Ciudadano ENRIQUE PEÑA NIETO, Presidente de la República y Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas.
 
Diputado SILVANO AUREOLES CONEJO, Presidente de la mesa directiva de la Cámara de Diputados.
 
Senador LUIS MIGUEL BARBOSA HUERTA, Presidente de la Mesa Directiva de la Cámara de Senadores.
 
Doctor MIGUEL ÁNGEL MANCERA ESPINOSA; Jefe de Gobierno del Distrito Federal.
 
Almirante VIDAL FRANCISCO SOBERÓN SANZ, Secretario de Marina.
 
Señoras y señores integrantes del gabinete legal y ampliado; funcionarios del Gobierno de la República.
 
Invitados especiales. 
 
Señoras y señores.
 
Distinguidas familias que nos honran con su presencia.
 
Respetables generales en situación de retiro.
 
Señores Almirantes y Generales; Capitanes y Jefes, Oficiales, Marinería y Tropa.
 
Jóvenes cadetes y jóvenes estudiantes.
 
Representantes de los medios de comunicación.
 
Muy buenas tardes a todos.
 
Conocer nuestra historia es tarea que nos obliga; porque en el gran compendio nacional encontramos hechos que han dado trascendencia a la patria, y ahí están inscritos los ideales y aspiraciones de aquellos mexicanos que dejaron huella, para que hoy podamos tener rumbo y guía.
 
Pero sobre todo, conviene intentar la reflexión sobre nosotros mismos y sobre nuestra nación; pensar en nuestro devenir, en nuestro acontecer y en nuestro porvenir. 
 
Hechos, como el que hoy recordamos, tienen categoría de grandeza en el desarrollo y destino de México; este alcázar de Chapultepec; emblemático sitio amurallado, es baluarte de lealtad y referente de honor.
 
Esta fortaleza impregna el más elevado valor sobre el cual descansa la vocación y filosofía de las fuerzas armadas nacionales: ¡la lealtad institucional!
 
Aquí, en este sitio donde emergió el pensamiento moral y político “Ejército Mexicano”, tuvo sede nuestro Colegio Militar; pleno de historia, pero también de respeto; orgullo colectivo de los mexicanos.
 
Plantel militar que desde su fundación se integró con la juventud mexicana de la época; colmada de valores, aspiraciones, anhelos e ideales como los que hoy enmarcan este acto.
 
Su trascendencia quedo demostrada desde 1828, apenas a cinco años de su fundación, cuando el plantel y sus alumnos ─en su primer acto de lealtad─ apoyaron al gobierno legalmente constituido, en los hechos que se recuerdan como el motín de la acordada.
 
Así lo es, por los actos heroicos de lealtad de 1847, en donde los jóvenes cadetes ─sin vacilar─ defendieron nuestra soberanía en este simbólico lugar.
 
Así lo es también, por aquellos otros aguiluchos que años más tarde en 1913 ─con decisión y valentía─ acompañaron al Presidente FRANCISCO I. MADERO, de este castillo hacia el Palacio Nacional.
 
Lo es así mismo, por los cadetes que en 1920 escoltaron y defendieron al Presidente CARRANZA, en la denominada “COLUMNA DE LA LEGALIDAD”.
 
Son estas acciones de lealtad, son guías históricas que ayudan y orientan a transitar al logro de los objetivos de la nación.
 
Hoy, recordamos el elevado compromiso de 1913, singular lección que nos quedo de aquel 9 de febrero, ¡me refiero a la marcha de la lealtad!; huella imborrable en la historia del ejército mexicano y en la memoria de nuestra Nación.
 
Ejemplo de lealtad de la juventud militar de aquella época, que cumplió con su deber, defendiendo a las instituciones democráticas quebrantadas por la ilegalidad.
 
Marcha caracterizada por el valor, honor y rectitud, de aquellos adolescentes.
 
Esos cadetes dejaron escriturado para el futuro, que el honor y la lealtad, no habían sido desaparecidos del todo en nuestro México, aunque muchos se hubieren esforzado porque así fuera. 
 
MADERO, para restaurar la democracia, no estuvo solo ante los traidores, lo acompañó el Colegio Militar. 
 
Este hecho se convirtió en legado imprescindible que se enseña con esmero en todo plantel militar mexicano, que se adquiere con devoción en la carrera profesional, y que se practica a cabalidad diariamente en el quehacer castrense.
 
Por todo ello, la lealtad es la génesis de las fuerzas armadas… la lealtad a México es nuestro origen.
 
Señoras y señores:
 
La lealtad no es valor privativo de los soldados de México; es un valor universal de civiles y de militares.
 
Todos los seres humanos han tenido que conocer, reconocer y abrazar sus lealtades. 
 
Algunos, lo han logrado y otros han errado; por eso el gran muro de honor de la historia no distingue a otra virtud… no separa inteligentes de lerdos… ni valientes de medrosos, ni siquiera los buenos de los perversos, tan solo distingue a los leales de los traidores. 
 
La verdadera lealtad, siempre es perpetua, absoluta y total; pongámoslo en claro, es un concepto íntimo además de voluntario; se tiene o se carece de él, más allá de lo que nosotros mismos podemos aportar o restar.
 
En la lealtad no hay progresividad, ni regresividad, ni gradualidad, ni mucho menos eventualidad; no se es a veces sí y a veces no, no es en ocasiones mucho y en otras menos.
 
¡Simplemente se es leal… o no se es leal!
 
Es el honor el gran referente para comprender el valor de la lealtad; es el honor el que puede aconsejarnos cuando el camino hacia la lealtad es incierto.
 
Las mujeres y hombres de verdad honorables luchan por su honor en casi todos los momentos de su vida…
 
Porque la legalidad les es una cuestión de honor.
 
Porque la lealtad les es una cuestión de honor.
 
Porque el patriotismo les es una cuestión de honor.
 
Porque el cumplimiento del deber les es una cuestión de honor.
 
Porque el respeto a las personas y a las leyes les es también una cuestión de honor.
 
Por todo lo dicho, ¡no se puede entender la lealtad sin honor!
 
 
Para quienes tenemos el orgullo y privilegio de ser parte integrante de las fuerzas armadas, la lealtad con honor es cumplir con devoción nuestras responsabilidades, es entrega absoluta, sin condiciones y es disposición permanente en las mejores causas:
 
Preparando, enseñando y distribuyendo alimentos a los más desprotegidos en los puntos más alejados de la geografía nacional.
 
Rescatando a los afectados por calamidades, que la naturaleza nos trae año tras año.
 
Realizando obras en los lugares más vulnerables y necesitados.
 
Promoviendo los valores cívicos entre la juventud y niñez.
 
Contribuyendo con otras instancias para la seguridad y tranquilidad de los ciudadanos.
 
La marcha de la lealtad nos enseña que nadie puede estar por encima de la ley y nos muestra que ante acciones contra las instituciones, siempre habremos mexicanos leales y de honor dispuestos a resguardarla y hacerla respetar.
 
Para las fuerzas armadas de la nación, no existen corrientes ni ideologías que nos perturben y separen del ideario de honor que hemos cultivado… honor que con lealtad y sin desmayo profesamos a México.
 
A los marinos, pilotos y soldados, nos queda claro que la lealtad basada en el honor, es la guía que nos conduce en nuestro imperativo deber de defender nuestra soberanía, integridad e independencia, y de proteger a la sociedad y a sus instituciones.
 
La lealtad no es tema de aquellos tiempos, ni de nuestro tiempo… es un tema de todos los tiempos. 
 
Es por esta elevada virtud que ─en 1913─ cadetes del Colegio Militar escoltaron con determinación al apóstol de la democracia.
 
Que en los momentos de la transición democrática mantuvimos con firmeza nuestras convicciones.
 
Y es por eso que ─hoy─ ante los actuales retos que enfrenta el país, respaldamos siempre a las instituciones democráticas.
 
Nuestra génesis histórica y popular, nuestros acendrados valores patrióticos, vocación de servicio e institucionalidad, nos comprometen a comportarnos de tal manera.
 
México, nuestro México, siempre contará con sus fuerzas armadas… ¡con las fuerzas armadas de la lealtad institucional!… ¡con fuerzas armadas defensoras de nuestra democracia! 
 
Amable auditorio:
 
Nuestro país en su devenir histórico ha enfrentado desafíos que han puesto a prueba la fortaleza del estado y la democracia… que han puesto en riesgo la soberanía y seguridad interior.
 
Las fuerzas armadas tenemos en la norma constitucional el deber de encarar estos retos… de defender a la patria… de proteger a los mexicanos.
 
Son los postulados de esta gran norma los que nos han hecho estar a la altura de las circunstancias en cada momento histórico, contribuyendo siempre a garantizar la permanencia del estado de derecho.  
 
Hace escasos 4 días los titulares de los Poderes Legislativo, Judicial y Ejecutivo, presidieron en la ciudad de Querétaro el 98 aniversario de la promulgación de la Constitución Política de 1917.
 
Esta nuestra Carta Magna, consolidó los ideales y cimentó las bases para tener una nación más justa, más libre y más democrática.
 
Su vigencia ha sido y debe seguir siendo la guía superior para dar respuesta a las demandas ciudadanas por los caminos democráticos e institucionales.
 
Esta Ley suprema nos impone a los funcionarios todos, la obligación irrenunciable de cumplir y hacer cumplir la constitución y las leyes que de ella emanen.
 
Asimismo, como mexicanos nos otorga beneficios y derechos, los cuales deben ser exigibles, pero también nos establece responsabilidades por cumplir.
 
A casi un siglo de vigencia, esta ley suprema nos sigue inspirando para actuar con lealtad y con honor.
 
Tomemos como ejemplo la conducta de MADERO y de aquel puñado de jóvenes que lo acompañaron, para afrontar los problemas que obstaculizan la marcha hacia mejores horizontes.
 
Es momento de levantar el ánimo, de superar los desafíos, de liberar el potencial de México; de fortalecer el estado de derecho y acompañar a nuestras instituciones en su quehacer diario, de dar respuesta a las demandas de la sociedad en su conjunto y de  nuestros conciudadanos, en lo particular, siempre en el marco de la ley.
 
¡Somos una gran nación, México es único y todos somos mexicanos; anhelamos mejores condiciones de vida… de progreso… de seguridad y desarrollo!
 
Hay quienes quisieran distanciarnos del pueblo, ¡imposible!... somos uno y lo mismo; basta ver el rostro, la piel, el pensamiento y el corazón de cada soldado, para ver que somos pueblo… que somos México, igual que el resto de la patria.
 
En esta tribuna hago un reconocimiento a nuestros compañeros de armas ─muchos aquí presentes─ que nos han antecedido en la profesión militar, heredándonos valores y tradiciones, así como una sólida institución.
 
También, expreso tributo a aquellos que en aras de la patria, han perdido la vida en  el cumplimiento del deber.
 
¡Reitero nuestro eterno reconocimiento y apoyo a sus familias!... ¡todos ellos, son ejemplo de entrega a México!
 
Señor Presidente:
 
Usted es el líder de las fuerzas armadas… nuestro Comandante Supremo; ante usted, las mujeres y hombres que portamos el uniforme de la república, le refrendamos que:
 
¡Con honor y lealtad contribuiremos a las mejores causas de la patria!
 
¡Con honor y lealtad defenderemos siempre los principios de la democracia!
 
¡Con honor y lealtad continuaremos resguardando a las instituciones republicanas!
 
¡Con honor y lealtad seguiremos escoltando a México!
 
Gracias por su atención.