Nuevamente, muy buenas tardes a todas y a todos. Me da mucho gusto estar nuevamente en Chihuahua, particularmente en Juárez, por tercera ocasión en menos de un mes en diferentes temas. 

Juárez da para hablar de todos los temas, pero como lo dijo el Gobernador, para hablar de desarrollo, para hablar de cómo se pueden enfrentar los retos y cómo, juntos, en sociedad, poderlos solucionar. 

Saludo al señor Gobernador, César Duarte, gracias por su hospitalidad nuevamente. 

Al Presidente de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, Luis Raúl González Pérez. 

Al señor presidente municipal, Javier González. 

Permítanme saludar al licenciado Ricardo Duarte Jáquez, Rector de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez. Gracias a usted, a la comunidad universitaria, a las y los jóvenes universitarios por recibirnos el día de hoy, aquí en esta gran Universidad. 

Saludar a académicos, especialistas, magistrados, diputados federales, diputados locales, secretarios del gabinete de Chihuahua. 

Estudiantes de nivel superior, de instituciones tecnológicas de Chihuahua y del país. 

A organizaciones de la sociedad civil. 

A medios de comunicación. 

Saludo y celebro la pluralidad de la composición de los que habrán de participar en este foro. Les agradecemos mucho su traslado hasta Juárez, para poder hablar sobre este tema tan importante que hoy está en el debate nacional. 

En la actualidad, no solo México, sino el mundo entero está debatiendo. 

Existe a nivel global una intensa discusión sobre cómo reducir los daños relacionados con el uso y el control de las drogas ilícitas. 

Muestra de ello, es que en abril de este año, la Asamblea General de las Naciones Unidas tendrá una sesión especial durante la cual se pondrá a examen la política de drogas. 

Lo anterior parte de reconocer, primero, que los paradigmas y las medidas aplicadas en esta materia durante los últimos 30 años, no han sido suficientemente satisfactorias.

Y segundo, que las convenciones internacionales, que hasta ahora han girado en torno a un enfoque punitivo, requieren incorporar decididamente una perspectiva de salud pública, prevención y de derechos humanos. 

Nuestro país no está exento a esta discusión. Así lo demuestran tanto el reciente fallo de la Suprema Corte como las iniciativas que se han presentado en ambas cámaras del Poder Legislativo. 

Y, desde luego, este Debate Nacional sobre la Marihuana, que el Presidente Enrique Peña Nieto nos instruyó llevar a cabo. 

Se trata de un debate para identificar puntos de acercamiento en un clima constructivo, que nos permita arribar a acuerdos y construir con ello mejores políticas públicas. 

Se trata de un ejercicio que debe verse como la oportunidad de buscar, juntos, siempre juntos, soluciones más efectivas. 

Porque los buenos resultados se construyen a partir de la pluralidad y siempre en favor de la sociedad. Sobre todo, integrando a todas las voces para hacerlo a partir de una visión compartida. 

Haciendo uso del diálogo e intercambiando experiencias para reforzar lo que va bien, y, de ser el caso, replantear lo que necesita mejorarse. 

Como ustedes saben, este es el segundo de cinco foros temáticos que estamos llevando a cabo en diferentes regiones del país, y con diferentes enfoques. 

Y precisamente, hoy toca al turno a la perspectiva de Ética y Derechos Humanos.  

Se trata de dos conceptos de gran relevancia, que nos remiten por un lado, a las normas que deben regir, para bien, la conducta de las personas y de la sociedad, y por otro, a la dignidad humana y el libre desarrollo de la personalidad. 

En este sentido, hoy escucharemos argumentos en pro y en contra del papel del Estado como regulador de la libertad individual.  

Argumentos que nos invitan a reflexionar sobre el consumo de la marihuana de cara a los derechos civiles, políticos y sociales. 

Aunado a ello, el debate debe considerar diferentes aristas, y debe ser entendido desde una visión amplia, en el marco de un país que está avanzando para consolidarse como una sociedad de derechos. 

Un país que en los últimos años, por ejemplo, ha dejado de pensar en la prisión como la única solución frente al delito, y que ahora acude a la conciliación y a los mecanismos alternativos para resolver conflictos de manera más eficaz. 

Entendiendo que las cárceles deben cumplir con una función punitiva para desalentar el crimen, pero sobre todo, que deben apuntar hacia la reinserción de los individuos y el fortalecimiento del tejido social. 

Porque consolidar el Estado de Derecho también exige afianzar la convivencia armónica y construir con ello, comunidad. 

En este contexto, es fundamental que las instituciones del sistema penal concentren sus esfuerzos y acciones ahí donde más se necesita. 

Y para ello, un paso importante en el que debemos profundizar es la descriminalización efectiva de los consumidores. 

Porque si bien desde 1994 el consumo dejó de estar tipificado como delito penal, esta medida debe ser consistente con aquellas en materia de su posesión y transporte para uso personal. 

De tal modo que hoy, por ejemplo, debemos preguntarnos si el marco normativo en materia de control de sustancias ilícitas es el mejor posible. 

O si por el contrario, existen incongruencias que no han permitido poner fin, en la práctica, a la criminalización de los consumidores. 

Se trata de contar con una legislación clara que no dé lugar a interpretaciones erróneas. 

Se trata de pasar de la persecución de los usuarios, a la detención de los delincuentes que lucran con la salud y el porvenir de niños y jóvenes. 

Se trata de terminar con situaciones en las que, por ejemplo, y esto suena a veces hasta dramático, mujeres madres, primo-delincuentes, no armadas y portadoras de pequeñas cantidades, purgan penas desproporcionadas, con altos costos no solo económicos, sino  principalmente sociales. 

Porque no es con prejuicios ni estigmas, sino con políticas públicas efectivas, como podemos transformar la marginación en inclusión, y el rezago en desarrollo. 

En este sentido, debemos preguntarnos también cómo garantizar que el sistema de justicia ofrezca a quien sufre de una adicción, una alternativa distinta a la cárcel, con atención profesional que le permita salir adelante y tener una vida digna. 

Es decir, contra la drogadicción, acciones de salud, educación, deporte y oportunidades de desarrollo. 

Porque es previniendo, desde la base de la sociedad, fomentando la conciencia y la responsabilidad individual, como se abate de fondo la delincuencia. 

Reitero, estas son algunas de las aristas del debate que hoy iniciamos aquí en Ciudad Juárez.  

Uno que no busca respuestas definitivas, pero que debe iniciar planteándonos las preguntas correctas. 

Lo que todos buscamos es un México más justo, más seguro y en el que cada quién pueda gozar plenamente de las libertades que le reconoce la Constitución. Hacia ello, estamos avanzando. 

Superar los retos de nuestro tiempo, demanda que sociedad y gobierno trabajemos juntos. Esa es la convicción que nos guía en el Gobierno de la República. 

Porque cuando la ciudadanía participa, las políticas públicas se transforman en realidades cotidianas, y porque los resultados duraderos se construyen en colectivo, escuchando y estableciendo acuerdos por encima de visiones particulares. 

Para ello, no hay mejor herramienta que el diálogo franco, respetuoso e informado. Un diálogo que nos lleve de las diferencias a las coincidencias, y de las coincidencias a las soluciones. 

Sigamos avanzando por esta vía, sumando esfuerzos y asumiendo cada quien la responsabilidad que nos toca. 

Sigamos decidiendo, en democracia, cuál es la ruta que México debe de seguir. 

Muchas gracias por su atención.

 

 Mensaje

Ciudad Juárez, Chih.

 

 

---o0o---