Las aguas de lastre, empleadas en la navegación marítima para dar estabilidad a los buques y lograr seguridad y una transportación eficaz, constituyen una auténtica amenaza para los ecosistemas marinos en los cuales son vertidas al arribar los buques a otro puerto, generalmente distante de las aguas de origen, para realizar labores de carga.

Es común que las aguas de lastre sean el principal vector de propagación de virus y bacterias, que arrastren esporas de hongos, pequeños invertebrados, algas, huevos, quistes y larvas de varias especies, entre otros organismos extranjeros que pueden prosperar nocivamente en ecosistemas distintos donde amagan a las especies nativas y a la salud humana.

Las consecuencias del vaciado anual de más de 100.000 toneladas de agua de lastre por los barcos del mundo son múltiples, entre otras:

-       Propician la introducción de especies invasoras como el pez gobio redondo (Neogobius melanostomus) procedente de los mares Caspio y Negro, las mareas rojas o algas como el sargazo, desequilibren los ecosistemas y se produzcan pérdidas a la biodiversidad cercanas al 40 por ciento.

-       La economía de los sitios receptores se resquebraja cuando organismos microscópicos se reproducen exponencial y velozmente, se convierten en marea roja, afectan las actividades turísticas y amagan la salud humana.

Las aguas de lastre constituyen por tanto un problema global de enormes dimensiones que ha llevado a la mayoría de los países a reglamentar su vaciado en aguas lejanas al mar de origen, para que sean tratadas previamente, y a crear tecnologías como: filtración y separación; esterilización por ozono, luz ultravioleta, corrientes eléctricas o térmicas; uso de biocidas o germicidas; técnicas de diálisis, ósmosis u ósmosis inversa.

En 1991 el Comité de Protección del Medio Ambiente Marino, adoptó la resolución 50(31) sobre Normas para prevenir la introducción de organismos no deseados y patógenos por la descarga del agua de lastre y sedimentos de los buques, y en 1992, el tema lo abordó la Conferencia sobre Medio Ambiente de las Naciones Unidas en Río de Janeiro, pues ya era preocupación mundial mayor.

Años más tarde, en 2004, se suscribió el Convenio Internacional para el Control y Gestión del Agua de Lastre y Sedimentos de los Buques (BWM Convention) que requiere disponer de un Plan de Gestión de Agua de Lastre y Sedimentos de los Buques, el cual está vigente desde el 8 de septiembre de 2017.

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