, en tanto que Michele Thieme, líder mundial de la iniciativa Free-Flowing Rivers de WWF, dice que los líderes de las economías emergentes están en un estira y afloja constante entre sus objetivos de crecimiento económico y la sostenibilidad.

El portal portugués EDP aboga por las represas, porque “almacenan agua que se utiliza prioritariamente para el consumo humano y el regadío, además de permitir la producción de energía con la que se abastece la red eléctrica”.

Las obras hidroeléctricas acaban por servir, de otras formas, a las poblaciones y al medio ambiente. Desempeñan un papel fundamental en la mitigación de las consecuencias de situaciones extremas para las poblaciones, como es el caso de las inundaciones o de los largos períodos de sequía, argumenta.

Para el Centro Nacional de Prevención de Desastres (Cenapred) las presas son “estructuras hidráulicas de grandes dimensiones que permiten almacenar o retener agua para aprovecharla en actividades como el riego, el consumo humano, la generación de energía eléctrica, entre otras.

Sirven también para el control de inundaciones, ya que impiden que el agua de las montañas baje hasta las comunidades situadas en terrenos planos y cercanas a ríos, precisa Cenapred.

Durante la temporada de ciclones tropicales, de mayo a noviembre en México, las lluvias aumentan en varias regiones del país, crece la cantidad de agua que fluye y se almacena en ese tipo de infraestructura, por lo que instituciones públicas y privadas se encargan de construirlas, operarlas, cuidarlas, monitorearlas y analizarlas las 24 horas, con la finalidad de obtener su óptimo rendimiento sin ponerlas en peligro y, por ende, a la población.

Explica Cenapred que las presas cuentan con reglas previstas en la política de operación específicas para cada presa, principalmente en función de los volúmenes de agua que se pueden almacenar y suministrar. Esa política indica las condiciones que se deben cumplir para que durante la temporada de lluvias las presas retengan o liberen agua hacia las zonas bajas sin causar daños en poblados o zonas de cultivo.

También puedes consultar:

https://hombrenaturaleza.org.mx/dia-internacional-de-accion-contra-las-represas-y-en-defensa-de-los-rios-el-agua-y-la-vida/

https://www.edp.com/es/historias-de-edp/las-mil-y-una-funciones-de-una-represa#:~:text=Las%20represas%20almacenan%20agua%20que,se%20abastece%20la%20red%20el%C3%A9ctrica.