Muy buenas tardes tengan todas y todos ustedes.
He de confesar que mientras admirábamos las Dunas de Samalayuca esta mañana, en compañía de Víctor Castro, de Ignacio Mier, les dije, ayúdenme a pensar qué se puede decir en una ocasión como ésta.
Ya se imaginarán, fueron como dos horas ahí de conversación. Y al final les dije, miren, yo no acostumbro a leer cuando hablo. Hablo de lo que me sale de adentro. A veces no digo cosas muy cuerdas, pero finalmente pues salen del corazón y de la cabeza.
(Inaudible) me dijeron, bueno, pues habla de que el trópico es un poema, porque yo quería, pues hacer una especie de comparación de la tierra de donde nosotros provenimos, de la parte más profunda del sur y de lo que representa el norte. Y me dice, trópico, pues es poema, es como los ríos esos que se desbordan allá en su tierra. Y acá pues somos de otro carácter. Acá, y eso es un homenaje a Chihuahua, pues hay resistencia, hay inteligencia, hay entrega y hay mucho patriotismo.
No por nada, pues Chihuahua ha estado presente en las grandes páginas de nuestra historia, en la Independencia, pues aquí desafortunadamente fue fusilado Miguel Hidalgo y Costilla, mucho tiempo después, Juárez; también por eso, el antiguo paso del norte ahora es Ciudad Juárez.
Juárez estuvo aquí escribiendo páginas de la historia de este país y pues tampoco podemos olvidar la Revolución Mexicana y en toda esta parte de nuestra historia como nación ha estado presente Chihuahua y ha estado brillando el carácter hasta indómito de ustedes.
Y yo quiero iniciar agradeciendo a Andrea Chávez, la oportunidad que nos da de estar aquí esta tarde, muchas gracias Andrea.
Agradecer a mi amiga, a una mujer a la que he aprendido a admirar y a respetar, para mí la mejor gobernadora del país, Marina del Pilar Ávila, que está aquí con nosotros, muchas gracias, Marina. A mi hermano menor Alfredo Ramírez Bedolla, el gobernador de Michoacán, muchas gracias, Alfredo.
Y al que es como mi abuelito, pero es mi hermano mayor, a Víctor Castro, muchas gracias, Víctor, es mi hermano de a de veras, y es una gente excepcional, Víctor; con él he vivido yo muchas páginas de nuestra vida personal y siempre ha estado con nosotros, conmigo, Víctor, muchas gracias.
A él sí le pueden decir presidente, a Mario Delgado, muchas gracias Mario (inaudible) dirigente nacional.
Mi hermano poblano, los tabasqueños y los poblanos, no somos muy cercanos, pero sí tengo un hermano y un político que admiro, Nacho Mier, muchas gracias Nacho.
A mi maestro, Leonel Godoy, exgobernador, ha sido de todo Leonel y lo que falta, muchas gracias Leonel.
Y los voy a mencionar juntos porque eso de apoyar a uno u otro, déjenlo para Tabasco, aquí en Chihuahua todos unidos, Cruz Pérez Cuéllar y Juan Carlos Loera, muchas gracias a los dos.
Agradecer aquí la presencia, pero, pues el apoyo, porque estuve acá en el congreso local y ahí encontré a mi amiga y compañera diputada Adriana Terrazas, muchas gracias presidenta del Congreso.
A los legisladores locales, presidentes municipales, a todos y cada uno de los senadores, las senadoras y los diputados, las diputadas federales que nos acompañan aquí, esta tarde, muchas gracias a todos y, sobre todo, muchas gracias a ustedes por su por la generosidad, por su hospitalidad.
La verdad es que para mí es una gran satisfacción, un honor estar aquí esta tarde y pues ya, hacía remembranza de ello, y yo cada vez que vengo a Chihuahua pues me pongo a reflexionar. Veo las montañas, los paisajes, la manera en que las nubes pueblan su cielo y me asombro del contraste con mi pequeño mundo, con mi cuna tropical. Observo nuestras diferencias y compruebo la increíble riqueza que existe en nuestra diversidad.
Tabasco y Chihuahua, pues son dos estados a los que los separan miles de kilómetros, que parecieran aún más distantes cuando uno repara en las diferencias que existen entre la Sierra Tarahumara y pues los pantanos de (inaudible).
Entre la aridez poética del desierto y los misterios que guardan los caudalosos ríos tropicales que inevitablemente desembocan en el mar, y ahí, se pierden en su esplendor. Y, sin embargo, lo que nos une es aún mucho mayor, es algo que va más allá de un simple nombre de una frontera o de una identidad.
Como todos los puntos de encuentro, la unión entre nuestros estados es una amalgama de creencias compartidas, de experiencias conjuntas y de coincidencias fortuitas.
Los tabasqueños, siempre nos repetimos, por ejemplo, el viaje mágico de un gran poeta, de Antonin Artaud, poeta francés, posiblemente uno de los más grandes poetas franceses y que realizó allá por 1936 un viaje a la Sierra Tarahumara.
Una aventura que llevó a ese poeta inmenso a vislumbrar un desprendimiento de la civilización occidental y que le dio a su obra una dimensión mística, religiosa y filosófica de la que salieron miles de folios, poemas, cartas, manifiestos, piezas teatrales y dibujos que hoy son admirados en todo el mundo.
Y de repente, Artaud le mandó una carta a un tabasqueño, también ejemplar, un gran poeta, José Gorostiza, poeta y diplomático, y le dijo: poeta, usted me ayudó a llegar a la Tarahumara. Le suplico que firme el contrato y cierre el trato con la editorial para que publique su libro, no tanto porque admire su obra, sino porque necesito dinero para quedarme unos meses más en la Sierra Tarahumara. Así, pues,así nacen las historias, que han cambiado de una u otra manera al mundo.
Alguien, pues, se encuentra en el momento justo, a la hora precisa, para nutrirse de una mezcla de ideología, de creatividad, de experiencias, de azares. No olvidemos virtud y fortuna, no resulta entonces extraño, que muchos años después, provocado por una conjunción de circunstancias, de valores, de circunstancias históricas, una mujer valiente, de nombre Andrea Chávez Treviño, naciera en estas hermosas tierras, aquí en Ciudad Juárez.
Y voy a hacer remembranza de Arminé Arjona, porque lo dice y no está tan errada, pero todos quisiéramos que no fuese así, Juárez tan llena de sol y tan desolada y esto va a cambiar para siempre.
Andrea. Andrea, y ya lo dijo Marina, pues es hija de maestros, de profesores, nieta de republicana y de villista, y desde muy chica, pues tuvo conciencia social y entendimiento de los riesgos que enfrentaba su género, de la fuerza inaudita de la imaginación y de los retos que tenía la juventud.
Ella, incluso en tribuna, ha platicado muchas veces el cómo se despertaba entre disparos que ocasionaba una absurda guerra intestina que lastimó a esta ciudad durante varios lustros, vivió de cerca las injusticias, la impotencia y la censura ocasionada por los desatinos de políticas neoliberales, desastrosas y criminales, que buscaban no sólo acabar con los cuerpos, sino destruir el espíritu y aplastar los sueños.
Resulta lógico entonces, que cuando tomó protesta como diputada federal, lo hiciera a nombre de todas las que ya no están, de las desaparecidas, de las trabajadoras, de las trabajadoras de la maquila, de las madres buscadoras, de sus compañeras e inclusive de sus hijas y nietas.
Y es que ella, Andrea, sabe que cualquier propósito resulta inútil si no se tiene la convicción de empoderar a aquellas que han sido lastimadas, si no se castiga a los que han sido agentes de la violencia y si no se trabaja para cambiar las estructuras sociales que consoliden una verdadera revolución de conciencias. Que le dé sentido a la lucha por una vida que merezca ser vivida.
Lo he hecho como diría el trágico cantor, Víctor Jara “comprendiendo que el canto solo tiene sentido cuando palpita en las venas del que morirá cantando. No las lisonjas fugaces, sino las verdades verdaderas”.
En este, en este primer año como legisladora ha dado cuenta exacta de sus convicciones, consciente de que las luchas de hoy serán los derechos del mañana, ha pugnado como ninguna otra por los derechos de las mujeres, por prohibir la liberación anticipada de feminicidas y por castigar el grado de tentativa con prisión.
Y si algo la caracteriza es el de defender las causas más nobles, el comprender que la juventud de ninguna manera es un detrimento, el valorar el papel de la tercera edad como eje integrador de la familia y el entender las políticas sociales enarbolados por el presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador.
Hay, hay en sus acciones como diría otro paisano, un tabasqueño ese sí ilustre, el poeta de América, el maestro, Carlos Pellicer Cámara; en Andrea la determinación de saber que su voluntad de ser no tiene cielo y del que está seguro que sobre sus alas se quiebran las palabras del universo.
Andrea es una mujer congruente, elocuente, que ha logrado convertirse por todas las razones correctas en un ejemplo a seguir, en una fuente de inspiración para una generación llena de esperanza, que comprende que el desarrollo sostenido sólo es posible cuando va acompañado del humanismo, de la empatía y de la conciencia climática.
Creo, y comparto con ustedes que no hay mayor elogio que aquel que le dedicó nuestro presidente, cuando la convirtió en el ejemplo del relevo generacional de la Cuarta Transformación del país.
Enhorabuena, enhorabuena Andrea, enhorabuena diputada, el cariño de tu gente es una realidad inocultable del espléndido, de tu espléndido trabajo como legisladora, estoy plenamente convencido, al igual que todos tus seguidores, que es la multiplicación de tu ejemplo, será un factor clave en el triunfo de la revolución de las conciencias y en la consolidación de nuestro gran proyecto de nación. Vamos juntos todos, el norte y el sur a seguir diseñando, a seguir construyendo la esperanza. Y que viva Chihuahua, muchas felicidades, Andrea.
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