Una década después de haberse instaurado el Programa de Acción para la Conservación de Especies (PACE), que entre 30 especies prioritarias en riesgo incluye al águila real (Aquila chrysaetos), México redobla el paso para garantizar la presencia de esta majestuosa voladora en los ecosistemas del país donde anida y que han sido su hábitat.   

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La imagen de esta ave de presa de hasta 6 kg. de peso y más de dos metros de envergadura entre las alas, denominada por nuestros ancestros águila suprema, o águila dorada por su plumaje café obscuro con matices dorados en cuello y hombros, posa no solo en el centro de nuestra bandera nacional, sino en el inconsciente colectivo mexicano.

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Sus ojos color miel revelan la inteligencia y agudeza que despliega en su vuelo vertiginoso de 240 km/h para capturar a sus presas: liebres, conejos, perritos de la pradera y otros pequeños mamíferos, así como serpientes, aves, e incluso insectos, que recorren cerros cercanos a valles, laderas, cañadas y praderas de zonas áridas, semiáridas y montañosas con bosques templados, desiertos y  pastizales de Baja California, Sonora, Chihuahua, Coahuila, Nuevo León, Tamaulipas, Sinaloa, Nayarit, Durango, Jalisco, Aguascalientes, Zacatecas, San Luis Potosí, Querétaro, Guanajuato y Oaxaca.

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Historiadores y naturalistas encuentran al águila en el mítico viaje del México prehispánico ordenado por el dios Huitzilopochtli, hacia el año 1116, o 1-Pedernal, cuando de Aztlán partieron los antiguos mexicanos al centro del país, donde encontrarían un águila con las alas abiertas parada sobre un nopal y devorando a una serpiente. Ahí fundarían la Gran Tenochtitlan, cuna de una magnífica civilización.

 

El recuento actual advierte que esta ave rapaz, que en 1994 fue incluida en la lista de especies en riesgo (NOM SEMARNAT-059), continua en la categoría de amenazada, que su población se encuentra en peligro de desaparecer en el corto o mediano plazo si persisten los factores negativos en su viabilidad, tales como la modificación y pérdida del hábitat, la cacería furtiva, la colecta ilegal de huevos y ejemplares y la  electrocución de águilas.

Hasta el momento, la CONANP ha registrado 120 parejas reproductivas, incluyendo una nueva pareja de la  región oaxaqueña de la Reserva de la Biósfera Tehuacán-Cuicatlán, así como 317 nidos, lo  que representa un incremento significativo en el registro de la población para el país respecto de 2010, cuando se tenían cifras de  sólo 70 parejas reproductivas y 117 nidos.

Recientes trabajos de investigación de campo amplían los objetivos de conservación del águila real en su rango de distribución y reproducción en México, al ser detectados ejemplares de la especie por monitores comunitarios de San José Axusco, Puebla, guiados por Verónica Farías, investigadora de la UNAM, quienes con la ayuda de cámaras-trampa obtuvieron fotografías de ejemplares juveniles de águila real en las cercanías de un estanque de agua natural.

Por su parte, monitores de Tepelmeme Villa de Morelos, Oaxaca, en la Reserva de la Biósfera Tehuacán-Teotitlán, con el apoyo técnico de la CONANP, reportaron avistamientos de ejemplares juveniles de la especie en las cercanías del poblado, y aunque en principio parecía que estos formaban parte de una población migratoria, lograron tener evidencia de una pareja de águilas acompañada de un juvenil que hacía llamados a sus padres, el cual se caracteriza por tener bandas blancas en cola y alas. Con esto, la cifra de parejas reproductivas se incrementó.

Por su parte, la PROFEPA ha reportado el decomiso de 35 ejemplares más en distintas operaciones, y este 13 de febrero, Día Nacional del Águila Real, este organismo de la SEMARNAT, junto con la SEDENA, colocaron la piedra angular de lo que será el Centro Nacional de Control y Protección del Águila Real.

Además, suscribió un convenio de colaboración con el Heroico Colegio Militar, y entregó de manera simbólica a la singular Unidad de Manejo para la Conservación de la Vida Silvestre dedicada al cuauhtli, en voz náhuatl, o weerika wimari, en lengua huichol, dos soberbios ejemplares de esta especie que fueron rescatados en los estados de Chihuahua y Veracruz para su valoración, rehabilitación y, en su caso, liberación en su hábitat original.