Muy buenos días a todas y todos ustedes.

A nombre del Presidente de México, Enrique Peña Nieto, reciban un cordial y respetuoso saludo, me ha enviado con su representación a esta importante ceremonia pues él se encuentra como ustedes saben fuera del país en una gira de trabajo.

Muy distinguido Almirante Vidal Francisco Soberón Sanz, Secretario de la Marina Armada de México.

General Salvador Cienfuegos Zepeda, Secretario de la Defensa Nacional.

El Presidente de México me ha instruido hacerles un profundo reconocimiento por su inquebrantable convicción para siempre a lo largo de esta administración, estar juntos, actuar juntos, coordinarse todos juntos, como un solo hombre, como un solo cuerpo, como una sola unidad, en beneficio de los mejores intereses de la Patria.

Por ello muchas gracias por este esfuerzo.

Señor licenciado Miguel Ángel Yunes Linares, Gobernador Constitucional del Estado de Veracruz.

Maestro Renato Sales Heredia, Comisionado Nacional de Seguridad.

Magistrado Edel Humberto Álvarez Peña, presidente del Honorable Tribunal Superior de Justicia del estado de Veracruz.

Diputada María Elisa Manterola Sainz, presidenta de la Mesa Directiva de la LXIV Legislatura del Estado de Veracruz.

Muy distinguidos altos mandos de las secretarías de Defensa Nacional, Fuerza Aérea y de Marina-Armada de México.

Distinguidos presidentes municipales de este maravilloso estado de Veracruz.

Reciban de nueva cuenta un afectuoso saludo del Presidente de la República, y expresa por mi conducto el mayor de los reconocimientos a ustedes, a todas y todos los integrantes de las Fuerzas Armadas.

Su labor cotidiana y sus heroicos actos como personas y como institución en favor de nuestro país, son altamente apreciados y valorados por los mexicanos. Así lo demuestran diversas mediciones o ejercicios demoscópicos en los que la Marina Armada de México y el Ejército Mexicano destacan entre las Instituciones en las que más confía la sociedad.

Distinguidas y distinguidos invitados.

Es un honor saludar a los generales y almirantes, así como a los jefes, capitanes y oficiales que nos encontramos aquí reunidos.

Al personal de clases, tropa y marinería.

Y, por supuesto, a los jóvenes cadetes del primer año de la Heroica Escuela Naval Militar y a sus familias que les acompañan en este día, en particular a quienes hoy han jurado Bandera.

En particular reciban una calurosa felicitación quienes en esta significativa fecha han recibido su espadín, que simboliza nuestro Escudo Nacional y el Don de Mando, que en un futuro, cierto estoy que sabrán ejercer como oficiales de la Marina Armada de México.

Señoras y señores:

Hace justamente 104 años, en un día como hoy, un puñado de valientes jóvenes cadetes como ustedes, liderado por el Capitán de Fragata Rafael Carrión, entonces director de esta Heroica Escuela Naval Militar, defendió la patria ante el invasor.

No lo hicieron solos, a ellos se sumaron, uno a uno, los habitantes del puerto.

Así lo hicieron, porque lo que estaba en juego era la soberanía y la dignidad del país, la libertad de los mexicanos, las prometidas conquistas una mejora sustancial que esgrimía a la Revolución que ya había costado para ese entonces miles de vidas.

Aquí se escribió uno de los más luminosos capítulos de la historia nacional, porque se dio en el contexto de la una de las más complejas y críticas fases de la primera revolución social del Siglo XX.

El país experimentaba una difícil situación en la que la  institucionalidad estaba en riesgo, ocupaba la Presidencia de la República Victoriano Huerta después del alevoso asesinato del Presidente constitucional Francisco Madero y su vicepresidente José María Pino Suárez.

Por otro lado, desde Coahuila, El Varón de Cuatro Ciénegas encabezaba los esfuerzos por  el constitucionalismo y representaba el y su movimiento la vuelta al orden.

Las relaciones con nuestro vecino del norte se encontraban muy deterioradas por el apoyo de su embajador al usurpador del poder ejecutivo, la situación entonces no podía ser más delicada. En Europa se vivía en enorme tensión que desembocaría solo tres meses después en la Gran Guerra, la Primera Guerra Mundial.

El futuro de la Nación estaba nuevamente comprometido, como lo había estado en 1825, con la intentona de reconquista española, que aquí en Veracruz tuvo su último reducto.

Como lo estuvo en 1838, durante la primera intervención francesa, conocida como la Guerra de los Pasteles; y la segunda, en 1862, con Maximiliano de Habsburgo como cabeza del Segundo Imperio, como representante del fallido protectorado de Francia en América.

Como lo estuvo en 1847, con la primera intervención norteamericana que resultó en la anexión de Texas y la pérdida de más de la mitad de nuestro territorio.

Así como los valientes cadetes del Colegio Militar bajo la dirección de Nicolás Bravo lucharon contra los invasores norteamericanos a mediados de siglo XIX para defender la soberanía de la nación, en la segunda intervención que hoy rememoramos, los valientes y jóvenes cadetes de la Heroica Escuela Naval hicieron lo propio para defender a su patria.

Hace 104 años, a las 11:30 de la mañana, tropas estadunidenses iniciaron su desembarco en Veracruz, con la justificación de evitar que las armas que transportaba el buque alemán Ypiranga, para Victoriano Huerta, llegaran a su destino.

El golpe de estado Huertista que dividió al país, hizo que sólo los cadetes de esta heroica escuela, aun sabiendo que eran superados en número, se aprestaran a defender el puerto; con un enorme valor y amor a la Patria, porque la dolorosa experiencia de 1847 no debía repetirse y sabían que en esos momentos cruciales, sólo ellos y el valiente pueblo veracruzano podrían enfrentar al invasor.

Brillantes capítulos de la difícil y dolorosa historia del país quedó así escrita en este puerto y en esta institución. Aquí se libró la última batalla por la independencia, aquí se defendió la soberanía, aquí se defendió la república y desde luego, también la democracia.

Veracruz ha sido, desde el arribo de nuestros ancestros españoles, ciudad y puerto estratégico y testigo de grandes acontecimientos. Veracruz vio llegar a Maximiliano como flamante Emperador enviado por Napoleón III y vio partir su cuerpo sin vida en la Fragata Novara, como también vio partir para no regresar jamás a Porfirio Díaz en el buque Ypiranga.

A lo largo de nuestra historia los jóvenes de nuestro país han dado testimonio de un enorme patriotismo y valor, de un inmenso cariño por México. Podría sonar lugar común decir que entregaron su vida por la patria, pero esa afirmación encierra una luminosa y ejemplar verdad.

Muchas son las lecciones que nos dejan las luchas armadas internas e internacionales que hemos sufrido, la respuesta de los jóvenes es una de las que debemos destacar; la respuesta de los ciudadanos que cierran filas ante los embates es, sin duda otra de ellas.

Por eso en situaciones complejas como las que hemos vivido en los últimos días, las expresiones firmes y directas del Presidente Enrique Peña no dejan lugar a dudas ni especulaciones, como tampoco lo dejan las muestras de adhesión que ha recibido de los más diversos sectores de la sociedad, que ante nuevos embates responden con fuerza y sin titubeos.

Aquí estamos hoy los mexicanos recordando una gesta histórica, reconociendo la entereza, el valor, la fortaleza y la integridad de las fuerzas armadas a quienes manifestamos todos juntos nuestro agradecimiento por su valiosa labor cotidiana, porque no dudan en poner en riesgo su integridad y su propia vida para cumplir las misiones y tareas que se les encomiendan, para auxiliar a la población civil en casos de desastres, para velar por nuestra seguridad.

Nuestras fuerzas armadas, el Ejército, la Marina y la Fuerza Aérea son fortaleza del país, instituciones surgidas de un movimiento social, impregnadas de él y de un inconmensurable amor a México y a los mexicanos.

Qué mejor ejemplo para nuestros jóvenes del día de hoy nuestros valientes cadetes que arriesgaron y perdieron la vida ante fuerzas muy superiores con la convicción del amor a su país y la certeza de que los mexicanos de entonces y de ahora seguiríamos defendiendo los valores nacionales, que es la mejor manera de rendirles tributo.

Los tiempos y circunstancias actuales nos convocan a seguir en unidad, a fortalecer nuestras instituciones, a consolidar nuestra democracia, a presentar aún con nuestras diferencias, un solo frente de cara a las amenazas y nuevas formas de agresión.

Honremos a quienes dieron su vida para hacer de México un país fuerte, resolviendo nuestros diferendos por la vía de las instituciones democráticas, así como lo hicimos aquel 21 de abril de 1914.

El Presidente Enrique Peña Nieto, con gran estatura dijo apenas hace unos días: “Los mexicanos podemos tener diferencias entre nosotros, y más aún en tiempos de elecciones, pero estaremos siempre unidos en la defensa de la dignidad y la soberanía de nuestro país”.

Mi reconocimiento absoluto a la Marina Armada, al Ejército y a la Fuerza Aérea, por su lealtad y compromiso con los mexicanos.

Señoras y señores:

Ha sido largo y difícil el camino para construir la Nación libre, soberana y democrática que hoy somos, para forjar nuestra identidad y nuestra vocación democrática. 

Identidad y vocación con las que hemos construido instituciones sólidas como estas que significan bienestar y desarrollo para los mexicanos; que garantizan estabilidad y gobernabilidad democrática.

Gobernabilidad que va desde lo institucional hasta lo cotidiano de la dinámica familiar, de las organizaciones sociales y de la vida en común de las personas en los ámbitos privado y colectivo.

Gobernabilidad que permite resolver nuestras diferencias internas y externas por la vía del diálogo y la construcción de consensos, y unirnos  como país, cuando nos amenazan y poder decir con toda claridad: no.

Gobernabilidad democrática, una tarea en la que al Gobierno le toca una parte muy importante, que es hacerla valer, y no claudicar, no negociar, no allanarse frente a cualquier irrupción externa o interna que pretenda romper el orden que nos dimos a nosotros mismos, que atente contra la lucha de generaciones de mexicanos por construir un país de instituciones.

Eso es entender claramente lo que significa nuestra Constitución y la libertad de los mexicanos.

Eso lo entiende muy bien la ciudadanía, y lo entienden muy bien los actores políticos de nuestro país, que hicieron una sola voz para mostrar la unidad de la Nación ante cualquier amenaza exterior.

Eso lo entiende y es parte fundamental de los valores con los que la Marina Armada forma sus integrantes; valores que comparten, por supuesto, el Ejército y la Fuerza Aérea de nuestra Nación.

Valores que se pueden sintetizan en una sola frase: la patria es primero.

Antón Lizardo, Alvarado, Ver.