En el umbral del Decenio de Naciones Unidas sobre la Restauración de los Ecosistemas, es oportuno evaluar la degradación de los bosques, selvas, mares, ríos, montañas y arrecifes coralinos, y en consecuencia, emprender acciones contundentes que reviertan su impacto en la naturaleza y, por ende, en la salud humana.

El deterioro ecosistémico suele ser atribuido a las sequías, huracanes, desertificación, inundaciones y otros fenómenos que se han catalogado como naturales, pero que sin embargo tienen su origen en el estilo de vida que los crecientes grupos humanos hemos adoptado, sobre todo a partir de la era industrial, hace más de 250 años, cuando junto al aumento de la población se incrementó una demanda mayor de alimentos, vivienda, vestido, y un modo de vida confortable que cubrimos de cuanto extraemos de la naturaleza y luego desechamos.La acción humana sobre los recursos naturales ha alterado las condiciones normales del agua, el aire, los suelos y la biodiversidad —que incluye plantas y animales. Recordemos que muchos de esos recursos no son infinitos, sino al contrario, limitados, y aunque algunos como el aire siguen ahí o se transportan de un lado a otro, su estado se ha vuelto nocivo para la vida y la salud en muchas regiones del planeta.

El cúmulo de acciones humanas perniciosas engloban cambio de uso de suelo, tala inmoderada, excesiva demanda de productos agropecuarios que corre aparejada con el desperdicio de alimentos; agotamiento y erosión de los suelos como resultado de los monocultivos y la ganadería extensiva.

Además, saqueo de flora y fauna, introducción de especies invasoras, incendios forestales, emisión de contaminantes a la atmósfera, ríos, lagos y mares, así como disposición inadecuada de desechos, entre otras que derivan en zonas muertas de mares y océanos, pérdida de bosques, selvas, pastizales, manglares y arrecifes coralinos, entre otras.

Ante panorama tan desastroso, el 4 de junio de 2021, desde Nairobi, Kenia, y Roma, Italia, líderes mundiales de la política, la ciencia, las comunidades, la religión y la cultura hablaron fuerte y claro al lanzar el Decenio de las Naciones Unidas sobre la Restauración de los Ecosistemas, “un llamado a la protección y la reactivación de millones de hectáreas de ecosistemas en todo el mundo en beneficio de las personas y la naturaleza”.

Liderado por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) y la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el Decenio, que abarca de 2021 a 2030, fue proclamado por la Asamblea General de las Naciones Unidas en la resoluciónA/RES/73/284 de 2019.

El lanzamiento del Decenio vía virtual lo realizaron los directores del PNUMA, Inger Andersen, y de la FAO, Qu Dongyu, y el secretario general de la ONU, António Guterres; el primer ministro de Pakistán, Imran Khan; el papa Francisco; el presidente de la República Democrática del Congo y presidente de la Unión Africana, Félix-Antoine Tshisekedi Tshilombo; la canciller alemana, Angela Merkel, y la primera ministra de Barbados, Mia Mottley.

Asimismo, Jane Goodall, mensajera de la Paz de las Naciones Unidas, y otros embajadores de buena voluntad, defensores, representantes de la juventud, científicos y directores de empresas.

Guterres dijo: “Al restaurar los ecosistemas podemos impulsar una transformación que contribuirá al logro de todos los Objetivos de Desarrollo Sostenible. La tarea es monumental. Necesitamos replantar y proteger nuestros bosques. Necesitamos limpiar nuestros ríos y mares. Y necesitamos reverdecer nuestras ciudades (...) Lograr estas cosas no solo salvaguardará los recursos del planeta, también creará millones de nuevos empleos para 2030, generará retornos de más de 7 billones de dólares cada año y ayudará a eliminar la pobreza y el hambre”.

El director general de la FAO, Qu Dongyu, señaló que la creciente presión sobre los recursos naturales del mundo está afectando el bienestar de 40% de la población mundial, por lo que pidió un cambio de mentalidad.

“Necesitamos prevenir, detener y revertir la degradación de los ecosistemas en todo el mundo, incluidas nuestras tierras de cultivo y bosques; nuestros ríos y océanos. Los sistemas agroalimentarios más eficientes, inclusivos, resilientes y sostenibles pueden ayudar a restaurar los ecosistemas y salvaguardar la producción alimentaria sostenible, sin dejar a nadie atrás”, añadió.

Inger Andersen, directora ejecutiva del PNUMA, planteó: “Debemos aprovechar este momento de la historia para lanzar un movimiento global masivo para salvar nuestros ecosistemas terrestres y marinos, al tiempo que continuamos descarbonizando”, y recordó que “todos tenemos tareas por hacer”.

Llamó a los gobiernos a garantizar que los paquetes de estímulo contribuyan a una recuperación sostenible y equitativa de la pandemia de la COVID-19. Pidió a las empresas y el sector financiero reformar las operaciones y los flujos financieros para que restauren el mundo natural. Y a los individuos y consumidores los exhortó a repensar las opciones, exigir productos libres de deforestación y votar por la sostenibilidad en las urnas.

Para el papa Francisco: “Restaurar la naturaleza que hemos dañado significa, en primer lugar, restaurarnos a nosotros mismos. Demos la bienvenida a este Decenio de las Naciones Unidas sobre la Restauración de los Ecosistemas, seamos compasivos, creativos y valientes. Que podamos ocupar el lugar que nos corresponde como ‘Generación de la Restauración’”.

El Decenio tiene como objetivo inspirar y apoyar a los gobiernos, las organizaciones multilaterales, la sociedad civil, las empresas del sector privado, los jóvenes, los grupos de mujeres, los pueblos indígenas, los agricultores, las comunidades locales y las personas a nivel mundial para colaborar, desarrollar y catalizar iniciativas de restauración en todo el mundo.

El esfuerzo implicará una serie de actividades que van desde reorientar los incentivos fiscales y los flujos financieros para promover la restauración, hasta emprender investigaciones sobre la restauración en entornos terrestres y marinos, desarrollar la capacidad técnica de los profesionales de la restauración a nivel mundial y monitorear el progreso global en la restauración.

El objetivo es movilizar a cientos de millones de personas para restaurar la naturaleza y fomentar una cultura de restauración global en la que las iniciativas se amplíen en todo el planeta.

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