Mediante el Decreto Presidencial del 1 de julio de 1959 se instauró oficialmente en el país la celebración del Día del Árbol el segundo jueves del mes de julio de cada año. En 2021 la conmemoración corresponde al jueves 8 del séptimo mes. El mismo documento instituye de manera permanente la Fiesta del Bosque durante todo el mes.

Los bosques y selvas forman parte de la identidad y cultura de México al ser nuestro país una de las naciones con mayor diversidad biológica en el mundo. De acuerdo con el Inventario Nacional Forestal y de Suelos. Informe 2009-2014, cerca del 70% del territorio mexicano, 137.8 millones de hectáreas (ha), está cubierto por algún tipo de vegetación forestal: matorrales xerófilos (41%), bosques templados (25%), selvas (22%), manglares y otras asociaciones de vegetación (1%), y otras áreas forestales (11%).

De manera contradictoria, en una zona de tanta riqueza natural habitan 11 millones de personas, más de la tercera parte indígenas en condiciones de pobreza y marginación, según lo reporta el Programa Nacional Forestal 2020-2024.

Los recursos y ecosistemas forestales constituyen un bien público esencial para el desarrollo sostenible: proveen servicios ambientales vitales para los seres humanos, como son la regulación del ciclo hidrológico, la disponibilidad de agua, el control de la erosión y el secuestro de carbono, así como bienes maderables y no maderables, alimentos y productos medicinales estratégicos para el desarrollo colectivo social y económico, en armonía con el medio ambiente.

Además, son fundamentales para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030 y se prevé que contribuyan con el 22% de la meta total de reducción de emisiones de gases efecto invernadero (GEI), correspondientes al compromiso de mitigación de México 2030, adoptado en el marco del Acuerdo de París.

No podemos dejar de mencionar que los árboles son de gran ayuda y utilidad en zonas urbanas. Protegen del ruido, regulan la temperatura, son barreras contra el viento, dan sombra y privacidad, mejoran el paisaje y retienen los contaminantes.

El desconocimiento sobre la importancia y, por lo tanto, sobre el valor de los bienes y servicios que proveen los árboles y los ecosistemas boscosos, da paso a prácticas inadecuadas de cultivo y aprovechamiento, así como actitudes y comportamientos sociales poco favorables para la protección y conservación de los recursos forestales o el establecimiento de modelos de producción y consumo responsables con el cuidado del medio ambiente.

De ahí que la participación de los diferentes actores de la sociedad sea cada vez más necesaria, con una mejor y más efectiva incidencia, no sólo en el diseño de políticas públicas, sino también en su ejecución y posterior evaluación.

El cambio de uso del suelo, la tala ilegal, los incendios, las plagas y enfermedades, así como el cambio climático son los principales retos que enfrentamos en la conservación de nuestros recursos forestales.

México reconoce la importancia de conservar, manejar y restaurar activamente los ecosistemas boscosos, así como los invaluables bienes y servicios ambientales que ofrecen estos ecosistemas, por lo que ha desarrollado políticas públicas específicas para promover que las comunidades que los habitan obtengan mejores oportunidades de bienestar a través de su manejo sostenible.

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