La #BatallaDePuebla es quizá la conmemoración más conocida fuera de México, pues en el extranjero se tiene la idea equivocada de que ese acontecimiento representó nuestra Independencia. En Estados Unidos, incluso, se le celebra como si fuera la principal fiesta nacional mexicana.

 

El General Zaragoza, artífice principal de esa victoria, nació el 24 de marzo de 1829 en Bahía del Espíritu Santo, cerca de Goliad, Texas (cuando ese territorio todavía pertenecía a México). Sus padres fueron el capitán Miguel G. Zaragoza, quien se encontraba destinado en aquel lugar por el Gobierno mexicano, y la señora María de Jesús Seguin. Recibió su educación inicial en la ciudad de Matamoros, Tamaulipas, y la continuó en Monterrey, Nuevo León, en donde comenzó también la secundaria en el Colegio Seminario.

 

Las crónicas sobre la Batalla de Puebla señalan que la noche del 3 de mayo de 1862, el General Zaragoza llegó a Puebla con una brigada de caballería en su retaguardia para hostigar a los invasores; fortificó los cerros de Guadalupe y Loreto. El día 4, el general Charles Ferdinand Latrille, conocido como Conde de Lorencez (1814-1892), al frente del ejército francés, avanzó su posición de ataque.

 

Zaragoza sabía que su ejército estaba en desventaja en disciplina y armamento respecto a la fuerza invasora, por lo que, al amanecer del 5 de mayo, desde la Iglesia de Los Remedios, en el oriente de la ciudad, daba órdenes a sus tropas y planeaba la defensa, no solo de ese estado sino de toda la Nación.

 

Arengó a sus soldados: “Nuestros enemigos son los primeros soldados del mundo, pero vosotros sois los primeros hijos de México y os quieren arrebatar vuestra patria”; ordenó a Miguel Negrete que dirigiera la defensa por la izquierda, a Felipe Berriozábal por la derecha y a Porfirio Díaz que estuviera junto a él. Tras varias horas de lucha y sin que la batalla se decidiera, mexicanos y franceses se enfrentaron cuerpo a cuerpo.

 

En plena batalla, en el penúltimo de cinco telegramas que envió a Palacio Nacional ese mismo 5 de mayo, el General Zaragoza señaló:

 

“...Las armas del Supremo Gobierno se han cubierto de gloria: el enemigo ha hecho esfuerzos supremos por apoderarse del Cerro de Guadalupe, que atacó por el oriente de izquierda y derecha durante tres horas: fue rechazado tres veces en completa dispersión y en estos momentos está formado en batalla, fuerte de más de cuatro mil hombres, frente al cerro de Guadalupe, fuera de tiro. No lo bato, como desearía, porque el Gobierno sabe (que) no tengo para ello fuerza bastante. Calculo la pérdida del enemigo, que llegó hasta los fosos de Guadalupe en su ataque, en 600 o 700 entre muertos y heridos; 400 habremos tenido nosotros”.

 

Zacarías Gómez Valdés, quien fue dos veces gobernador de Nuevo León y se desempeñó en 1860 como secretario particular del General Zaragoza en el Ejército de Oriente, subrayó las cualidades del comandante de esa fuerza:

 

“Todo en Zaragoza fue modesto; pero en la misma sencillez de sus actos se encontraba firmeza de carácter, voluntad propia, amor a las instituciones liberales y un genio militar que, sin pretensiones y a través de su desprendimiento y subordinación, se hizo conocer y respetar merced a los reiterados combates donde tuvo que admirarse su serenidad y el acierto de sus instantáneas disposiciones”.

 

Ignacio Zaragoza Seguin, quien falleció a los 33 años de edad a causa de la fiebre tifoidea, fue declarado por Benito Juárez “Benemérito de la Patria en Grado Heroico” y su nombre está inscrito con letras de oro en el salón de Sesiones del Congreso de la Unión.