La Selva Lacandona es hábitat del jaguar, la guacamaya roja, el mono aullador y el saraguato. Junto con la región de Calakmul, en Campeche, y la del Petén, en Guatemala y Belice, sostiene el último reducto de selva tropical de Mesoamérica. Desde tiempos ancestrales, las etnias chol, lacandona y tzeltal han resguardado este importante patrimonio natural.

El Gobierno de la República ha sumado esfuerzos para apoyar modelos de conservación animados por la sociedad civil y por quienes hoy habitan la selva. Cultivos de café bajo sombra, cosecha de miel y turismo sustentable son algunos de los proyectos de diversificación productiva que se desarrollan con éxito en la zona.

Los recursos que se han destinado para este propósito rebasan los 100 millones de pesos. Además, el Fondo Lacandona recibirá 25 millones de pesos al año a perpetuidad por parte de Petróleos Mexicanos, como parte de los compromisos adoptados por el presidente Enrique Peña Nieto.

La Selva Lacandona alberga una de los ecosistemas con mayor biodiversidad en el planeta, la Reserva de la Biósfera Montes Azules. Entre los servicios ambientales que presta se encuentran la captura de miles de toneladas de carbono, la regulación del clima, la producción de 30% del agua del país y la conservación de suelos. Esta selva es el hogar del 50% de las mariposas y del 50% de los mamíferos registrados en México.

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