En el apartado sobre la Guerra a México de Estados Unidos, de su libro Historia de México, el académico michoacano José Bravo Ugarte refiere que, después de 16 meses de declarada la guerra a México (13 de mayo de 1846), las tropas estadounidenses avanzaron hacia la capital de nuestro país.

Tras innumerables reconocimientos en las líneas mexicanas del sur y del poniente -relata Bravo Ugarte-, el general Winfield Scott determinó, en su carácter de comandante en jefe de la fuerza invasora, llevar a cabo el asalto de la Ciudad de México por Chapultepec, el 11 de septiembre de 1847, con intensos bombardeos de artillería.

La defensa de Chapultepec corrió a cargo de 200 cadetes del Colegio Militar a las órdenes de los generales Nicolás Bravo y Mariano Escobedo, así como de 632 soldados del batallón de San Blas bajo el mando del coronel Santiago Xicoténcatl.

Para reforzar a esa pequeña guarnición, el general Antonio López de Santa Anna envió al pie del cerro a 2 mil 450 hombres. Pero eran poco más de 7 mil los invasores.

Después de aniquilar al batallón, los soldados estadounidenses escalaron el cerro y penetraron al Castillo, donde los cadetes mexicanos -la mayoría con edades de entre 15 y 18 años- lucharon cuerpo a cuerpo hasta encontrar la muerte. En los combates resultaron heridos otros cuatro alumnos del Colegio Militar y 37 fueron hechos prisioneros.

En honor a los seis cadetes caídos, conocidos como los Niños Héroes, cada 13 de septiembre se realiza en México una fiesta cívica. 

El poeta Amado Nervo recordó de la siguiente manera a “Los héroes niños de Chapultepec”:

"Como renuevos cuyos aliños

un cierzo helado marchita en flor,

así cayeron los héroes niños

ante las balas del invasor.”