Muy buenos días a todas, a todos.

Siempre es un honor encabezar esta ceremonia en representación del Presidente Enrique Peña Nieto.

Saludo a las y a los integrantes de nuestras Fuerzas Armadas, que son ejemplo de patriotismo, entrega y lealtad a México.

Saludo también a las y los funcionarios de la Secretaría de Gobernación que nos acompañan, a quienes agradezco por la labor y el gran esfuerzo que realizan.

Ustedes dan muestra diaria de la dedicación, profesionalismo y vocación de servicio que necesita nuestro país para seguir avanzando.

Pero sobre todo, hoy quiero reconocer la presencia de sus familias. Muchas gracias también a ustedes por el apoyo y la comprensión que les brindan, sabiendo que en ocasiones tienen que estar lejos, desplazarse a otros lugares o sacrificar el tiempo de convivencia para cumplir con su deber.

Es ahí en cada hogar, donde se inculcan y aprenden los valores esenciales: el respeto a la ley, la inclusión y la solidaridad y, sobre todo, el amor a la Patria, como el escudo más sólido que tenemos ante los desafíos.

Siempre se nos ha enseñado a honrar y a respetar nuestra Bandera Nacional, como símbolo de unión y fraternidad entre las y los mexicanos.

Pero debemos preguntarnos ¿por qué es tan importante este principio? Y la razón fundamental es que en ella está plasmada la historia y la identidad de nuestro país.

En su Escudo y sus colores están nuestras raíces, como recordatorio del origen que compartimos y del camino que juntos hemos recorrido.

Porque nuestro Lábaro Patrio no solo es pasado, ni solo es símbolo, es pauta para el futuro y, sobre todo, un presente vivo en el alma y ser de millones de mexicanas y mexicanos.

Mexicanas y mexicanos que sueñan y trabajan todos los días por un país mejor.

Que no se dan por vencidos jamás, ni mucho menos ante la adversidad.

Porque comprenden que los retos nos hacen más fuertes y solo se superan actuando en unidad.

Mexicanas y mexicanos que saben que la grandeza de la nación no se construye de la noche a la mañana, ni a través de salidas fáciles, sino que se requiere esfuerzo, compromiso y tenacidad.

Lo saben las mujeres cuando luchan y se sobreponen a los estereotipos de género.

Lo saben las niñas y niños cuando dicen sí al estudio, sí al deporte y no a la violencia.

Lo saben las y los emprendedores, trabajadores y profesionistas que se levantan muy temprano todos los días para salir a forjar un mejor porvenir.

Lo saben, por supuesto, las y los integrantes de nuestras Fuerzas Armadas, que siempre acuden con valentía y determinación al llamado de México.

Y lo sabemos todas y todos, cuando ponemos en práctica los valores que nos definen como país, como la tolerancia, el diálogo, el respeto a la pluralidad, que son pilares de la convivencia democrática que hemos construido.

La solidaridad y el trabajo en equipo, es lo que nos lleva a lograr los objetivos en común.

Y por supuesto la honestidad, la legalidad y la justicia, que son las mejores herramientas que tenemos para poner punto final a flagelos como la corrupción y como la impunidad.

Son esos valores los que sostienen a la nación y nos hacen fuerte como sociedad.

Pero, insisto, para hacerlo realidad hay que llevarlos a la práctica día a día, empezando en los hogares, escuelas y espacios públicos, continuando en empresas, agrupaciones y, por supuesto, los partidos políticos.

Y pasando, por supuesto, por el servicio público, que debe de ser siempre ejemplo de integridad y compromiso absoluto.

Porque la grandeza de México no depende de una voluntad individual, sino del esfuerzo y la determinación de todas y de todos, siempre, siempre poniendo en primer lugar lo que nos une y no lo que nos divide; y siempre, siempre a través de nuestras leyes e instituciones que son la vía por excelencia para generar las soluciones que la ciudadanía demanda.

Eso es lo que México requiere ante el momento que vivimos, un momento en el que estamos llamados a dar lo mejor de cada una y cada uno de nosotros, para avanzar en las aspiraciones e ideales que compartimos.

Para que nuestra unidad interior nos haga más fuerte ante los desafíos en el exterior, y para traducir las acciones en resultados, el compromiso en mayor bienestar y el trabajo diario en una mejor realidad cotidiana para las familias y comunidades del país, apelando a la participación y a la corresponsabilidad como las herramientas idóneas para superar los retos que hoy enfrenta la democracia a nivel global, sembrando confianza y no encono; unión y no división; fraternidad y nunca confrontación.

A eso estamos llamados, a eso nos convoca la Patria, a que tal como hoy honramos a nuestra Bandera, honremos a México todos los días, cumpliendo cada quien la tarea que le corresponde, pero actuando siempre juntos como la gran nación que somos.

El ver a nuestra Bandera ondear en lo alto debe de inspirarnos a trabajar con mayor determinación en favor de México y sus mejores causas, en favor de la legalidad y la justicia como pilares de la tranquilidad y la convivencia, en pro de la igualdad en todos los ámbitos y para todas las personas, tanto en derechos como en oportunidades.

Y, por supuesto, en favor del ejercicio pleno de nuestras libertades, en un marco de respeto a las diferencias, a la dignidad humana y a la pluralidad que nos unen y nos dan sentido como nación.

Ese es el México en el que creemos y por el cual trabajamos en este gobierno.

Sigamos actuando así, siempre, siempre y siempre orgullosos, absolutamente orgullosos del gran país que tenemos y representamos, nuestro querido México.

Muchas gracias por su atención a todos.

 

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